El gobierno mexicano sorteó el peligro que habría significado el establecimiento de tarifas de 5% para los productos que se exportan a Estados Unidos, pero el precio que se pegará es muy alto y puede desatar, con el paso del tiempo, problemas aún mayores. Uno de los compromisos hechos con la la administración de Donald Trump es el de militarizar la frontera sur, para evitar el paso de migrantes ilegales y el otro es funcionar como sala de espera para quienes soliciten asilo en EU. La utilización de la Guardia Nacional para controlar la migración es una apuesta de pronóstico reservado. Los cruces de personas en las fronteras siempre son un tema delicado, que entraña fricciones diversas y que complica la relación entre los países. El agente de migración debe mezclar características como las de la seguridad con visiones más amplias de su trabajo, en las que en muchas ocasiones se requieren valoraciones que puede significar la vida o la muerte de quienes pretenden transitar de un país a otro. Los militares, es evidente, no fueron entrenados para actividades como las que ahora tendrán que emprender. En los hechos, se está renunciando a toda un tradición de política migratoria que, con altibajos, hacía énfasis, aunque fuera en el discurso, en la protección de quienes transitan por nuestro país. Como mexicanos sabemos lo que hay en juego, porque durante años, millones de paisanos se fueron a buscar una mejor vida en California, Texas o Arizona, entre otros estados de la unión americana. Lee también: El Instituto que quiere ser el ‘Robin Hood’ mexicano y devolverle al pueblo su riqueza Por ello insistimos, desde los gobiernos y las organizaciones de la sociedad civil, en la urgencia de ver a los procesos migratorios en su dimensión humana y social. Ninguna acción de contención va a funcionar, en el largo plazo, si no se acompaña de inversión en la mejoría de la vida en los países que son expulsores de personas. Quizá el aspecto más comprometedor sea el de funcionar como una surte de sala de espera para quienes buscan refugio en EU. La logística que se requiere para atender a miles de personas no existe. Van a requerir trabajo, lugar donde alojarse, y servicios de salud, lo que sería ya un reto descomunal en una situación económica normal, pero que puede resultar catastrófico en el esquema de austeridad y recortes que ahora imperan. De algún lugar tendrán que salir los recursos, si se quiere evitar crisis humanitarias, pero es probable que ello complique la operación de las áreas que sean castigadas para hacer frente al acuerdo que se firmó con Trump. Es injusto y por ello el gobierno de Enrique Peña no lo aceptó en su momento y además es poco funcional. Ni aquí ni en el norte tienen muy claro lo que puede ocurrir, además de que se violan las leyes sobre derecho de asilo. La migración es un tema global y debiera ser de corresponsabilidad, pero ello no entra en la lógica de Trump, un político enemigo de México y que, para colmo, se encuentra ya en campaña. Paramos la guerra de las tarifas, pero entramos en un laberinto del que no habrá salida sencilla, y más aún cuando todos sabemos que Trump vendrá por más, tarde o temprano.   Contacto: Twitter: @jandradej Las opiniones expresadas son sólo responsabilidad de sus autores y son completamente independientes de la postura y la línea editorial de Forbes México.  

 

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