Cuando se habla del rey de los metales se suele considerar como aumentos en la “demanda” cada vez que las compras de éste se incrementan en las cuatro categorías en que se divide: joyería, tecnología, inversión y bancos centrales. No obstante, el oro no es una materia prima (commodity) ordinaria, sino LA materia prima dinero. Debido a su alto valor, casi todo lo que se extrae pasa a acumularse como joya, lingote o moneda. Una mínima parte se pierde. Como es obvio, por sus características y propiedades, el oro no se quema como el petróleo ni se consume como el trigo o el maíz. Cada onza que se saca de la tierra no desaparece sino que pasa a ser guardada en manos de alguien –su tenedor–, quien así ejerce demanda. Al ser dinero en sí mismo, no se le tira a la basura, se le cuida y resguarda. Así entendida, la demanda real de oro va SIEMPRE en aumento, porque no importa cuánto se produzca, siempre habrá alguien que gustoso lo reciba y acumule. Eso explica por qué es la commodity con el mayor número de existencias con respecto a lo que se produce cada año. Sus inventarios totales se mantienen al alza en todo momento. El Consejo Mundial del Oro (WGC, por sus siglas en inglés) los estima en 186,700 toneladas (t) al cierre de 2015. Esa demanda permanentemente insatisfecha por parte del público la distingue de las demás materias primas y es lo que le da valor. En palabras del profesor Antal Fekete, fundador de la Nueva Escuela Austríaca de Economía, para fines prácticos la utilidad marginal del oro es constante. Gracias a ello, el oro fue encumbrado –tras un muy largo proceso de discriminación entre distintas mercancías que fungieron como intermediarias generales en los intercambios a través de los siglos– como el dinero por excelencia. Ninguna autoridad impuso su uso como tal, fue la interacción de las personas en el mercado la que lo eligió en libertad, junto con su eterna compañera, la plata. El oro, pues, es el dinero de los libres. Explicado lo anterior, este miércoles el WGC publicó su informe Gold Demand Trends con las estadísticas al segundo trimestre de este año. Destaca que la demanda (que, como ya vimos, se refiere a las compras) de inversión se disparó 141% respecto al primer semestre del año pasado, con lo que alcanzó un máximo histórico para cualquier periodo similar, de 1,064 t. Es la primera vez que por dos trimestres consecutivos el rubro de inversión es el mayor componente de la demanda. Esto ocurrió en un contexto en que el PRECIO de la onza de oro subió 25% en dólares, su mayor ganancia desde 1980 para una primera mitad de año. El apetito por el metal precioso fue mayor en algunos mercados debido a la debilidad de ciertas divisas frente al dólar. La escalada en las cotizaciones provocó también que la demanda de joyería cayera 14% con respecto al primer semestre de 2015. Bancos centrales y tecnología también bajaron en 3 y 40%, respectivamente. Como queda claro, son las compras de los inversores las que han presionado al alza el precio del oro ante un escenario económico global adverso, donde además están proliferando los rendimientos negativos en bonos considerados “refugio”. Los responsables de esta grave anormalidad, vista por primera vez en la historia, son los banqueros centrales con sus políticas monetarias ultraexpansivas y la depresión artificial de las tasas de interés. Y es que si por prestar no se gana, sino que al contrario, se pierde dinero, los incentivos quedan más que puestos para buscar activos que no apliquen ese castigo, como las divisas en efectivo y los metales preciosos monetarios en físico. Es de llamar la atención que ahora sean los inversionistas occidentales, en vez de los asiáticos, los que estén aumentando de manera más importante sus posiciones en oro, en especial a través de fondos cotizados (ETFs). La demanda de dichos fondos alcanzó un impresionante récord de 580 t. En México, por desgracia, la demanda de oro continuó siendo demasiado baja, insignificante, en el segundo trimestre de 2016: 4.4 t en joyería más 0.3 t en barras y monedas para un total de 4.7 t, apenas 3% más que en igual periodo del año anterior. Lo malo es que la parte de inversión (barras y monedas) cayó 22%. Hay muchos ojos por abrir aún en el país, y a eso está dedicado este blog. Ojalá desde Banxico hasta los pequeños inversores, por nuestro propio bien financiero, sigamos más el camino del oro.
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