Un inversionista millonario y dos becarios, quienes dejaron su educación superior para perseguir un sueño emprendedor, comparten su experiencia.   Por Maggie McGrath   ¿Quieres desatar una tormenta? Haz una simple pregunta: ¿En verdad vale la pena ir a la universidad? Por un lado están las personas que dicen que definitivamente la brecha salarial entre los graduados universitarios y todos los demás alcanzó un récord el año pasado, que un título universitario es la clave para la movilidad económica y que los adultos con educación universitaria tienen incluso una menor probabilidad de divorciarse de su cónyuge. En el otro lado están las personas que definitivamente dicen no: los estudiantes se están endeudando con tal de obtener un título, que la universidad no es para todos y que una licenciatura no garantiza la prosperidad económica. Y luego están el multimillonario inversionista Peter Thiel y los desertores del MIT y Thiel Fellows (el programa de becarios de Thiel) Delian Asparouhov y Laura Deming, quienes reconocen que la educación superior tiene sus méritos, pero que un título tradicional no es para todos, especialmente para aquellos emprendedores que tienen una idea que está lista para ser lanzada, con o sin un diploma que le acompañe. “Mi punto de vista es que no hay un método que funcione para todo el mundo”, dijo Thiel durante un panel en la Cumbre de Forbes de menores de 30. “Nunca diría que todo el mundo debería abandonar la universidad y convertirse en emprendedor. No creo que todo el mundo deba convertirse en una celebridad; tampoco que tenga sentido para todo el mundo ir a una escuela de elite, y de cualquier manera no van a permitir que todo el mundo vaya a una escuela de elite.” No obstante, Deming y Asparouhov son dos personas a las que está redituando su abandono escolar para ir en pos de una idea empresarial: como Thiel Fellows, cada uno recibió 100,000 de Thiel para desarrollar su idea de negocio. Para Deming, la idea es El Fondo de Longevidad, un fondo de capital de riesgo enfocado en el antienvejecimiento; para Asparouhov, Nightingale, un servicio que él describe como un registro electrónico móvil para el tratamiento del autismo. Ambos tuvieron que abandonar la escuela durante dos años para aprovechar esta oportunidad. Ambos eran estudiantes de licenciatura en el MIT cuando recibieron la beca, y aunque los dos valoran lo aprendido durante los dos años que cursaron la carrera (“juntos sumamos un título completo del MIT!”, bromeó Asparouhov), no se arrepienten de su decisión de dejar la escuela antes de obtener un título. “Viví corriendo en el MIT; tomé en un semestre el triple de la carga normal, ésa es una de las razones por las que decidí salirme. Tengo ese marco, sé cómo aprender”, dijo Asparouhov en una entrevista después del panel. Hijo de dos médicos del Caltech, Asparouhov dijo que creció pensando que obtendría un doctorado y a los 9 años ya sabía que quería ir al MIT, pero al final de su primer año estaba listo para dejar la escuela. La única razón por la que regresó para el segundo año, dijo, fue porque estaba en el “comité del anillo” del MIT, un grupo encargado de diseñar un anillo de bronce que reciben todos los estudiantes del MIT. En realidad tomó la decisión de abandonar la escuela antes de que llegara la beca Thiel; el apoyo del multimillonario capitalista de riesgo fue la cereza del pastel. O, como él dice, dinero para la renta. “Me estaba mudando a California y firmando un contrato de arrendamiento que es como tres veces mi patrimonio”, recordó. “Tres días antes de mudarse me dieron la beca y entonces pensé ‘Oh, sí, ¡puedo pagar el alquiler!’” Para Deming, que no asistió a una secundaria o preparatoria tradicional, y en su lugar aprendió leyendo los libros de texto que sus padres le dieron o asistiendo de oyente a clases, ir a la universidad fue más una anomalía en su trayectoria educativa que la deserción. Además, el mundo de las startups es una escuela en sí, una que ella dice no necesita un título universitario. “No tener un título a veces puede ser un problema, pero de todos los problemas que puedes experimentar en el mundo de las startups es, por mucho, el menor de todos”,  dijo, y agregó que volver al MIT sería bueno sólo porque sería como unas “vacaciones del trabajo”. Es esta idea de que hay tanto por aprender de la construcción de un negocio en el mundo real en lugar de quedarse en lo que algunos llaman la burbuja de la universidad la que Thiel aprendió tras cofundar PayPal. Thiel dijo:
“Existe esta idea de que el aprendizaje ocurre en la universidad y una vez que te gradúas dejas tus libros atrás y sigues con tu vida, pero tiene sentido que siempre se está aprendiendo más. Cuando empecé PayPal tuve un aprendizaje súper intenso. Se aprende mucho sobre administración del personal, finanzas, de contar la historia de lo que tu compañía está haciendo, así que aprendes acerca de una gran variedad de cosas diferentes.”
Deming advirtió que el solo tener una idea empresarial (o cansarte de pagar la colegiatura) no es razón suficiente para abandonar la escuela. “La gente pregunta, ‘¿Debo dejar la universidad?’ Ésa es una terrible pregunta. La pregunta es ‘¿Eres apasionado sobre algo y competente en ello?’”, Dijo. Ilustró su punto con una anécdota sobre el ala delta: ella y Asparouhov comparten un instructor, quien una vez dijo a Asparouhov cuál era el récord de salto en un ala desde una colina particularmente empinada. Con toda determinación, Asparouhov se esforzó hasta que el récord fue suyo. A menos que tengas ese tipo de determinación, dijo Deming, y al menos que tengas la competencia necesaria en el campo “es una mala idea dejar la universidad”. Y para todos los demás, aquellos que no son empresarios pero que podrían cuestionar el valor de su título universitario, ¿vale la pena abandonar, o no asistir en primer lugar? La respuesta, al menos de acuerdo con Asparouhov y Deming, es la misma respuesta que se escucha con la mayoría de las decisiones personales: depende. “Siento que depende de a dónde quieras ir. Si quieres ser diseñador de la interfaz de usuario en una startup, no estoy seguro de que tenga mucho sentido pagar 50,000 dólares por un título en sociología”, dijo Asparouhov, y agregó que en un mundo ideal, los estudiantes tomarían un año de descanso entre la preparatoria y la universidad para trabajar como becarios y realmente aprender acerca de la carrera que están considerando perseguir, antes de perder el tiempo en un camino educativo que podrían lamentar. Ya sea que se tenga o no la oportunidad de hacer eso, Deming sugiere hacer lo que tantos jóvenes han escuchado antes y tantos jóvenes continuarán escuchando: pregunta a tus mayores. “Las personas mayores de 65 años de verdad tienen una buena perspectiva de la vida. Creo que lo que más nos falta cuando tenemos menos de 18 años es una perspectiva a largo plazo y darnos cuenta de que lo que suceda en los próximos dos o tres años no importa en absoluto”, dijo ella. “En la universidad te preocupa cómo te comparas con tus compañeros, pero creo que las personas más inteligentes que he conocido en la universidad son las personas que no se estresan por las cosas en el corto plazo y se enfocan mucho en objetivos específicos a largo plazo. Están pensando en cómo será la vida cuando tengan 60.”

 

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