Por: Laurence Lehman Ortega*

El COVID-19 nos ha transportado a una nueva realidad que redefine muchos pilares económicos y empresariales y que camina hacia un futuro donde el “Business for Good” será prioritario. 

La razón reside en que, a diferencia de la crisis económica de 2008 y su preocupación por el trabajo o los ahorros, en la actual crisis nos preocupan también las personas (familia, amigos, vecinos…), sus problemas y su salud. Factores y valores trascendentes que están cambiando las motivaciones y necesidades de los consumidores, y, por tanto, que afectarán al modelo de negocio de las empresas.

Según la teoría económica, el modelo de negocio de las empresas se basa fundamentalmente en tres pilares. El primero es “la propuesta de valor”, es decir qué vas a ofrecer a los clientes y qué necesidad vas a cubrir. El segundo es “la arquitectura y cadena de valor”, los recursos y profesionales que necesitas y cómo estructuras tu proceso productivo para crear un producto o servicio con valor para el cliente. Por último, el tercer pilar es “la ecuación de beneficio económico”, qué margen quieres ganar, cuáles son tus costes, tu situación financiera o la liquidez de tu empresa.

La crisis del COVID-19 obliga a las empresas a reinventar estos tres pilares porque el concepto de “propuesta de valor” ha cambiado para los consumidores. Y el servicio o producto que ofrecía una empresa antes de la crisis sanitaria, es posible que ya no cubra las nuevas necesidades de las personas. Es momento de escuchar a los consumidores e innovar en forma de nuevos productos o servicios que realmente les ayuden. Quizá solo se trate de redefinir, pero desde luego, la mayoría de las empresas tendrá que cambiar, adaptarse y pensar en qué necesitan realmente sus clientes y consumidores de ellas.

Pero además, todo producto o servicio nuevo lleva aparejado una nueva “arquitectura y cadena de valor” y unos nuevos recursos necesarios para su producción. Habrá por tanto que crear y/o adaptar la arquitectura productiva a la nueva propuesta de valor para el mercado. Pero además, el COVID-19 nos ha traído una serie de tendencias sobre las que pensar. 

La primera es el reshoring. Antes de la crisis, las empresas producían en países lejanos en los que los costes de producción eran más competitivos. Actualmente, ante el riesgo sanitario, muchas están planteándose, o han vuelto a, producir en sus países de origen o cercanos, reactivando su economía local y la de sus vecinos. 

La segunda, es la necesaria nueva gestión de los empleados, pieza capital de la arquitectura de valor de cualquier empresa. El COVID-19 ha hecho que los empleados busquen un sentido más trascendente a lo que hacen. Las empresas tendrán que comunicar y mostrar, más que nunca, a sus empleados el impacto positivo de su trabajo. Pero también, reorganizar sus tareas, formarles y enseñarles nuevos métodos de trabajo, probablemente más tecnológicos y digitales. Por ejemplo, desde los webinars y programas de Executive Education de HEC Paris intentamos ayudar a las empresas dotando a sus directivos y empleados de estas competencias.

Por último, las empresas deberán asumir que como resultado de todo lo anterior, el tercer pilar del modelo de negocio, “la ecuación de beneficio económico”, también cambiará. Porque en esta crisis, las empresas necesitarán liquidez e inversión para afrontar este proceso y salir airosas y reforzadas del COVID-19.

Contacto:

**Profesora de los programas Executive Education de HEC París Business School

Las opiniones expresadas son sólo responsabilidad de sus autores y son completamente independientes de la postura y la línea editorial de Forbes México.

 

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