Por: Adolfo Laborde*

El T-MEC entrará en vigor el primero de julio de este año. Sin duda, independientemente de los claro-obscuros que deja en su proceso de renegociación, es una gran ventana de oportunidad para México, más aún cuando probablemente el cambio de su lógica y reglas (origen) de operación obligará a más firmas globales a establecerse en México.

Si a esto le agregamos el fin de las negociaciones comerciales con la Unión Europea, el impacto que ha tenido el COVID-19 en las grandes cadenas de valor, la logística internacional y la crisis energética que azota al mundo (caída de precios), nuestro país podría aprovechar esta coyuntura para incrementar nuestra presencia en los mercados globales a través de nuestra oferta y la demanda exportable.

En conjunción de una política pública de clúster a nivel Federal, Estatal y Municipal en los sectores donde tenemos ventaja competitiva, ayudaría de manera sustancial a cumplir y aprovechar lo arriba descrito.  A pesar de todo esto, nada sucederá por generación espontánea. ¿Qué se necesita?

La respuesta es sencilla: más innovación en la diplomacia económica. Sin entrar ideas abstractas o una critica estéril por la conducción de este tipo de diplomacia en la 4T, me parece que existen muchas oportunidades para que su desempeño mejore y de esta forma, se logre cumplir con los objetivos que se plantea la Cancillería (SRE) y la Secretaría de Economía (SE) en este rubro. Además de los buenos deseos que se estampan en los discursos y declaraciones de algunos funcionarios de ambas dependencias, me parece que el tema, además del presupuestal, es técnico y de recursos humanos. 

Se requiere una verdadera vocación y conocimiento multidisciplinario, pero en específico de desarrollo y ejecución de negocios globales para cumplir con el objetivo de diversificación y reactivación económica del sector exportador.  ¿Qué capacidades contamos para ello? Algunas, empero a ello, es necesario dotarles de conocimientos sobre la materia a los encargados de ello tanto en la Secretaría de Economía y a los miembros del Servicio Exterior que tienen una formación de primera, lo que no quiere decir que no tengan que capacitarse en el tema.

Es necesario que el capital humano dedicado a esta tarea en la administración pública aprenda y se especialice en no solo en el desarrollo de negocios internacionales sino en la ejecución de estos. “De nada sirve que tengas una pila de proyectos estratégicos en el escritorio si no los cristalizas, cierres el negocio y cobres”, decía mi mentor en una multinacional japonesa, el Sr. Hiroshi Kawaguchi.

Al respecto y considerando la actual situación económica del país y la falta de recursos por la austeridad republicana, una opción es establecer alianzas con Universidades Nacionales que tengan experiencia académica y práctica en temas de comercio exterior y negocios internacionales que apoyen a la formación del personal asignado a estas tareas. No se necesita un gran presupuesto en esto, de hecho se puede utilizar la infraestructura virtual que tiene la Cancillería a través del Instituto Matías Romero y la que se pueda generar por medio de otras plataformas educativas para tal tarea.  

Un primer paso es establecer plena coordinación entre las dependencias encargadas de este sector. Sus sistemas de inteligencia comercial se deberán de fusionar para crear un súper centro de Inteligencia Estratégica Comercial Mexicana. Un segundo paso sería emprender una estrategia de diversificación a otros Estados dentro de los Estados Unidos aprovechando el nuevo T-MEC dado que la mayoría del comercio se concentra en pocos lugares. En tercer lugar se podría aprovechar la tan afamada red de Tratados de Libre Comercio que tenemos (13 Acuerdos con 50 países). Con esto se podría comenzar. Ya veremos si la 4T tiene la voluntad para ello. Finalmente, nada de esto tendrá sentido si los sectores involucrados del sector exportador e importador del país no son escuchados. Existen contextos y circunstancias e la vida de los países, este es uno de ellos. Ojalá y aprovechemos la crisis y la transformemos en oportunidad.

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