De acuerdo con expertos, el cambio climático se atribuye a la actividad humana que afecta la composición de la atmósfera mundial y contribuye a la fluctuación natural del clima observada durante períodos de tiempo similares, ya sea directa o indirectamente. El calentamiento global también amenaza varios derechos humanos básicos, incluido el derecho a la vida, el derecho a la seguridad personal, el derecho a una alimentación suficiente, el derecho al agua, el derecho a la salud, el derecho a una vivienda digna y el derecho a la autodeterminación.

De acuerdo con el Comité Permanente de Finanzas de la Convención Marco de Naciones Unidas sobre Cambio Climático, el financiamiento climático busca -entre otras cosas- reducir las emisiones y mejorar los sumideros de gases de efecto invernadero, además de reducir la vulnerabilidad y mantener e incrementar la resiliencia de los sistemas humanos y ecológicos ante las externalidades negativas derivadas del cambio climático.

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Los gobiernos e instituciones y agentes financieros deben ofrecer financiamiento para fortalecer las medidas de adaptación y mitigación del cambio climático. Dichas medidas pueden costar miles de millones de dólares, lo que las coloca fuera del alcance para regiones o países menos desarrollados que emiten menor cantidad de gases de efecto invernadero en comparación con regiones o países desarrollados. Como resultado, a medida que el ritmo de las negociaciones climáticas globales se acelera durante este año, el dinero ha surgido como un posible obstáculo.

Estos problemas tienen ramificaciones que afectan de manera desproporcionada a quienes viven en la pobreza, la marginación y la vulnerabilidad. México es extremadamente susceptible a esto debido a una serie de circunstancias, la más notable siendo su ubicación física intercalada entre dos mares. Diferentes eventos meteorológicos han venido afectando a nuestro país con creciente regularidad, con importantes consecuencias sociales, ambientales y económicas. 

Ante este panorama, en 2015, México -junto con prácticamente todos los gobiernos- se comprometió mediante el Acuerdo de París de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC) a adoptar medidas agresivas de mitigación del cambio climático mediante el aumento de la capacidad de adaptación a los efectos adversos del calentamiento global y a la promoción de la resiliencia climática y el desarrollo con bajas emisiones de gases de efecto invernadero. Para México, limitar los aumentos de temperatura y alinearlos con el objetivo global de adaptación global podría mejorar su resiliencia y minimizar su susceptibilidad al cambio climático.

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Para 2030, se espera que los costos de adaptación sean de dos a tres veces mayores que las proyecciones globales actuales, y de cuatro a cinco veces mayores para 2050. Para lograr este objetivo es fundamental garantizar que los flujos financieros estén alineados con un modelo de desarrollo resiliente y emisiones mínimas de gases de efecto invernadero.  Para ayudar a las naciones pobres a implementar sus acciones y lograr un equilibrio entre la mitigación y la adaptación, se requiere la formulación e implementación de planes sólidos financieros que integren factores ambientales y sociales en la colocación de activos.

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Pablo NecoecheaSr. Sustainability Manager de Grupo Televisa. Es profesor de las materias economía e impacto ambiental en la Universidad Anáhuac Norte.*

Las opiniones expresadas son sólo responsabilidad de sus autores y son completamente independientes de la postura y la línea editorial de Forbes México.

 

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