Por Brian Solomon El martes, el cofundador y CEO de Uber, Travis Kalanick, hizo una sorprendente declaración, afirmó que necesitaba “cambiar fundamentalmente como líder y madurar”. De esa manera, Kalanick respondía al último escándalo de Uber, en el que el CEO de 40 años fue grabado en video discutiendo con uno de los conductores de su compañía. Kalanick, cuya fortuna se estima en más de 6,000 millones de dólares (mdd), dijo a sus empleados, a través de un correo electrónico: “es la primera vez que estoy dispuesto a admitir que necesito ayuda para ejercer mi liderazgo y la voy a conseguir”. Lee: Uber en nuevo escándalo por insulto de Kalanick a chofer Esta “ayuda” podría significar muchas cosas, desde coaching ejecutivo hasta contratación de ejecutivos de alto rango. Pero Uber puede necesitar más que eso: después de un flujo interminable de noticias terribles en lo que va del año, la compañía debería considerar la posibilidad de reemplazar a Kalanick por un CEO experimentado y profesional. Kalanick ha hecho un gran trabajo en términos de crecimiento, Uber pasó de un simple servicio de transporte privado en San Francisco a una compañía mundial de transporte, que provee decenas de millones de viajes mensuales en más de 450 ciudades y 73 países. La personalidad agresiva de Kalanick llevó a la compañía a recaudar más dinero que cualquier otra empresa y a luchar en cada mercado contra otros competidores, intereses privados y hasta gobiernos locales. Uber todavía puede moverse rápido, pero no puede darse el lujo de seguir “rompiendo cosas”. Valuada en 68,000 mdd y con 16, 000 mdd en capital y deuda, sería una empresa pública masiva (actualmente vale más que GM y Ford) si sólo tuviera un stock ticker —reporte de precio de ciertas acciones, actualizado a lo largo de las sesiones bursátiles—. También se está haciendo omnipresente en mercados más establecidos, una pieza clave de la infraestructura de tránsito de muchas ciudades. Tratar de continuar por el mismo camino sólo perjudicará las posibilidades de Uber de resolver sus mayores desafíos. Hoy en día debe ser capaz de asociarse con fabricantes de automóviles y con la ciudad, el estado y los reguladores federales para ser la primera empresa en lanzar al mercado los vehículos autónomos seguros. Necesita construir un negocio maduro que genere ganancias en sus mercados más antiguos para financiar la expansión en el extranjero y de nuevas áreas, como la entrega de alimentos. Necesita atraer talento y crear un ambiente de trabajo positivo para esos empleados. Y no son las mismas habilidades necesarias para iniciar un negocio desde cero o escalarlo rápidamente. La cultura de Uber empieza desde el líder principal , y ​​actualmente causa más problemas de los que resuelve. Las historias de sexismo y acoso compartidas por exempleadas de esta plataforma, como Susan Fowler, son horrendas, pero ¿son sorprendentes? Kalanick ha llamado “Boober” al servicio de transporte privado y tuvo que despedir a Amit Singhal, el nuevo vicepresidente de Ingeniería, después de que se dio a conocer que Singhal dejó Google debido a acusaciones de acoso sexual. Quienes trabajan en la compañía la describen como un lugar de trabajo feroz, donde se pone a competir a sus empleados para ganar atención y recompensas financieras. El modelo a seguir: ejecutivos recompensados ​​tras amenazar a periodistas. Los conductores, que no son empleados, son tratados como ciudadanos de segunda, incluso por el propio CEO. No es de sorprender que los usuarios se hayan vuelto tan pronto contra la compañía cuando las protestas por el veto migratorio del presidente Trump se convirtieron rápidamente en el movimiento #DeleteUber. Mientras tanto, la preciada operación de automóviles autónomos de Uber ha sufrido una serie de heridas autoinfligidas. El verano pasado, Uber gastó 680 millones de dólares en el lanzamiento de la startup Otto y la promoción de su líder, Anthony Levandowski, ex ingeniero de Google. Levandowski operó a la manera de Uber: ignoró las advertencias de la DMV de California y se negó a registrar en el estado a los vehículos autónomos de Uber, incluso después de ponerlos a circular por las calles de San Francisco. La compañía también mintió al público cuando uno de esos coches fue videograbado cruzando un semáforo en rojo. Ahora, Waymo, la compañía de desarrollo de vehículos autónomos de Google, está demandando a Uber, alegando que Levandowski robó propiedad intelectual y la utilizó para estructurar la tecnología crítica detrás del sistema autónomo de Uber. Silicon Valley adora al fundador de Uber, y en un mundo donde el CEO de Snapchat, Evan Spiegel (26 años), está haciendo pública a la compañía, Kalanick parece alguien muy experimentado. Pero tal vez él no es la persona adecuada, con la experiencia adecuada, o francamente, la persona pública adecuada para guiar a Uber en su próximo capítulo. El manejo de una empresa como Uber es uno de los puestos de trabajo más atractivos del país, y Uber debe elegir a un ejecutivo talentoso si decide realizar una búsqueda exhaustiva. Hay un montón de gente en Silicon Valley que debería considerarse. Sheryl Sandberg de Facebook es una opción obvia, especialmente ahora que no tiene oportunidad inmediata en el gobierno. Eddy Cue construyó en Apple un negocio sólido de servicios con excelentes productos y asociaciones. La actual directora ejecutiva de YouTube y ex ejecutiva de Google, Susan Wojcicki, es más que capaz para efectuar dicho trabajo. ¿Es demasiado ambicioso para Uber contratar a actuales CEOs? Dada la trayectoria de la compañía, ¿podría Meg Whitman, Bob Iger o Jeff Immelt considerar tomar el trabajo? Si Uber quiere mantener sus finanzas, podría considerar  alguien como Jamie Dimon de Wall Street. O tal vez podría atraer a un veterano lejos del retiro. John Chambers dirigió Cisco por 20 años antes de volver a ocupar en 2015 el cargo de presidente. Se rumoreaba que el ex CEO de Ford, Alan Mulally, estaría a la altura del puesto de Microsoft, y Uber es una industria más cercana a su experiencia. Por lo menos, Uber necesita desesperadamente a algunos miembros más fuertes de la junta directiva. Desde el año pasado, la junta directiva de Uber tenía sólo siete miembros votantes, incluyendo una sola mujer. Kalanick se sienta en la mesa directiva con el cofundador Garrett Camp; el primer empleado de Uber, Ryan Graves; y los inversores Bill Gurley, David Bonderman y Yasir Al Rumayyan (del Fondo de Inversión Pública de Arabia Saudita). Arianna Huffington se unió a la junta el año pasado, pero tiene un historial de quejas laborales en su anterior lugar de trabajo, el Huffington Post. Los únicos inversionistas que han hablado en contra de la compañía hasta ahora han sido: Mitch y Freada Kapor. Uber necesita una reestructuración desde el interior, y si Kalanick se está dando cuenta justo ahora que necesita “crecer”, puede que sea demasiado tarde. Te puede interesar: Exempleada revela acoso de directivo de Uber; Kalanick ordena investigar

 

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