Todas las crisis tienen un factor en común: sacan a la luz lo mejor y lo peor de los seres humanos; es en estos momentos difíciles y complejos en los que, características como la personalidad, el carácter, el liderazgo y la solidaridad destacan por su valor, su escasez o sus limitaciones.

La pandemia de Covid19 es el factor coyuntural que ha puesto a prueba nuestra forma de reaccionar, capacidad de respuesta, la forma en nos comunicamos, consumimos, actuamos y tomamos decisiones como seres humanos.

También somete a juicio a las organizaciones internacionales, gobiernos y autoridades en términos de su eficacia, integridad y solidez institucional. Por supuesto, tiene un tremendo impacto en la economía, la globalización, el comercio, las inversiones, las relaciones y la cooperación multinacional.

Las diversas erupciones de comportamientos y conductas erráticas en los esquemas de consumo, compras de pánico, escasez de insumos médicos e interacción social reflejan que el motor del miedo sigue siendo el factor determinante de la psicología social. La infraestructura médica al borde del colapso, anaqueles vacíos, insumos agotados, farmacias y centros comerciales con largas filas, algo que muchos no se habían siquiera imaginado.

Gracias a las redes sociales, la velocidad de contagio de comentarios, rumores, expertos, remedios, medidas, memes y noticias, supero la expansión del virus en tiempo real. Las imágenes y videos de influencers y usuarios condenados a la cuarentena de todo el mundo; aeropuertos, salas de cine, calles, escuelas, oficinas, restaurantes y lugares turísticos totalmente desiertos impactaron en la conciencia de millones y pusieron en jaque a la humanidad entera.

Muchas cosas se salieron de control, al principio no se disponía de algún protocolo y los gobiernos actuaron a destiempo y con ligereza. Las reacciones de mucha gente y las medidas tomadas como ingerir remedios, sacrificar mascotas, aislamiento, discriminación, agresiones, recortes de personal, violencia en tiendas y farmacias reflejaron el nivel primitivo e ignorante de millones de usuarios de redes sociales.

Mucho material de estudio para la psicología social, el comportamiento tendencial y el alineamiento colectivo. Una pésima exhibición de lo que como especie le estamos adeudando al mundo y más deterioro ecológico. Nos vanagloriamos de reducir el uso de bolsas de plástico y llevamos miles de millones de cubrebocas, guantes y toallitas no degradables que siguen acabando en la basura, los ríos y los mares. 

Eventos masivos, ligas deportivas, conciertos, giras, festivales, exposiciones, congresos y seminarios cancelados con un tremendo impacto en todos los sectores productivos, los medios de comunicación y las instituciones de salud. Tremenda presión para restaurantes, hoteles, aerolíneas y operadores turísticos para colmo y precisamente en una temporada muy importante en sus ciclos de operación.   

No hay conversación en la que no se haga referencia al Covid19; este villano microbiológico será uno de los personajes más reconocidos del siglo XXI y su aparición quedara inscrita entre los momentos clave de la historia. Somos testigos y vivimos una coyuntura de cambio que bien podría usarse para evolucionar favorablemente como sociedad o terminar causando daños mayores. 

En el multiverso de las redes todo cabe en el vortex del Covid19; teorías de conspiración que dicen que se trata de una epidemia inducida y un virus cultivado artificialmente para justificar una recesión económica mundial, ajustar el mercado internacional, parar en seco el gasto y dar a los mercados bursátiles las razones para especular y generarle ganancias a unos a costa de las pérdidas de otros. 

Las afectaciones reales han movido los tipos de cambio, las bolsas de todo el mundo, los precios internacionales de casi todos los bienes y las condiciones de riesgo en las inversiones perdurarán muchos años.

La racionalidad y la lógica desaparecen, no hay tiempo para reflexionar y todo el mundo solo piensa en su salud, en cómo protegerse, evitar el contagio y fríamente dejar que la estadística se encargue de otros que no sean nuestros amigos o familiares.

Casi de la noche a la mañana, el covid19 también origino una explosión de expertos, inventores, emprendedores e investigadores con tecnologías, vacunas, equipos, remedios caseros, sustancias, anti-bacteriales y toda clase de dispositivos listos para solucionar el grave problema, meros oportunistas a la caza de incautos inversionistas.

La necesidad de seguridad o el simple instinto de supervivencia se imponen ante la situación de emergencia nadie se pregunta si están comprobados, certificados o siquiera han pasado algún tiempo de prueba, pero de que se están gestando grandes negocios explotando la fe ciega y la especulación de la gente, de eso no hay duda.

El covid19 también exhibe la calidad de gobernantes que se tienen, la democracia es mayoría, inercia, tendencia, masa, nada más. Los resultados no le importan a la gente cuando sus decisiones se basan en el bajo nivel educativo, la pobreza y la necesidad. Lo único que puede esperarse son mas excusas, evasiones y pésimas decisiones.

Lo imposible: aislamiento y encierro en un mundo globalizado, todo el poder tecnológico inerte ante un virus microscópico, famosos y no famosos vulnerables; ricos y pobres igualmente expuestos; recordatorio de la fragilidad de nuestra existencia.

 

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