Una lista de Tesoros Nacionales es un compendio de elementos distintivos que reflejan a cabalidad los atributos que definen una cultura. Son irrepetibles en otras partes del mundo. No únicamente son edificios con cientos de años de antigüedad.     Referí en mi columna de El Financiero, el 1 de julio, que tras mi reciente experiencia de haber cenado en el extraordinario restaurante Pujol de Enrique Olvera, caí en cuenta de la gran necesidad que tiene nuestro país de crear un listado de Tesoros Nacionales, que funcione como una clasificación de experiencias vivas que uno puede tener en México. Insisto en la idea. ¿Qué es una lista de Tesoros Nacionales? Veamos. Una lista de Tesoros Nacionales es un compendio de elementos distintivos que reflejan a cabalidad los atributos que definen una cultura. Son irrepetibles en otras partes del mundo. No únicamente son edificios con cientos de años de antigüedad. Por eso propuse que la cocina de Pujol debía entrar en un listado así, y argumenté que no basta con catalogar edificios por parte del INAH o el INBA, ni con los listados de sitios que se vuelven patrimonio de la humanidad de la UNESCO. Hace falta incluir textiles, creaciones artísticas, piezas musicales, orfebrería, ebanistería, actividades deportivo-culturales, métodos de producción, etcétera. En Japón, la Agencia de Asuntos Culturales eligió propiedades tangibles para ser designadas como Tesoros Nacionales. Hay 13 categorías: templos, santuarios, castillos, residencias históricas y modernas, espadas, pinturas, escritos… Entre ellos se encuentran, por ejemplo, transcripciones sutras del hinduismo y el budismo; pinturas del siglo VIII de la Era Clásica Nara; 110 espadas antiguas, y un templo católico en Nagasaki, entre otras. En 2012, Laura Bush participó en una campaña para recaudar fondos para la organización America’s National Treasures, que tiene un carácter sumamente histórico. Ahí se incluyen, por ejemplo, una edificación llamada Historic Wintersburg, en California, y un edificio emblemático de Tennessee cuyo dueño quiere demolerlo. El Music Hall de Cincinnati también está en la lista de prioridades a “salvar”. En Francia existe la lista Les Maîtres d’Art, que incluye a individuos vivos que dominan la manufactura de algún producto o proceso, e incluye desde restauradores de muebles hasta escultores de mármol, pasando por diseñadores de ropa y orfebres. En Australia, la actriz Nicole Kidman fue declarada Tesoro Nacional Vivo, lo mismo que la cantante Olivia Newton-John. Es tiempo de que México inicie su lista de Tesoros Nacionales. En mi opinión, la lista puede tener varias categorías, desde personas vivas con dominio incuestionable en su profesión, hasta procesos, productos y creaciones con atributos de clase mundial. ¿Qué puede incluirse? El Bazar del Sábado de San Ángel, los tacos de langosta con frijoles de Rosarito, los clavados de La Quebrada, el Día de Muertos en Janitzio, los trenes Tequila Express y Chepe, la barbacoa de Santiago, la vainilla de Papantla, la casa Luis Barragán en Tacubaya, el café de Coatepec, la musicalización de Rubén Fuentes y Pepe Martínez, la voz de Lila Downs, los tacos al pastor y el Mercado de Sonora. Las fotografías de Pablo López Luz, la orfebrería en plata de Taxco, el pescado a la talla de Barra Vieja, Armando Manzanero, los tacos de cabrito, el mezcal, las Glorias, el proceso para cocinar la sopa de lima y el chile en nogada, el mole de Xico, la marimba, la Banda Filarmónica del Centro de Capacitación Musical y Desarrollo de la Cultura Mixe, y cientos de cosas más. Todas irrepetibles, todas de primer nivel. Hay que hacer “toc toc” en la puerta de Rafael Tovar y de Teresa una, otra y otra vez, para que considere este listado. Es indispensable crearlo para lograr el estatus de país desarrollado que tanto anhelamos. Es cuestión de definir la metodología, crear los procesos y convocatorias, integrar un jurado calificado y al mismo tiempo abrir un tramo de la iniciativa al público. Las redes sociales permiten hacerlo a costos muy bajos. No se tiene que atar este tipo de programas a ningún subsidio. El simple reconocimiento debe bastar para que determinadas costumbres, tradiciones, procesos o individuos tengan una estrella que les permita legal y legítimamente “pararse el cuello” con aquello que hacen muy bien. ¿Por qué tuvimos que esperar a que Condé Nast Traveller nombrara a San Miguel de Allende como la mejor ciudad del mundo? ¿De qué sirvió, en términos prácticos, que la UNESCO declarara la música de mariachi como Patrimonio Inmaterial de la Humanidad, si nadie le saca jugo? Ojalá dejemos de depender de que desde el extranjero nos reconozcan y caigamos en cuenta de que nuestros Tesoros Nacionales son nuestros. Nosotros los conocemos y por eso nos gusta México. La tarea, ahora, está en la cancha de Rafael Tovar y de Teresa.     Contacto: Correo: [email protected]     Las opiniones expresadas son sólo responsabilidad de sus autores y son completamente independientes de la postura y la línea editorial de Forbes México.