“Muéstrame una persona que nunca haya cometido un error, y te mostraré a alguien que nunca intentó nada en su vida!”. William Rosenberg, fundador de Dunkin’ Donuts

Emprender está de moda, curiosamente, aunque la mayoría de las empresas de este planeta son familiares, y algunas de ellas son negocios que tienen siglos de edad. Algunas personas son atraídas a la idea de emprender bajo el mantra de “ser tu propio jefe”, sin entender que ser el dueño de una empresa es más que un privilegio, es una enorme responsabilidad que, encima, no es para cualquiera. No basta solo con tener inteligencia o talento. Los mejores fundadores comparten ciertas cualidades; ¿crees tener el perfil? Revisemos esta breve pero concisa lista:

El fundador es un líder nato: Un buen fundador sabe que no puede hacer todo por sí mismo, así que se rodea de personas igual o más capaces que él o ella. Por lo tanto, debe tener la inteligencia emocional para gestionar a las personas que ha reunido; además, debe tener la habilidad de reconocer los talentos de cada una de ellas, sabiendo delegar las responsabilidades más adecuadas para cada perfil. Un buen líder, en resumen, tiene la habilidad de reconocer el talento y empoderarlo.

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Se enfoca en su cliente antes que en la competencia: Así lo cuenta Paul Graham, uno de los fundadores de Y Combinator, que llegó a declarar que, según los datos recogidos por su aceleradora, tan solo una de mil 900 startups tuvo que cerrar a causa de un competidor directo. Lo que realmente mata a una empresa, nos dice, es su incapacidad para comprender a su cliente y ofrecerlo valor. Si hay cinco emprendimientos similares al mismo tiempo, los primeros en morir lo harán por errores en la ejecución, es decir, la incapacidad de satisfacer a su cliente. 

Es testarudo: No me refiero a ser necio, sino a tener una determinación a prueba de balas. Hace unos años, escuchando un discurso de graduación en el Tec de Monterrey, universidad en la que doy clases y que se distingue por su cultura emprendedora, el entonces rector, David Noel, mencionaba que un emprendedor es, por definición, una persona que se dedica a resolver problemas, a librar obstáculos. Es una cualidad que, a mi parecer, tiene más peso que una gran inteligencia, pues de nada sirve el talento si el emprendedor se rinde a la primera señal de problemas. Según las estadísticas, la edad promedio de un emprendedor es de 45 años, y eso se debe, entre otras cosas, a que alcanzan el éxito al tercer o cuarto intento, después de haber cerrado otros negocios que no funcionaron.

Es adaptable: Tiene que ver con ser testarudo, pues para sobrevivir hay que saber adaptarse a las circunstancias. Y es por eso que un buen fundador es implacable, pero no es terco: sabe escuchar retroalimentación y, reconociendo sus errores, ajusta el camino y lo intenta nuevamente, pero con un enfoque diferente. 

Le gusta tomar riesgos: Iniciar una empresa es un gran riesgo. Un gran fundador apuesta por este estilo de vida, porque entre otras cosas, es un apasionado por resolver problemas. Pero debe estar consciente de las consecuencias: trabajará más de 40 horas a la semana, arriesgará su patrimonio, su vida personal y familiar, y al final podría quedarse sin nada. Es cierto que hay negocios más riesgosos que otros, pero no sabemos qué guarda el día de mañana: una pandemia, una crisis económica, una guerra… Emprender solo por dinero no suele ser una buena señal, pues el dinero viene hasta mucho después en el camino. Emprender es un estilo de vida, y quien no lo entiende no podrá aguantar más de un año.

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Sabe conseguir y manejar dinero: Hay personas con un talento natural para conseguir dinero: son buenos vendedores, ya sea porque saben vender sus productos o porque saben vender la visión de su negocio, consiguiendo que otros crean en él, invirtiendo en él. Saben manejar el dinero ajeno, muchas veces sin tocar el de su propio bolsillo, no le temen a las grandes sumas, pero tampoco las despilfarran. No hace falta ser un financiero consumado, pero no se puede emprender exitosamente si el dinero nos da miedo o nos parece “inmoral” obtenerlo.

Se mantiene enfocado: Una de las razones por las que muchos emprendedores fallan es porque, como se dice coloquialmente, “muerden más de lo que pueden masticar”. A veces un fundador es bueno para tener ideas y arrancarlas, pero no para darles seguimiento. Entonces, no ha terminado de concretar la primera cuando ya está planeando la segunda y la tercera. De pronto, ya está lidiando con tres empresas en vez de asegurarse de que la primera consiga ser rentable. Como dice el dicho, “divide y vencerás”, pero en este caso el vencido será el fundador.

El mundo necesita más emprendedores fundadores de empresas porque el mundo necesita de personas que sean apasionadas por resolver problemas. Y, como podemos ver, todas estas cualidades arriba descritas pueden aprenderse y practicarse, por lo que ser un gran fundador es, antes que nada, una cuestión de disciplina, profesionalización, enfoque y por supuesto, pasión por lo que hacen.

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