La divulgación de la Cartilla Moral, un texto escrito por  Alfonso Reyes, a cargo del gobierno de Andrés Manuel López Obrador, ha sido objeto diversos señalamientos e incluso divide a expertos al momento de hacer una evaluación en torno al contenido de ésta, sin embargo, en lo que parecen coincidir es en la contradicción que representa la distribución a cargo de centros religiosos. En febrero, López Obrador se reunió con líderes evangélicos donde se estableció que se repartirán 10 mil ejemplares de este texto, sin embargo, la distribución de la obra en físico no ha comenzado, de acuerdo con Arturo Farela, presidente de la Confraternidad Nacional de Iglesias Cristianas Evangélicas (Confraternice). La entrega sólo ha sido de manera digital, dijo, además está a la espera  de que en esta semana le sean entregados 10 mil ejemplares para su distribución. Algunos expertos en la materia coinciden en que no fue acertado que el Gobierno de México encomendara la distribución de este texto a los centros religiosos, ya que esto podría desvirtuar y generar una idea equivocada del texto en la sociedad. Lee también: La ‘Cartilla Moral’ que estuvo ‘escondida’ por décadas y que retomó AMLO No se tuvo el manejo adecuado en su distribución y la gente puede confundirse o polarizarse. Además que “la cartilla moral es un severo cuestionamiento a la vida religiosa mexicana”, aseguró Miguel Ángel Quemain Saenz, catedrático de literatura de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). “No diría que es Juarista, pero está muy opuesto a lo que la iglesia defiende”, aclaró Por su parte, Rodrigo Martínez Baracs, investigador del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), indicó que la decisión de López Obrador desvirtúa el tipo de reflexión que plantea la cartilla, ya que “las religiones tienden a imponer ciertas normas de vida que no necesariamente todos estamos de acuerdo”. “Mas que aceptar una serie de reglas, como lo hacen las instituciones religiosas, lo importante es que haya una reflexión (sobre la cartilla moral)”, sentenció. En su contra parte, José Fernández Santillán, investigador del Tecnológico de Monterrey reiteró que no tiene un contenido religioso, sino de moral aristotélica, un contenido de tipo tomista de Santo Tomás de Aquino. “El bien común es un concepto en el que entiende que el bien de las personas cuenta menos que el bien colectivo, eso pasaba en Grecia, pero en el mundo moderno está a través de las garantías individuales”. “En la modernidad del estado está para servir al individuo”, explicó. El presidente de Confraternice indicó que la cartilla moral no sustituye a la Biblia, pero es algo que puede ayudar a “un renacimiento espiritual para amar al prójimo, la familia, la naturaleza y respetar las instituciones del país”. “Los mexicanos debemos entender que tenemos un presidente espiritual”, que “no habla de religión sino de vida espiritual”. “Un presidente juarista, que no atenta contra la laicidad del Estado, donde caben todas las religiones y no se da preferencia a ninguna”, sentenció el religioso en entrevista con Forbes México.

 

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