Pablo Tsukayama es peruano. En 2005 se graduó de biólogo en la Universidad Peruana Cayetano Heredia (UPCH), en 2015 terminó un doctorado en Microbiología Molecular en la Universidad de Washington y en 2016, una maestría en salud pública en la Escuela de Medicina Tropical de Londres.

En 2017, regresó a su país, respaldado por una beca de retorno de investigadores e instaló en Lima –con fondos de poco más de 243,000 dólares de la UPCH y del Estado peruano– un laboratorio de vigilancia genómica y bioinformática. Fue allí donde en diciembre pasado se identificó la variante de coronavirus SARS-CoV-2 que hoy se conoce mundialmente como Lambda.

Inicialmente difundida como “variante andina” de coronavirus, pues había sido identificada también en otros países sudamericanos de la costa del Pacífico, el 14 de junio pasado la Organización Mundial de la Salud (OMS) determinó que se trataba de una “variante de interés”, por su rápida propagación.

Respuestas pendientes

En efecto, según cuenta a Tsukayama a Forbes, la variante Lambda comenzó hacerse más y más recurrente desde diciembre pasado entre las 100 y 150 muestras de Covid-19 cuyo genoma secuencian por mes en el laboratorio de la UPCH. En abril pasado, la mutación de SARS-CoV-2 representaba el 80% de las muestras analizadas. Fue ese mes que publicaron el primer reporte preliminar sobre la variante (el primer preprint en jerga científica) en la web virological.org.

“Una variante cuya presencia pasa rápidamente del 1% al 80% de las muestras tomadas al azar del país es algo que llama muchísimo la atención, preocupa y es un patrón que ya habían visto antes, con Alfa primero en el Reino Unido, poco después Beta en Sudáfrica, poco después Gamma, en Brasil. Cuando veíamos que la historia se repetía dijimos, ‘bueno, aquí hay algo nuevo ‘”, resalta. Fue entonces que tocaron la puerta de la OMS para comunicar el hallazgo y fue así que el organismo le asignó como nombre una letra griega.

Sin embargo, a la fecha, explica el doctor, existen solo 4 investigaciones sobre Lambda con prepublicaciones científicas (frente a decenas sobre las otras “variantes de preocupación” de la OMS, como la Delta) y dos preguntas clave por responder: sobre su virulencia, si es se trata de una mutación más agresiva o que implica un mayor riesgo de muerte u hospitalización; y si escapa o no a las vacunas (en palabras técnicas, si neutraliza o no anticuerpos).

Sobre esto último, Tsukayama es concluyente más allá de la incertidumbre. “Lo que sabemos ahora es que en el mundo real todas las vacunas funcionan contra todas las variantes y no hay motivo para pensar que Lambda va a ser diferente”, afirma.

El hecho de que Lambda sea una variante de interés ante la OMS permitirá ampliar el número de papers prepublicados, confía el doctor. En ese sentido, para Tsukayama es alentador que ya haya centros de Chile, Estados Unidos y Japón que la están investigando. Es que a juicio del investigador la región el rastreo de variantes de Covid-19 aún está en ciernes en la región.

“Lamentablemente esta es la situación en muchas partes del mundo. Hay varios puntos ciegos donde simplemente no sabemos si hay nuevas variantes del coronavirus, qué está pasando, cuáles están creciendo. No sabemos muy bien lo que circula en Europa, Norteamérica, pero muy poco lo que pasa en Latinoamérica y sobre todo en África. Debería ser una preocupación no solamente de los países si no los países ricos en fortalecer a estos otros países para fortalecer una vigilancia adecuada en todo el planeta”, sostiene.

Ante una próxima zoonosis

Ante el agujero negro de información sobre las variantes locales de coronavirus, ahora Tsukayama y su equipo buscan ampliar el espectro de vigilancia genómica de SARS-CoV-2 a partir de una red de laboratorios ubicados en 5 universidades del Perú.

Tres de los centros estarán en Lima (uno en la UPCH, otro en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos y un tercero en la Pontificia Universidad Católica del Perú); un cuarto, en la ciudad sureña de Arequipa, en la Universidad Nacional San Agustín; y el quinto, en la ciudad de Chachapoyas (norte del Perú), en la Universidad Nacional Toribio Rodríguez de Mendoza. En el mediano plazo, buscan integrarse asimismo el sistema público, a través de la colaboración con el Instituto Nacional de Salud (INS), informa el doctor.

En la foto, el equipo del Laboratorio de Genómica Microbiana’ de la UPCH, que participó de la identificación de la variante de covid-19 “Lambda”. Foto: Pablo Tsukayama.

Según informa Tsukayama, están desarrollando métodos para el diagnóstico temprano de posibles nuevos patógenos y esperan procesar al menos 1% de las muestras de Covid-19 del país, además de secuenciar genomas de otras enfermedades como tuberculosis, patologías intrahospitalarias y la llamada enfermedad de Carrión (que solo existe en el Perú, apunta).

“Es básicamente lo que hizo China al inicio de la pandemia de coronavirus. Si bien se cuestiona mucho cómo China manejó la situación desde el punto de vista político, la verdad es que sus científicos tenían todos estos métodos muy bien desarrollados y en el momento que apareció esta noticia de una nueva neumonía atípica pudieron identificar rápidamente al patógeno y alertar al mundo”, comenta.

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En ese sentido, Tsukayama está convencido que la apuesta por la red de laboratorios hace sentido, pese a los magros fondos que manejan para impulsarla.

Entre el secuenciamiento genómico de Lambda y la red de laboratorios proyectada, al cierre del año habrán invertido en total 270,500 dólares, que el equipo obtuvo vía dos concursos estatales del Consejo Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación Tecnológica (Concytec).

“Después de 2022 no sabemos de dónde nos vamos a financiar”, reconoce el doctor e indica que han lanzado una campaña de recolección de fondos privados hasta ahora sin éxito, con miras la conformación de consorcios de investigación. Estiman que se requieren 486,000 dólares por año para hacer sostenible la operación.

La red de laboratorios no solo permitiría reaccionar con tiempo ante eventuales nuevas olas de coronavirus, anota Tsukayama. También podría anticipar próximas zoonosis, mutaciones de virus de animales a humanos. Esta es la principal hipótesis de la comunidad científica sobre el origen del Covid-19. “Todo el mundo está de acuerdo que eso puede suceder en la Amazonía de Sudamérica”, asegura el científico.

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