La explosión del Big Data y la capacidad de analizar grandes cantidades de información crea un ambiente en donde todo puede ser vigilado, donde el monitoreo de hábitos de consumo, aspectos económicos, sociales y, sobre todo, los aspectos personales que compartimos en el mundo digital, se vuelve la nueva norma. La búsqueda de nuevos datos específicos genera nuevas tensiones entre aquellos que son dueños de algún tipo de información que proveen las personas y todos aquellos que se sienten vigilados u observados en todas las actividades que realizan en su vida digital. Al mismo tiempo que se crea un ambiente en el contexto del consumidor que tiende a la desconfianza, empresas, instituciones y gobiernos buscan el acceso a datos que ayuden a crear ventajas competitivas.  La creación de mejores productos, y la necesidad de profundizar en las conexiones humanas a empiezan a producir una sobreexposición de la intimidad y los datos personales. La empresa consultora Gartner predice que para 2018, el 50% de violaciones de ética empresarial estarán relacionados con los datos. En este entorno, las personas buscan continuar su vida digital de consumo y personal dispuestas a compartir información que les permite acceder a nuevos productos y servicios, y crear conexiones con otras personas a través de las redes sociales, pero sin poner en riesgo su privacidad. Este cambio en el contexto surge a raíz de la propagación de datos que vamos dejando en nuestro recorrido digital, y así como del rápido crecimiento de los usuarios de smartphones, en donde los usuarios tienen acceso a servicios en su versión digitales. Se espera que, en el 2020, cada persona en línea creará aproximadamente 1.7 megabytes de datos nuevos cada segundo de cada día, esto estaría por arriba de los 44 zettabytes (o 44 billones de gigabytes) de datos que existirían en el universo digital para ese momento. La línea entre público y privado se desvanecerá, lo que hará más profunda la discusión de los nuevos parámetros sociales y culturales relacionados con la protección de la privacidad de las personas. Esta tensión lleva a empresas como Google a dejar de hacer una práctica habitual de escanear los emails de los usuarios de Gmail con fines de publicidad ante la demanda de privacidad de los Empresas de comercio empiezan a tomar cartas en el asunto para mantenerse en la línea de lo privado al manejar datos de los consumidores. Como es el caso de Mercadolibre, que busca nuevas formas de utilizar la información proveída por los consumidores sin vulnerar su privacidad, con el fin de generar nuevas propuestas de valor. La tecnología esta cambia el entorno. La privacidad se reinventa constantemente y aquellas empresas que puedan anticipar los cambios en el contexto del consumidor y adaptarse a ellos serán las ganadoras.   Para más información sobre cómo Trendline puede ayudarte a encontrar nuevas oportunidades para tu empresa, escríbenos a [email protected] www.trendline.lat

 

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