Mientras la ciencia se ha encargado de innovar para prolongar la vida de las personas, los gobiernos y las empresas se preocupan por afrontar el aumento de la longevidad en las poblaciones.   Por Adrián Araiza Pese a tener 85 años, Aurora Arenas era una mujer muy sana y muy activa. Un día, su hija, María del Carmen Castillo recibió una llamada de su hermana para informarle que su madre estaba internada. “Tan sólo estuvo dos días en el hospital antes de morir”, dice la señora Castillo. Su madre falleció de neumonía, enfermedad que afecta a cerca de 450 millones de personas en el mundo y que se ha constituido como la cuarta causa de fallecimien­tos en personas de edad avanzada. De acuerdo con la Facultad de Medicina de la Universidad Nacio­nal Autónoma de México (UNAM), las causas de muerte por enferme­dades crónico degenerativas entre adultos mayores son diabetes melli­tus (12.8%), cardiopatía isquémica (12.7%), enfermedades cerebrovas­culares (7%), neumonía (5.7%) y enfermedades del hígado (3.1%). Hoy en día, la esperanza de vida en México es de 74.95 años; 72.34 para los hombres y 77.68 para las mujeres, según el Consejo Nacional de Población (Conapo). Se espera que incremente a 79.42 años para el año 2050. “La expectativa de vida ha aumentado, pero al mismo tiempo, el enfoque de la medicina es que las personas vivan más tiempo y más sa­ludables”, explica José Alberto Peña, vicepresidente y director general de GSK México. Lo cierto, coinciden varios espe­cialistas, es que entre mayor sea el incremento de la expectativa de vida, mayores serán los riesgos de padecer una enfermedad. Según datos publicados en el 2014 por la Organización para la Coopera­ción y Desarrollo Económicos (OCDE), el gasto de México en el sector de salud es de 6.2% del PIB. Para ponerlo en perspectiva, Estados Unidos invierte 16.9% de su PIB y el promedio de los países del informe es de 9.3%. En México, 50% del gasto total en el sector de salud proviene del sector privado, que es el porcentaje más elevado de todos los países per­tenecientes a la organización. “El panorama en el sector de salud en México tiene sus retos. Sa­bemos que en la parte presupuestal el sistema de salud tiene ciertas presiones”, comenta Peña. Como el acceso de la población a los medicamentos. De acuerdo con la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición (Ensanut), aún existen barreras para el acceso a medicamentos. En 2012, de las personas que ob­tuvieron asistencia médica a través del Instituto de Seguridad y Servi­cios Sociales de los Trabajadores del Estado (ISSSTE), casi la cuarta parte obtuvo solo uno o ninguno de los medicamentos recetados. Otro indicador mostrado en el estudio demuestra que la probabi­lidad de gastar en medicamentos al recibir atención médica en el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) es de 3.6% y en el ISSSTE de 19.5%. “Desafortunadamente, la des­igualdad en México es un problema que afecta la calidad de vida de las personas, porque no todos tienen acceso a realizarse los mismos estudios y recibir los mismos medicamentos”, comenta Rosaura Ruiz, ex directora de la Facultad de Ciencias de la UNAM y especialista en temas de longevidad. La Ensanut revela que el monto gastado en medicamentos para los pacientes del IMSS por cada visita es de 307 pesos, mientras que el de los afiliados al ISSSTE, es de 319.2 pesos.   El problema de envejecer “Hoy en día, contamos con más adultos mayores de 60 años, que niños menores de cinco años”, dice Luis Miguel Francisco Gutiérrez Robledo, Director del Instituto Nacional de Geriatría (ING). “Esta diferencia será más pronunciada en el futuro, por ello, la problemática del envejeci­miento, es la dependencia, que va del aspecto económico hasta las actividades más elementales de la vida cotidiana”. Según la Ensanut, alrededor de 5% de la población mayor de 65 años de edad, es totalmente dependiente. Entre 25 y 30% de las personas mayores de 65 años cuentan con algún grado de discapacidad. Esto significa grandes gastos por parte de la sociedad y también de los familiares. “La probabilidad de discapaci­dad para una persona mayor de 60 años es de 30%. Para una persona mayor de 60, que además tiene diabetes, aumenta 20% adicional. Si además tiene otra enfermedad crónica no transmisible, 10% más. Si aparte tiene discapacidad visual o auditiva, otro 15% más”, expresa el director del ing. La dependencia funcional puede ser generada por enfermedades que comprometan la capacidad del juicio y del intelecto, como el Alzheimer, y a pesar de que ésta no ha tenido gran impacto en Méxi­co, la enfermedad es uno de los factores principales de la institucio­nalización de personas mayores en Europa. “El monto total del trabajo no remunerado en salud es del mismo tamaño que el gasto hospitalario total del país”, destaca Gutiérrez Robledo. Lo anterior representa una im­plicación ética: estamos dedicando gran cantidad de recursos a la longevidad de la población, pero tarde o temprano, las personas caerán en una situación de dependencia. reuters_longevidad_problema1 Innovación y cultura Debido a los desafíos que la indus­tria farmacéutica enfrenta en la actualidad como el vencimiento de patentes, presión para disminuir los costos de medicamentos y crecimien­to de los genéricos, es difícil innovar sin colaborar con otras instituciones, añade el director de GSK. En México, la compañía en la actualidad invierte 140 millones de pesos (mdp) en investigación y desarrollo; 60% en el área de vacu­nación y 40% en tratamientos. Debido al alto costo para desarrollo de nuevas moléculas, algunas empresas farmacéuticas se han enfocado en sus fortalezas de negocios. “Nuestros cuatro pilares estratégicos son: vacunas, VIH/Sida, enfermedades respiratorias y pro­ductos de consumo. Nos estamos profundizando en estos segmentos en lugar de diversificarnos”, explica el directivo de GSK. Otra forma en la que busca innovar GSK es colaborando con ins­tituciones como el Consejo Nacional de Ciencias y Tecnología (Conacyt). “Siempre estamos trabajando con distintas instituciones y gobiernos para buscar la mejor manera de edu­car a la población y también para de­sarrollar modelos de investigación.” Recientemente GSK empezó a trabajar con Conacyt en un acuerdo público-privado en el que se busca impulsar y promover el desarro­llo de investigadores científicos mexicanos. El programa Trust in Science es un acuerdo de tres años en el que se asignaran anualmente cinco científicos mexicanos de nivel post doctoral para trabajar en instala­ciones de investigación de GSK en Filadelfia, Reino Unido, Madrid, Bruselas y París. El enfoque es promover la pre­sentación de proyectos de inves­tigación científica y/o tecnológica relacionados con enfermedades metabólicas, respiratorias, tropicales desatendidas, inmunología, inflama­ción y productos biofarmacéuticos. “La innovación generada gracias a la investigación y el desarrollo es estratégica para GSK y Mé­xico juega un papel impor­tante en esta área. En 2013 participamos en 23 ensayos clínicos realizados en 82 centros de investigación”, explica José Alberto Peña. Sin embargo, apunta Rosaura Ruiz, poco es el impacto que puede tener la innovación farmacéu­tica si no se impulsa un cambio cultural en México orientado a la prevención. “La ciencia no lo sabe todo, pero si hay cosas como una alimentación adecuada, no fumar, hacer ejercicio que favorecen nuestras vidas a largo plazo”, dice.   ¿Hasta dónde? Dentro de las medidas preventivas, Gutiérrez Robledo opina que es necesario revisar el punto de corte del umbral de la vejez para poder brindar una solución a los proble­mas presentados por la longevidad: “Nuestra sociedad cuenta con un sistema que da lugar a tres espacios sociales: los que están creciendo, los de edad madura, y los que vie­nen en declive. Pero estamos viendo casos en los que llegan a haber cuatro y hasta cinco generaciones que están sobre la tierra al mismo tiempo”. Esta situación pone a la sociedad frente a otro dilema: ¿cuánto más puede extenderse la vida de las personas sin afectar la calidad de vida de los tres espacios sociales establecidos? Al respecto, el director del ING expresa: “Una opción sería dejar de ver a la vejez como una edad que esta re­lacionada con un cambio so­cial, como lo es la jubilación, y verla desde la perspectiva de la edad prospectiva, la cual en distintas poblaciones, sería de 15 años. Es decir, si la esperanza de vida en México es de 74 años, se determina­ría una esperanza de vida remanente de 15 años. No obstante, asegura la Rosaura Ruiz, el aumento de la longevidad ha sido un factor positivo para el desarrollo de la sociedad. “La selección natural ha favo­recido nuestra longevidad porque los abuelos tiene un rol en nuestra sociedad. Los abuelos ayudan a cui­dar a los nietos y esto los hace felices a ellos y ayuda a tener generaciones más educadas”, dice la doctora. “Las personas en edades extre­mas siguen ocupando esa imagen que tradicionalmente relacionamos con la vejez, pero ahora llegamos a ver personas de 72 años, que se encuentran sanas, activas y lúcidas, rompen con el estereotipo del ‘abue­lo’”, comenta Luis Miguel Francisco Gutiérrez Robledo. Según un estudio publicado por el Centro de Desarrollo Económico de la London School of Economics and Political Science, en el cual se observaron a 23,162 personas de 18 a 85 años, los edades más felices de una persona son a los 23 y 69. El motivo por el cual las personas vuelven a encontrar esa felicidad perdida durante la edad mediana según el estudio, es por que los individuos entran a un estado de declive en su felicidad en donde se empieza a analizar negativamente los distintos logros no realizados, lo cual ocurre alrededor de los 55 años. Hacia los 69 años, demuestra el estudio, las personas tienden a su­perar sus decepciones y a encontrar nuevos motivos para vivir, como la oportunidad de realizar sus anhela­dos hobbies. Estos hallazgos parecen concor­dar con lo que el Director del Insti­tuto de Geriatría denominó como la “Gerolecencia”; etapa de la vida en la que personas entre 50 y 65 años entran a la vejez en una condición de indefinición respecto cuál es su rol como adultos mayores. Esta confusión tiende a asimilar a la adolescencia vivida, lo cual abre una gran gama de posibilidades debido a que estos “gerolecentes”, se encuentran en buena salud y con una calidad de vida bastante sana. El reto será mantener la ética para preservar la salud y la vida humana. Cada vez será más común en nuestra sociedad ver casos como el de Aurora Arenas, madre de María del Carmen Castillo, en los que madre e hija coinciden en la tercera edad estando aún sanas y lúcidas para seguir aportando a la sociedad.

 

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