“A través del libro nos metemos en su interior para ver cómo se comporta un órgano u otro según lo que le pasa en la vida”: Ricardo Cavolo, ilustrador.

  Se dice en ocasiones, en claro contraste ante quienes piensan que el valor de un artista es medible o estimable en función de sus destrezas técnicas o refinamiento estético, que la verdadera trascendencia de un autor en el medio del arte radica primordialmente en la cantidad de nuevos elementos que éste aporta en el lenguaje de su incumbencia. Para muchos puristas del mal llamado “gran arte” o arte de las altas esferas, las expresiones gráficas populares como el cómic o las ilustraciones de tinte infantil o de “trazo sencillo” siempre han sido vistas con relativo desdén y desconfianza, salvo muy pocas excepciones. Sin embargo, las expresiones humanas más elevadas y sensibles no distinguen una inserción idónea entre alta y baja cultura, arte pop o abstracto, métodos y técnicas, o mejores formas de entender los vericuetos más oscuros del ser humano. Dentro del ámbito musical, el trabajo de Daniel Johnston, quien visitó México por primera vez el pasado 17 de mayo, ha sido aceptado popularmente como un grande, desde aquella famosa playera de la ranita Jeremías que popularizara Kurt Cobain en su momento, a principios de los noventa. Tuvieron que pasar años y un excelente documental de por medio (The Devil and Daniel Johnston, Jeff Feuerzeig, 2005) para que la fama y éxito de Johnston llegaran de forma masiva y contundente fuera de Estados Unidos, nuestro país incluido. Mucho se habla también de la influencia de Johnston en el mundo musical alternativo, ya sea para The Flaming Lips, Lana Del Rey, Teenage Fanclub, Bright Eyes o los mismísimos Nirvana. El grado de identificación de las letras y música de Daniel con su escucha va más allá de cualquier juicio crítico puramente musical, estético o vocal. Daniel aporrea la guitarra mientras se desgarra cantando con todo el sentimiento que guarda en su ser -uno muy sensible derivado de su padecimiento mental conocido hoy como trastorno bipolar-, sin importarle mucho si está afinado o haciendo el ridículo, si se encuentra destrozando los cánones estéticos o no innova nada. Desde hace muchos años, Daniel está en lo suyo. Resulta conmovedor dar cuenta que poco importan las afinaciones, la economía de recursos y la ausencia de aquello que llaman originalidad o complejidad conceptual, a la hora de reconocer en Johnston a un artista completo. Tan completo y complejo que el cosmos caótico de Daniel trasciende el mundo de la psiquiatría y la música para insertarse también en la gráfica, ese lugar donde se debate a muerte el cosmos colorido de Johnston: Jesús contra el Demonio, Gasparín, el Capitán América y múltiples personajes fantásticos más. Cada dibujo de Daniel es una vena franca y abierta de su personalidad. Esto viene a colación debido a la pertinencia de un libro de reciente publicación en nuestro país, Daniel Johnston por Daniel Johnston (Sexto Piso, 2014), que no sólo es un tino sino un acontecimiento que se agradece y aprecia en diversos aspectos que lo hacen notable, ya que no había un registro previo en México que reuniera la faceta gráfica del autor del hermosamente perturbador Hi, How Are You? (1983). Se trata de un libro que reúne poco más de cien dibujos de Johnston, rescatados de su acervo personal, algunos inéditos hasta ahora, que abarcan desde la juventud del artista hasta fechas más recientes. Daniel Johnston por Daniel Johnston mantiene las obras sin retoque para conservar la esencia de un artista que a primera de vista puede leerse como infantil, o como una persona enferma que sólo canaliza su padecimiento a través del arte. Sin embargo, Daniel genera un cosmos lo suficientemente complejo y genuino, con sus elementos y símbolos bien definidos, a veces oscuros y multisimbólicos, colocándolo en un lugar especial como artista único de su generación, una que, por cierto, evidencia el exceso y la descomposición del “american way of life” en la época de la cultura de masas. El libro viene acompañado de textos precisos y preciosos, de la pluma del pionero del cómic alternativo, el mítico Harvey Pekar (American Splendor), el director del Museo de Arte Contemporáneo de Los Ángeles (MOCA), Philippe Vergne, y el fabuloso Jad Fair, amigo entrañable de Daniel y cantante de la legendaria banda Half Japanese. Como colofón, en la contraportada el dibujante Liniers dedica algunas palabras muy atinadas: “(…) Su sinceridad suele ser dolorosa y extraña. Parece ser una persona hecha de canciones y dibujos. Un artista en estado puro creando su propio mundo como un Dios redondo. O un Dios con forma de extraño sapo. Un Dios que te saluda y te pregunta: “Hi, how are you?”   [youtube id=”HuPxlVJ3NVc” width=”620″ height=”360″] Twitter: @Raika83 Correo: [email protected] 

 

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