Por Jessica Hernández* El diseño urbano resiliente, busca superar la idea de que la planeación urbana y la infraestructura pública es un asunto de arquitectos, ingenieros y políticos. Crear un entorno resiliente en nuestras ciudades implica un diseño transversal y la participación de los que vivimos en ella, por lo que es necesario crear los mecanismos de trabajo y plataformas que nos permitan conocer a fondo las diferentes dimensiones, facetas y funciones que tiene el espacio urbano. La recuperación del río Yaque en República Dominicana es hoy un ejemplo de ello. Con 308 km de longitud, de los cuales 11 km pasan por Santiago de los Caballeros, el Yaque es fuente primaria de suministro de agua del sector agrícola, ganadero, industrial y doméstico. Este proyecto se asume que es a largo plazo, busca beneficiar a los 852,361 habitantes de la ciudad y mejorar las condiciones de vida de 2,500 familias que viven en zonas de riesgo, mientras se recupera todo un entorno ecosistémico y se refuerza la resiliencia de la ciudad. La Ciudad de Santiago tiene como uno de los pilares de su estrategia de resiliencia ser un “Santiago saludable, eco-efectivo y amigo del Yaque”. Para lograrlo, se busca recuperar el río y sus alrededores con una serie de intervenciones como la creación de sendas verdes y ciclovías que conecten a la ciudad, la reubicación de viviendas en zonas de riesgo, la mejora del espacio público asociado al edificio icónico Mercado Hospedaje Yaque y el tratamiento de la contaminación del río por las aguas residuales y los residuos sólidos causados por la actividad urbana que ocurre a su alrededor. La Ciudad de Santiago de los Caballeros, con la colaboración de 100 Ciudades Resilientes (100RC) y el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) ha iniciado un proceso de “co-diseño para la resiliencia”.
  • El primer paso: reconocer que en un mismo espacio (Rio Yaque) convergen varios temas relacionados con la resiliencia de la ciudad: el manejo integral sostenible de los residuos sólidos, conservación del medio ambiente, creación de áreas verdes, manejo de riesgos, vivienda segura, inclusión social y conectividad y que nos es posible realizar cada una de las intervenciones antes mencionadas como proyectos aislados, sino como un solo proyecto.
  • El segundo paso: identificar a todos los actores involucrados en estas áreas, y abrir espacios de dialogo para recolectar información, identificar los diferentes elementos existentes y los aspectos técnicos, legales, sociales y financieros del proyecto y sus interdependencias.
  • El tercer paso: incorporar la información recabada a los criterios de diseño, proponer y evaluar alternativas de solución y un plan de implementación.
De esta forma, desde finales del 2017, se han realizado talleres, entrevistas e investigaciones de campo, donde han participado sector privado, académico, asociaciones civiles e instituciones de gobierno con diferentes responsabilidades sobre el mismo territorio como son servicios públicos, medio ambiente, ordenamiento territorial, desarrollo social, desarrollo económico, educación etc., para documentar las opiniones, hallazgos, obstáculos e interdependencias, para definir criterios de diseño rutas de ejecución. El co-diseño puede requerir mayor tiempo que si se aborda una sola dimensión o problema en un territorio especifico, sin embargo, es fundamental para su apropiación y garantizar un impacto real y duradero. Por ejemplo, de poco puede servir crear un parque sin resolver o considerar los temas de seguridad, inclusión, manejo de residuos sólidos y conectividad del entorno, o invertir en un mercado sin vías de acceso, condiciones de seguridad o de higiene apropiadas. Conocer y considerar las diferentes funciones y facetas de un territorio urbano a intervenir, refuerza la coordinación interna, ayudar a reducir las contingencias y los tiempos de implementación asociados al cambio de planes y ayuda a optimizar el uso de los recursos y maximizar los beneficios. Santiago de los Caballeros hoy es ejemplo internacional por el desarrollo de un proyecto nacional que implica el rescate de un río, sino incorporar una visión integral y colaborativa que busca sentar las bases para un futuro más resiliente y sostenible para la ciudad y la región. *Directora Asociada de 100 Ciudades Resilientes para América Latina y el Caribe.   Las opiniones expresadas son sólo responsabilidad de sus autores y son completamente independientes de la postura y la línea editorial de Forbes México.

 

Siguientes artículos

Las lecciones de Croacia para el deporte mexicano (si quiere crecer)
Por

El presupuesto para 2018 del gobierno de Croacia fue de 53,000 mdd. En México se destinaron 7,112 mdp en 2013 y en el úl...