Por: Antoine Torres

Hace un par de semanas la NASA publicó las primeras imágenes capturadas por el Telescopio James Webb, una fascinante obra del ingenio y la ingeniería humana, cuyo desarrollo tomó casi 30 años y que hoy se encuentra orbitando en el espacio exterior a un distancia de la Tierra de alrededor de 1.5 millones de kilómetros (casi cinco veces más la distancia entre el planeta y la Luna). Aunque pareciera que no, esas fotografías impresionantes, con millones de estrellas y miles de galaxias, son resultado de una de las extraordinarias capacidades del ser humano: la posibilidad de contar historias.  

El contar narrativas o relatos va mucho más allá de los libros que leemos, las películas que vemos o la música que escuchamos. Narrar es uno de los actos humanos más básicos que todos desarrollamos, es una actividad que nos permite conectar con otras personas más allá de los instintos, y es la piedra angular sobre la cual la civilización entera ha prosperado.Hace algunos años, un grupo de antropólogos publicaron un estudio en Nature, en el que analizaron cerca de 89 historias de diferentes culturas de Tailandia, Malasia, África, entre otras. El análisis de los relatos y la forma de pensar de muchas de estas culturas ayudó a los antropólogos a detectar que la narración de historias es un medio básico y poderoso que incluso las tribus más antiguas utilizaban para fomentar la cooperación y enseñar normas sociales como la justicia, la empatía, la igualdad sexual o incluso la celebración de descubrimientos científicos.

Así pues, contamos historias para comprender el mundo que nos rodea, para desarrollar un sentido de comunidad y unión, para alertarnos o justificar los riesgos o fenómenos que no entendemos, para generar empatía y sobre todo para darnos cuenta que todos somos parte de algo mucho más grande que nosotros mismos.

En los últimos años, con la acelerada expansión del internet la capacidad de narrar, consumir, conectar e interactuar con historias ha crecido exponencialmente a nivel global derivado del alcance de las plataformas digitales. 

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Desde un artículo web, hasta un simple post o memes, los seres humanos hemos encontrado la manera de llevar nuestra capacidad de contar historias a este universo digital que nos rodea.

Sin embargo, y de acuerdo con un análisis de Harvard Business Review, de todos los formatos narrativos que han florecido en el mundo digital, el video se ha convertido en el único formato capaz de producir un nivel de oxitocina, el químico neuronal que nos llena de ese sentimiento de confianza y confort, similar al que producimos cuando tenemos interacciones sociales cara a cara.

En otras palabras, el lenguaje en video se ha convertido en una forma de comunicación universal porque aprendemos a leerlo desde muy temprana edad y hoy abre la puerta a que esos nodos de conexión humana puedan multiplicarse de maneras que antes eran imposibles.

Un ejemplo reciente está en el acelerado auge que los contenidos de video en formato vertical han adquirido como herramientas de comunicación. A un año de su lanzamiento, los videos de Shorts de YouTube ya rebasan los 1,500 millones de usuarios con cuenta por mes y acumulan cerca de 30 mil millones de vistas diarias, casi cuatro veces más de lo que registraban en abril del 2021.

Para darnos una idea, a YouTube como plataforma le tomó más de diez años llegar a sus primeros 1,000 millones de usuarios por mes. Y según datos de GWI se espera que para finales de 2022 el video vertical sea una forma de comunicación para más de 1,600 millones de personas en el planeta.

Parte de ese universo de contenido es el que durante los siguientes años, permitirá a millones de personas conectar, entender y aprender del mundo que los rodea. Son esas narrativas las que nos harán sentirnos parte de algo más grande, pero también serán la clave para ayudarnos  a explicar algunos de los retos más importantes que tenemos frente a nosotros. 

Hace miles de años creamos una mitología en las estrellas, hace cientos de años comenzamos a entender nuestro universo, un par de décadas atrás narramos la posibilidad de caminar sobre algunos de esos astros y hace tres semanas vimos por primera vez miles de galaxias a más de 5,000 millones de año luz de nosotros. Es imposible conocer qué pasará en los siguientes 50 años, pero lo que sí tenemos por seguro es que, por nuestra naturaleza, contaremos relatos de ellos y que la gran mayoría de estos los veremos a través de un video.

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Por Antoine Torres, Responsable de alianzas de contenido para YouTube Latinoamérica.

Las opiniones expresadas son sólo responsabilidad de sus autores y son completamente independientes de la postura y la línea editorial de Forbes México.

 

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