Desarrollar un proyecto con impacto social y económico fue lo que motivó a María del Mar Vélez a crear Crack the Code, una startup que ofrece formación online a niños y adolescentes hispanohablantes para que se gradúen de la escuela sabiendo programar.

En 2010, Vélez, mientras estudiaba economía en la Universidad de Nueva York (NYU), participó en un proyecto dentro de una institución de microfinanzas en Perú. Su experiencia allí, asegura, le hizo darse cuenta que “hay proyectos que pueden tener un impacto social y, al mismo tiempo, un potencial económico muy grande”. Este modelo de negocio, conocido como ‘double bottom line’ o 2BL desde entonces quedó en su mente. El término 2BL es comúnmente utilizado para definir las iniciativas empresariales que se esfuerzan por lograr resultados sociales y financieros medibles.

Al terminar su carrera profesional y graduarse, regresó a Perú. Y fue cuando sintió que era el momento adecuado para emprender.

“Me dije que si iba a emprender tenía que ser en un sector con doble impacto. Analicé diferentes sectores, culturas, y me enamoré de la educación. Es una industria muy compleja en la que es difícil innovar porque hay muchos actores involucrados. Pero si tienes éxito, puedes impactar a mucha gente”, dice Velez en entrevista para Forbes Women.

Teniendo en cuenta estos factores, se embarcó en la búsqueda de diferentes modelos de negocio dentro del sector educativo en la región latina. Fue así que en 2017 nació Crack the Code, una escuela virtual donde se enseña informática a niños y adolescentes hispanos, “no necesariamente para convertirse en ingenieros de software, sino para que puedan potenciar su carrera profesional con la tecnología y así tener más oportunidades en el futuro”, cuenta la emprendedora.

Durante poco más de dos años, Crack the Code operó como una academia física donde los niños iban a tomar clases extraescolares y donde recibían a decenas de alumnos diariamente. Esta experiencia, explica Velez, les ayudó a conocer de primera mano las necesidades de los niños en América Latina, así como las de los padres y las escuelas directamente. Sin embargo, con la pandemia, el modelo de negocio cambió de la noche a la mañana y todo migró a un formato completamente virtual. Según Vélez, antes de 2020, el mercado latino no estaba preparado para la educación virtual porque “los niños no están acostumbrados a llegar a casa después de la escuela y sentarse a seguir estudiando en la computadora”. Pero ahora, afirma, el panorama es muy diferente. 

“De un momento a otro tuvimos todo el mercado latinoamericano a nuestros pies, ya que los hábitos de los niños y de los padres cambiaron en nuestro beneficio. Los padres se dieron cuenta que era fundamental que los niños aprendieran a ser independientes a través de la computadora, y también se dieron cuenta que la educación virtual puede ser de calidad”, dice.

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Aprendiendo a ser ‘agresivo

Los cambios impulsados por la pandemia en el sector de la educación, no solo hicieron que el crecimiento de la compañía se disparara, sino que también llevó a la empresa de edtech peruana a levantar una ronda de capital semilla de 2.7 millones de dólares liderada por la firma de capital de riesgo Kaszek a finales de 2021. 

Esta experiencia, cuenta Velez, le mostró los retos particulares que enfrenta una mujer cuando busca levantar capital. “No somos lo suficientemente agresivas a comparación de un hombre. Ellos tienden a exigir más, mientras nosotras somos muy sensatas, honestas y transparentes. Pero a veces hay que presumir de uno mismo y venderse con confianza”, explica la emprendedora, quien en los últimos años ha desarrollado estas habilidades apoyada de grupos de mujeres emprendedoras que hoy considera su “sistema de apoyo”. 

“Al final, los fondos, aunque digan que buscan su cuota de mujeres, quieren invertir en las mejores empresas. Y aunque seas mujer tienes que demostrar por qué tienen que invertir en tu proyecto. El campo de juego es parejo y gana quien tiene el mejor producto”, dice añade Velez.

Crack the Code cuenta actualmente con una media de 1,300 estudiantes activos al mes repartidos en 22 países. Con la reciente ronda de inversión que levantó, busca alcanzar a más estudiantes de más rincones de América Latina, un plan en el que, dice, las alianzas serán clave para lograrlo.

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