Por Giuseppe Cicatelli* La reciente celebración de la Jornada Mundial de la Juventud en Panamá y el ingreso de más 250,000 peregrinos de diferentes nacionalidades nos lleva a tener en cuenta interesantes consideraciones sobre el modelo económico panameño y su apertura al resto de la región y al mundo. La visita de su Santidad, más allá de representar un evento histórico para Panamá y una poderosa inversión publicitaria para el país, marca al mismo tiempo el fin de un largo ciclo económico, donde hemos visto crecer la economía panameña al doble de nivel de la economía regional desde el 2001 hasta el 2013 y con una desaceleración predecible debido a la contracción mundial, pero manteniendo cifras por sobre la media regional. El “Proyecto Panamá” de principios del siglo XXI, basado en actividades económicas tradicionales (El Canal, Sector Financiero, Comercio y Construcción) ha sido capaz de mantener su economía entre aquellas de más alto crecimiento en el mundo, siendo al mismo tiempo receptora de inmigración, factor por el cual economías como Estados Unidos, Canadá o Australia han mantenido su ventaja competitiva en las últimas décadas. No obstante, en los últimos años el crecimiento económico de estas actividades tradicionales ha probado ser siempre bastante limitadas e incapaces de ser sostenidas por sí solas. El modelo económico del último ciclo basado en inversiones físicas empieza a mostrar niveles de deterioro, y emerge la necesidad de encontrar nuevos motores económicos capaces de compensar una estructura social que ya exhibe fuertes niveles de fragmentación. Considerando que la finalidad es empujar hacia una matriz económica aún más diversificada, los esfuerzos deben estar enfocados en consolidar una mayor inversión en capital humano y así lograr un aumento en la productividad que contrarresten los bajos índices de avances en tecnología y innovación. Mientras muchos economistas correctamente abogan en la importancia de la educación para el crecimiento en la región, la reconstrucción del modelo económico de Panamá́ a corto plazo pasa para la absorción de talento y en la creación de un marco regulatorio, capaz de agilizar ese proceso en lugar de prevenirlo o complicar dicha la integración. Mirando a la historia, muchos de los emprendimientos exitosos de América Latina están basados sobre la migración y muchas de las compañías más importantes que existen en la región han sido fundadas por inmigrantes de dos o más generaciones. “Uno de los mayores legados de la Jornada Mundial de la Juventud va más allá del impacto económico directo e indirecto de los 250,000 peregrinos, sino que está basado en el efecto multiplicador y promotor de Panamá alrededor del mundo como destino para turismo o de vida.” Una legislación o actitud negativa en la región Latinoamericana hacia la migración ha hecho que los niveles de movilidad sean extremadamente bajos con respeto a los países del hemisferio norte como Estados Unidos o Canadá, y aunque estamos en presencia de fenómenos históricos como el éxodo venezolano que ha creado la posibilidad de recibir talento, políticas proteccionistas o nacionalistas han fomentado más obstáculos en lugar de integración. Es vital observar que el éxito económico de Panamá desde el principio del nuevo siglo, más allá de los sectores tradicionales, ha sido fuertemente empujado y sostenido por olas de inmigración significativa que han encontrado su camino a pesar de las leyes bizantinas que lo obstaculizaban. Hay que reconocer que estos últimos factores han hecho posible el crecimiento económico, nos enseña que contando exclusivamente en talento local es extremadamente difícil fomentar crecimiento económico, innovar y crear instituciones de nivel mundial. Sin dudas Panamá ya es un destino de negocios establecido: posee el centro de vuelos más transitados de la región, la única ciudad de América Central con una línea de metro y con una infraestructura de primera categoría. El desafío es convertir el nuevo “Proyecto Panamá” en algo propio, una capital mundial que atraiga talento humano a nivel global, que es el elemento crucial para desarrollo de negocios, decisiones, instituciones y competitividad global. *Fundador del Holding Bacalia.   Las opiniones expresadas son sólo responsabilidad de sus autores y son completamente independientes de la postura y la línea editorial de Forbes México.

 

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