Es la una de la tarde en el Zócalo de la Ciudad de México y la señora María, junto a su hermana, llevan ya tres horas sentadas en el piso de este emblemático lugar. Llegaron alrededor de las 10 de la mañana para “apartar” y nada, aseguran, las hará moverse de este lugar, ni siquiera el fuerte rayo de sol que cae sobre sus hombros. Su objetivo es sólo uno: Ver a Andrés Manuel López Obrador, en primera fila cuando llegue la hora y escuchar con emoción cada una de las palabras que el nuevo presidente de México diga. Pareciera ser este el mismo objetivo que otros miles de personas que ya están paradas cerca del escenario también desde esta hora, viendo algunos pocos los actos de la verbena cultural que el gobierno organizó para este día y algunos muchos más bien dialogando y gritando consignas entre ellos. Se escuchan claramente frases típicas como “es un honor estar con Obrador” o el grito de “presidente, presidente”, entonados los asistentes, un porcentaje de ellos parte de grupos procedentes de organizaciones y delegaciones de la ciudad, y otros tantos ciudadanos de a pie que se han dado cita en el lugar. La vendimia es típica, y cual si fuera un gran artista, comerciantes se hacen presentes sobre la plaza. Como siempre hay de todo, playeras por 60, peluches con la figura de AMLO por 50, gorras de a 30 y hasta stickers de a 10. Ellos hacen su agosto y la gente se siente parte. También hay en el lugar bandas que tocan música norteña, dragones chinos que recorren la plaza cual si fuera su barrio, ciclistas que viene a apoyar la despenalización la marihuana y grupos de la comunidad LGBT que están con AMLO. Incluso se hicieron presentes algunos manifestantes venezolanos, quienes esperaron la llegada de Nicolas Maduro al recinto de Palacio Nacional para descargar, junto a algunos otros mexicanos, su odio al personaje. “Maduro renuncia, no más dictadura”, gritaron.   Es la hora La música siguió su curso minuto a minuto hasta a las cinco de la tarde en punto, cuando salió el recién nombrado mandatario de Palacio Nacional, acompañado de su esposa Beatriz Gutierrez Müller, para dirigirse al escenario principal. En el lugar lo recibieron una veintena de hombres y mujeres indígenas, quienes se tomaron alrededor de 40 minutos para “purificar” el aura de AMLO y “protegerlo” de cualquier maldad que pudiera estar en su camino. “Es un honor que los pueblos originarios puedan estar hoy con usted, que nos permita hacerle un ritual de purificación de médicos tradicionales, para que nuestros ancestros lo liberen y lo purifiquen, para que con esta fuerza del universo siga acompañándonos en la hermandad”, dijo el jefe de comunidad maya presente. Andrés Manuel escuchó cada una de sus palabras, atento, serio, aunque complaciente, inclusive cercano, se hincó ante las autoridades indígenas, las abrazo, las besó, las hizo suyas y parte de su proyecto, al menos en el discurso.   La palabras Poco más de una hora con 20 minutos, ese fue el tiempo que le tomó al ahora presidente hablar a la gente. Nada importaba, estaba emocionado, y es que probablemente llevaba más de 12 años esperando este preciado momento, probablemente aún más que el que vivió este mismo sábado por la mañana en el Congreso de la Unión. Lo reitera una y otra vez, “quiero hablarle siempre al pueblo”, y la frase retumba en la gente, quien no para de aplaudir y vitorear una y otra vez al mandatario, quien más fuerte lo grita. Son en especial algunos de sus puntos los que más los emocionan, como la amnistía a políticos en prisión, una labor que menciona está desde ya mismo encabezando la secretaria de Gobernación (Segob), Olga Sánchez Cordero, y que genera mayor parafernalia entre la gente. También lo es la recuperación de la industria energética mexicana, la cual hoy, asegura de manera tajante, está totalmente en quiebra, pero se recuperará con un ambicioso plan de refinerías que tiene en tres años. El tema de la corrupción también genera sentimientos entre los participantes, especialmente cuando asegura que su gobierno no permitirá que sus funcionarios vayan a fiestas con contratistas como sucedía en otros gobiernos. Así, sin decirlo, AMLO recordó al que se aseguraba fue el mayor beneficiado del sexenio pasado: Grupo Higa. Después vienen más y más, el adiós a la reforma educativa, el apoyo al campo y muchos otros. En total, fueron 100 puntos los que López Obrador dijo serán su prioridad. Al finalizar sus palabras volvió al comienzo, en septiembre, a la par de presentar su primer informe de gobierno, volverá a este lugar a presentarle a la gente sus logros. Para este momento, han pasado casi 10 horas desde que la señora María y su hermana arribaron a este lugar, es un tiempo considerable, sin embargo, no se van al terminar. Ellas planean seguir en el evento, escuchar a los grupos que vienen, porque esta es su celebración, su fiesta, dicen, y la de miles más que están presentes. No se pueden perder ni un minuto.

 

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