El capitán de la política económica de México, Luis Videgaray, presume que el país está vacunado ante los choques externos y que la receta para detonar el crecimiento está en las reformas y los acuerdos, donde los plazos son valiosos para poder aprovechar oportunidades.   Luis Videgaray Caso no puede sacarse de la cabeza a Luis Cabrera Lobato, un crítico del régimen de Porfirio Díaz, seguidor de Francisco I. Madero, periodista que solía usar seudónimos para promover la anti-reelección y que sufriera el destierro a Guatemala el 10 de mayo de 1931. ¿Qué tiene este personaje, que captura la atención del colaborador más poderoso de Enrique Peña Nieto? Cabrera Lobato y Luis Videgaray han sido los únicos políticos de la historia nacional que, después de curtirse entre los corrillos del Congreso de la Unión, asumieron la cartera más importante de la administración pública federal: la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP). Así, quien también fue el secretario de Finanzas del gobierno del Estado de México, considera que su paso por la Cámara de Diputados le permitió cultivar el suficiente temple para tomar el control de la política económica de México. Videgaray Caso, desde uno de los despachos principales de Palacio Nacional, habla de la gran oportunidad que tiene México para aprovechar su frontera con Estados Unidos; al mismo tiempo, celebra la condición macroeconómica de México que le permite burlar los malos vientos que vienen de su vecino del norte, de Europa y Asia. Bajo ese entorno, considera que es necesario sepultar “viejos paradigmas” y “ataduras mentales” que permitan “democratizar” la economía a través de las reformas estructurales que, por años, se han pospuesto y que son necesarias para que México logre un crecimiento económico.   — ¿Dónde está parado México ante el contexto internacional? México está frente a una gran oportunidad y tiene hoy características que lo distinguen como una economía  en un contexto internacional con retos y riesgos, pero también con gran potencial. Somos una economía que, a diferencia de otras, no tiene desequilibrios mayores. Tenemos finanzas públicas balanceadas, niveles de deuda muy por debajo de lo que otras economías tienen, un sistema financiero sano y robusto. Somos una de las primeras economías en adoptar las reglas de Basilea III. Así, estamos en una condición en la que si hacemos bien las cosas, internamente tendremos un potencial de crecimiento muy especial, distinto al de otras economías emergentes. ¿Cuáles son nuestros objetivos? Primero, preservar lo que tenemos, particularmente la estabilidad a través de finanzas públicas sanas, de un manejo cuidadoso de las políticas financieras y respetando la autonomía del Banco de México. Segundo, tenemos que aprovechar nuestro potencial para crecer.   — ¿De qué manera la coyuntura que vive Estados Unidos afecta la cruzada del gobierno mexicano para impulsar el crecimiento económico? El Presidente de la República se ha congratulado porque Estados Unidos libró el problema inminente que tenía a inicios de año con el precipicio fiscal. Hay que entender que éste era un riesgo relevante que enfrentábamos como economía y que se ha disipado, afortunadamente. Es cierto, nuestros vecinos del norte todavía tienen tareas importantes que resolver entorno a su situación fiscal y su techo de endeudamiento, pero el paso que se dio disipa un riesgo importante y nos confirma que México tiene una perspectiva favorable para el crecimiento económico.   — ¿Hay alguna fórmula mágica para que México reduzca su dependencia económica hacia Estados Unidos? Lo que es innegable es que tenemos 3,000 kilómetros de frontera con Estados Unidos. Eso efectivamente tiene riesgos, pero también representa una enorme oportunidad. Estados Unidos es el mercado de consumidores más grandes del mundo y tenemos que entender la vecindad con este país como una oportunidad. Sí, eso no implica que debamos ignorar o descuidar otras oportunidades en el mundo, pero más de 70% de nuestras exportaciones van hacia Estados Unidos. Entonces, creo que el reto para México no es tratar de distanciarse de Estados Unidos sino hacer de la vecindad una oportunidad, más que un problema.    ¿Qué expectativas tiene frente a la crisis en Europa y el decrecimiento de las economías asiáticas? Un problema de la economía estadounidense es simultáneamente un choque financiero, un choque real. Los mecanismos de transmisión de riesgo de eventos en otras economías son fundamentalmente financieros y, ante lo que debemos estar prevenidos, es a eventos abruptos de carácter financiero que tengan su origen en Europa o en otras regiones. Hoy claramente los riesgos más importantes de este tipo están en Europa y, por lo tanto, lo que tenemos que hacer es protegernos ante este tipo de contingencias financieras. Los niveles que tenemos de reservas, el régimen de tipo de cambio flexible, la recontratación de la línea de crédito con el Fondo Monetario Internacional (FMI), la cobertura del precio del petróleo, el déficit cero planteado son elementos que nos dan instancias de protección frente a eventos abruptos que pueden provenir, que serán de carácter financiero y que se materializan con una gran velocidad.   — No hay nadie que vaya en contra de la idea de ir por un mayor dinamismo interno, pero ¿qué está en juego? Se dice fácil que necesitamos las reformas, pero ¿qué se necesita para llegar a ellas? ¿Eliminar privilegios? Son acuerdos. Las reformas que vendrán para este año tendrán que hacerse por la vía del acuerdo. ¿Qué significa un acuerdo en política? Que no puede prevalecer la versión o la visión de uno solo, significa estar dispuesto a ceder y a incluir el pensamiento de los demás. Hoy veo una madurez importante en las fuerzas políticas, entendiendo que el mandato ciudadano es que nadie tiene el poder absoluto para imponer su propia visión de las cosas. La ciudadanía nos está obligando al acuerdo y yo veo un contexto favorable.   — ¿Qué papel juegan los empresarios en ello? ¿Qué le pide el gobierno a los hombres de negocios? Hay que entender que la creación de empleos la hace el sector privado. Lo que tiene que hacer el gobierno es generar las condiciones para que los empresarios, que toman riesgos en la economía, generen empleos. Así, nuestro trabajo es generar certidumbre, incentivos, abrir espacios de productividad, quitar obstáculos para que los empresarios crean en México, inviertan y generen empleos bien remunerados. ¿Qué le pedimos a los empresarios? Que cuando el gobierno haga su trabajo, ellos pongan su parte: invertir y generar empleos.   — Todo cambio duele. Para que este país camine y sea más justo, algunos tendrán que renunciar a viejos intereses… En lo que tenemos que avanzar es en una democratización no sólo de la vida política sino de la economía, y eso significa mayores libertades de acceso, tener en términos coloquiales un terreno más parejo para que los emprendedores, para quienes quieren generar ideas y empresas, lo puedan hacer. Es necesario eliminar barreras y tener mayor intensidad en la competencia económica. Este proceso de democratización de la economía implica que algunos que tal vez no están acostumbrados a competir, ahora tendrán que hacerlo y, en ese sentido, creo que es un proceso que a final de cuentas nos conviene a todos. Hay que superar algunas visiones que ya no corresponden al presente.   — ¿Qué es lo que más le preocupa a Luis Videgaray? ¿El tema de las pensiones? ¿El endeudamiento de los estados? ¿Una reforma hacendaria integral? Lo que más me preocupa es no aprovechar el tiempo. Cada día, en esta responsabilidad, es una oportunidad que tenemos que aprovechar. El gobierno federal tiene un gran potencial y, sin duda, la SHCP es una parte muy importante para transformar la realidad nacional. Lo que más me preocupa es que pasen los días y no los aprovechemos para lograr las transformaciones que la sociedad demanda.   — En su lista de prioridades, ¿qué lugar ocupa el tema de los estados y cómo meterlos en cintura? La Ley de Contabilidad Gubernamental es un paso fundamental, que sin duda contribuye a que haya mayor orden y claridad de los recursos públicos en los estados y municipios. Un siguiente paso es la reforma en materia de transparencia, que implica estándares de transparencia mucho más sólidos. Hoy, el monto de la deuda de los estados es poco menos del 3% del PIB y, comparado con otros países, representa un monto francamente bajo. El problema es la tendencia: hace tres años esto era 1.5% del PIB, es decir, rápidamente se ha duplicado y tenemos algunos casos muy preocupantes, de francos excesos en el uso del endeudamiento. Por eso es que me parece muy oportuno lo que anunció el Presidente como una de sus 13 decisiones presidenciales, en el sentido de que exista una nueva ley que regule el endeudamiento de los estados y ponga orden en la deuda de estos y de los municipios.   — ¿Cuál es el gran asunto de la reforma fiscal? Tenemos tres grandes prioridades en la reforma fiscal. La primera tiene que ver con la capacidad financiera del Estado para estar a la altura de la expectativa de los mexicanos. La segunda prioridad es un tema de competitividad. Hacer más simple y darle mayor competitividad a las empresas mexicanas, a través de la simplificación del sistema tributario. En tercer lugar, debemos tener un sistema más justo. Tenemos contribuyentes que ganan mucho y pagan poco. Otros contribuyentes cautivos, muchos integran las clases medias, que pagan proporcionalmente más. Tenemos que restaurar la progresividad del sistema tributario, hacerlo más equitativo y que sea realmente un instrumento social para tener un México más igualitario, que hoy no necesariamente lo es.   — En entrevista con Forbes México, el Presidente de la República aseguró que en un año empezarían a sentirse los grandes cambios. ¿Para cuándo cree que los mexicanos podamos sentir ese soñado crecimiento económico del 5%? La pregunta relevante es cuándo vamos a hacer las reformas que nos permitan estar ahí, y yo creo que las reformas tienen un horizonte temporal muy claro. Por ejemplo, la reforma energética está prevista para el primer semestre de este año. La reforma hacendaria para el segundo semestre. Si hacemos esos cambios, creo que podremos ver pronto esas tasas de crecimiento que México necesita y merece.   — Se dice que el Secretario de Hacienda es, después del Presidente, el hombre más poderoso de la administración pública federal. Pero también puede ser el más vulnerable… Yo estoy muy contento, es un enorme privilegio el que tengo de servir a mi país desde esta especialísima posición. Es una gran oportunidad de vida y lo que quiero es estar a la altura de la confianza del Presidente de la República.  

 

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