El secuestro, el acoso, la explotación sexual, el hostigamiento, las amenazas virtuales, la difamación o el llamado cyberbullying son algunos de los riesgos a los que se exponen tus hijos cuando navegan en internet o interactúan en redes sociales.   Por Fausto Escobar Ya se ha hablado mucho de que en determinadas épocas del año o en fechas específicas se incrementa el nivel de amenazas informáticas debido al inadecuado comportamiento y a los descuidos de los usuarios cuando navegan en internet o interactúan en redes sociales; hace poco, por ejemplo, aparecieron en los medios varias notas alrededor de las festividades de Navidad, Año Nuevo y el Día de San Valentín, oportunidades que los ciberdelincuentes nunca desaprovechan para hacer de las suyas. En comparación con las anteriores celebraciones, el Día del Niño no registra tantos impactos delictivos, pero no podemos dejar de lado esta emblemática fecha porque presumiblemente son los menores de edad quienes están más expuestos a aquellos peligros que sobrepasan las fronteras de lo económico (aspecto en que los adultos son el blanco por antonomasia); nos referimos a riegos como el secuestro, el acoso, la explotación sexual, el hostigamiento, las amenazas virtuales, la difamación o el llamado cyberbullying, sumado todo ello al “tradicional” acceso ilegítimo a sus datos confidenciales y al daño informático causado por el spam o el phishing, fenómenos que podemos definir simplemente como correos electrónicos con enlaces a páginas fraudulentas y/o prohibidas. Justamente con motivo de esta fecha en específico, los avances del Senado en materia legal respecto de la explotación infantil fueron reconocidos en 2007 por el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia, debido a que por primera vez en México se tipificó como “graves” a los delitos de turismo sexual contra menores de edad, la pornografía infantil (incluyendo la que se promueve vía internet) y la trata o el lenocinio de personas menores de 18 años, mientras que media década antes la propia UNICEF había publicado un estudio en el cual informaba que alrededor de 16,000 infantes fueron víctimas de explotación sexual en nuestro país. Quizá el llamado “grooming” sea el riesgo al que más le temen los padres de familia, pues se trata del acoso o seducción de niños y jóvenes por parte de un adulto, quien por lo regular se hace pasar como un menor de edad, a fin de ganarse la confianza de aquéllos, lo cual puede ser el preludio de un posible encuentro personal para posteriormente abusar de la víctima. Estos abusadores recurren al engaño y a la sorpresa como sus principales armas o estrategias de operación, siendo los niños de entre 8 y 12 años los objetivos idóneos de casi todas sus agresiones sexuales o de otra índole; de estos últimos, los más vulnerables son quienes muestran algún retraso en su desarrollo o en sus capacidades físicas y psíquicas; aquellos que han sido víctimas de maltrato, que han vivido la separación de sus padres o que forman parte de familias reconstituidas; los que padecen falta de afecto, así como los que están en la etapa de la pre pubertad o de desarrollo sexual. Pero ¿cómo saber si nuestros hijos están en riesgo latente de convertirse en víctimas de este tipo de delincuentes? Una clara señal de alerta puede ser si el pequeño, o no tan pequeño, pasa demasiadas horas conectado a internet (y más si lo hace de noche); cuando entran llamadas “sospechosas” o llegan regalos de desconocidos; cuando el niño apaga la computadora si uno entra en su habitación; cuando éste se aísla de la familia o se niega a hablar de lo que hace en internet, entre otros indicios. Como padres debemos poner especial atención en lo que los niños realizan en salas de chat, en los grupos de noticias y en prácticamente cualquier aplicación que les permita comunicarse en línea; asimismo debemos vigilar los cada vez más concurridos foros virtuales, en que los participantes pueden agruparse según un interés o tema en particular, pues los niños y adolescentes consideran que en estos espacios podrán encontrarse con personas que hablan su mismo lenguaje y que, en teoría, tienen los mismos gustos (deportes, cine, libros, programas de televisión, videojuegos, etcétera). Otro “caldo de cultivo” para los delincuentes informáticos son justamente los videojuegos, en los que el spam y el phishing son las amenazas más comunes y se han convertido en un inmejorable gancho para atraer la atención de potenciales víctimas; eso, sin contar que se está presentando una tendencia ascendente en el desarrollo de juegos diseñados para smarphones y tablets, según las más recientes estimaciones de The Competitive Intelligence Unit (the-ciu.net); de hecho, Nintendo acaba de anunciar su incursión en el negocio de los teléfonos móviles y equipos inteligentes mediante el desarrollo de nuevas aplicaciones basadas en sus personajes más populares, como Mario Bros., oferta que presumiblemente vendrá acompañada de una especie de membresía multidispositivo. La propia CIU, además, calcula que la penetración de teléfonos inteligentes en México creció 28.1% durante el segundo trimestre de 2013, lo que equivale a 26.36 millones de dispositivos, así que las condiciones están dadas como para dimensionar el amplísimo campo de acción que tiene la delincuencia informática en perjuicio de jóvenes y niños. Por su parte, a mediados de marzo de este año los especialistas de la empresa argentina Simétrica concluyeron que se mantendrá la tendencia hacia la cooperación entre los grupos principales de cibercrimen a nivel global y, muy lamentablemente, se verá un crecimiento del abuso de menores en internet, sobre todo en Sudamérica y Asia. Cabe mencionar que el 6 de abril del presente año las procuradurías de la Defensa del Menor y la Familia de los sistemas estatales del DIF reportaron 39,516 casos de abuso contra niños y niñas, lo cual representa un aumento del 50% con respecto al 2013, siendo el abandono, las agresiones físicas y sexuales, así como la explotación sexual comercial, las formas de violencia de mayor incidencia, sobre todo en los estados de Aguascalientes, Coahuila, Chiapas, Chihuahua, Quintana Roo, Sinaloa y Yucatán. Lo peor de todo, alertó Juan Martín Pérez, director de la Red por los Derechos de la Infancia en México (Redim), es que el gobierno ha sido incapaz de atender el alarmante incremento de la violencia contra este sector de la población, además que ni siquiera existe un diagnóstico certero sobre la problemática como para poder diseñar políticas públicas adecuadas y que existe un subregistro de los casos de maltrato en el país, pues son pocos los que llegan a las agencias del Ministerio Público y, por lo mismo, tampoco se sancionan.   Entre lo bueno y lo malo Lo bueno: El abuso sexual infantil ya se ha tipificado como un delito por la legislación internacional y en la mayoría de los países “modernos”. Lo malo: No siempre se da una correspondencia entre el concepto psicológico y el jurídico del problema, además de que no existe un consenso sobre los procesamientos jurídicos a los que deberán someterse los delincuentes. Lo bueno: Casi todos los proveedores de servicios en línea (OSP) y de servicios de internet (ISP) ofrecen a los padres opciones de control o bloqueo. Lo malo: El número de páginas web nuevas “para adultos” excede la capacidad de cualquier compañía de software para actualizar una lista de sitios prohibidos, por lo que algunas de éstas escapan al sistema de bloqueo. Lo bueno: Podría decirse que ya se ha avanzado bastante en el tema de la delincuencia infantil alrededor de internet y que ya podemos presumir una mayor cultura de la seguridad, aparte de que cada vez son más y mejores las soluciones de protección informática a nuestro alcance. Lo malo: Los padres y maestros de anteriores generaciones desconocen de tecnología y es muy poco el tiempo que le dedican a estos temas, por lo que se les complica mantener seguros a los niños, además de que estos últimos necesitan saberse cobijados pero sin sentir que sus espacios están siendo invadidos por aquéllos. Lo bueno: El uso de dispositivos móviles o fijos con acceso a internet ha permitido que los niños aprendan y hagan sus tareas de una manera mucho más fácil. Lo malo: Se puede decir que este tipo de dispositivos ya forman parte de “la canasta básica” de los estudiantes, y no hay manera de que los padres se rehúsen a adquirirlos, así que la mejor alternativa sería subirse a la ola y fomentar tanto la comunicación como la confianza para anticiparse o protegerse de cualquier posible amenaza. Lo bueno: Hay organizaciones que cuentan con servicios que posibilitan identificar el “grooming” y vigilar la actividad de los menores de edad en los chats, en aplicaciones de mensajería instantánea e incluso en redes sociales. Lo malo: Pareciera que los proveedores de servicios (OSP e ISP), las autoridades, las escuelas y los padres de familia trabajan en el tema de manera separada, cuando se ha demostrado que la mejor defensa ante esta problemática es el consenso, la participación conjunta y, sobre todo, la comunicación desde y hacia todos los frentes.   Fausto Escobar es director general de HD México y HD Latinoamérica.   Contacto: Correo: [email protected] / [email protected]   Las opiniones expresadas son sólo responsabilidad de sus autores y son completamente independientes de la postura y la línea editorial de Forbes México.

 

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