Con el cierre de una Pascua Sui Generis comienzan seis semanas, que probablemente serán de las más fuertes en este capítulo histórico que la humanidad lucha desde sus casas, a partir del cruce de fuentes multilaterales incluyendo Organización Mundial de la Salud, Boston Consulting Group, Oxford University, Imperial College, estrategias gubernamentales, proyecciones epidemiológicas, investigación farmacéuticas, revisiones macroeconómicas, entre otros. 

Todas las fuentes coinciden en lo mismo: Desde ahora hasta fines de mayo / inicios de junio, en la salud y economía global estaremos jugándonos ‘el todo por el todo’.

Respecto al COVID-19 será el zénit de su crecimiento exponencial en América, donde la emergencia hospitalaria estará presente desde Canadá hasta Argentina, mientras la salida a la normalidad en China y Europa mostrará el impacto real del aislamiento, y las imágenes de la pandemia a nivel mundial se terminen de tornar (aún mas) dramáticas. Las cifras en vidas, sólo en Estados Unidos, podrían sobrepasar los 160.000 militares de este país que fallecieron durante la Primera Guerra Mundial.

Desde lo económico, la caída paulatina de las Pymes a causa del encierro llegará a su mayor punto de iliquidez, mientras la casi nula demanda de hidrocarburos y el pánico bursátil ‘harán de las suyas’ con las tasas de interés y el precio de divisas, impactando la capacidad de multinacionales de consumo masivo y bancos; que sumado al detenimiento de aviones, barcos, y hospitalidad, hará que para el verano varios países oscilen dentro de una tasa de desempleo entre el 20 y el 25%.

Y todo esto sucede bajo un encierro que se termina pareciendo a una versión global del  ‘Experimento del Gato’ de Erwin Schrödinger (1935): Sin la posibilidad de testear a toda la humanidad, para este momento todos terminamos actuando como si tuviéramos y no tuviéramos el virus al mismo tiempo, lo que eventualmente hace que las personas (desde estadistas hasta obreros) se hagan la pregunta incomoda alrededor de la utilidad legitima de sacrificar el movimiento económico.

Las posiciones alrededor de este debate moral incluyen oír repetidamente premisas que invitan a pensar la situación bajo el impacto y consecuencias de ‘la ley del más fuerte’, o desde la base de que ‘sin personas sanas no hay economía’. Ambas han hecho parte del eterno confortamiento de las corrientes Darwinista – Humanista, que durante la historia contemporánea ha caracterizado la forma como se desarrolla el debate alrededor de temas como la legalización del aborto o la eutanasia, que evidentemente muy pocas veces resulta concluyente, porque al final son perspectivas ‘simplistas’ para temas complejos.

Esta aproximación no parece ser suficiente para entender esta tensión, ya que el COVID-19 y sus implicaciones ‘salud-economía’ tiene algo que lo hace fuera de lo común: la decisión que se tome acá no sólo afecta la vida del individuo que por gusto o necesidad sale a trabajar, sino la de todos sus conocidos y desconocidos… el conserje, su madre, su jefe, y el que atiende en el súper. 

Entonces la primera implicación a tener en cuenta de este debate moral, y el contexto especifico en el que sucede radicará en comprender que en este momento priman los derechos, necesidades, y deberes del colectivo sobre el individuo. Pero entender que hoy el ‘Somos’ es las importante que el ‘Ser’ no le garantiza a la mitad de habitantes del mundo la subsistencia (literalmente comida) de sus familias, que hoy está el vilo. 

Y ningún Estado puede soportar la carga económica y moral de ‘dejar morir’ su fuerza laboral… aunque los esfuerzos de los gobiernos en Europa, Estados Unidos y China se calculan llegarán al 15 – 19% de su PIB para enfrentar y salvar a sus ciudadanos y empresas de esta nueva ‘Depresión’ (de acuerdo con FMI), mientras los países de América Latina estarán gastando alrededor del 6%. Parece un buen momento para ‘ver y exigir los impuestos’, porque acá evidentemente hay más necesidad.  

Quién debe salir? Cuántas vidas valdrá que unos salgan? Será posible separar a las personas que producen de los que no? Qué sectores se tienen que seguir quedando en sus casas? (y desde ya una ‘dosis de realidad’ para mis amigos del mundo corporativo en LatAm: Olvidémonos de salir! en la mayoría de casos estará descartado) Qué sectores productivos hay que descartar porque aumentan significativamente el riesgo de contagio?

Ya se comienzan a ver las respuestas… salir a trabajar por nivel socio económico, sexo, o sectores económicos. Porque la urgencia del hambre en obreros, vendedores o FreeLancers (porque algunos de sus conocidos también pasan esta situación) no se hace esperar, tanto en la presión de los empresarios a los gobiernos para detener el encierro (al menos en su industria), pero también en la culpa y / o empatía de todo aquel que tiene cómo vivir el encierro sin preocuparse, y que se está volcando masivamente a hacer el bien. 

Además, la crisis hospitalaria y con ella los decesos diarios por COVID-19 comienzan a evidenciar otra implicación moral adicional para este debate: En Nueva York, zona con mayor impacto de la pandemia a nivel mundial el 69% de las muertes se relacionan con grupos latinos y afroamericanos de niveles socioeconómicos medio bajo / bajo, con mayores niveles de obesidad, y menor (o nula) cobertura en sus seguros de salud. 

La inequidad como filtro pone en tela de juicio muchas de las creencias de este debate moral. Un tema a cuidar y observar detenidamente, porque también estudios realizados por el Imperial College de Londres, demostraron bajo el cruce de momentos económicos e historias clínicas en más de 77 países, que la crisis de 2008 habría contribuido a un aumento de la mortalidad por cáncer de más de 500.000 personas en el mundo, como consecuencia del desempleo, recortes en la sanidad, e incremento en niveles de estrés y depresión.

De todos modos, y en cualquier escenario, los básicos del sistema económico tienen que seguir existiendo de la manera más estable posible (cultivar tomates, producir queso y huevos, que salga agua del grifo, haya señal de internet estable, o cajas de cereal y crema dental en un súper) porque si no la situación de ‘encierro / no encierro’ podría salirse de control, lo cual no es conveniente si en este momento la sociedad y sus participantes deben enfocarse en defender el hoy. 

Mientras el debate sigue, llega una posible alternativa a esta pregunta desde la tecnología con el proceso de rastreo que Apple – Google – Facebook están comenzando a desarrollar. Un concepto tan sacado de la ciencia ficción (o teorías de conspiración que encantan por estos días) pero a la vez tan necesario para continuar, que es posible que lleguemos en meses a estar totalmente vigilados y monitoreados con tal de seguir participando del sistema. O al menos para poder salir a la calle y ser / sentirse productivo.

Así las cosas, la sociedad planetaria vivirá el momento más complejo del COVID-19 bajo un dualismo ético (al mejor estilo del ‘Ser / Deber Ser’ moral de Kant), donde ambas opciones -salud y economía- son tan buenas, débiles, necesarias, y co-dependientes. 

De cómo se resuelva esta tensión logrando que la mayoría de personas quede tranquila éticamente hablando, dependerá qué tan rápido se propague la enfermedad, se regrese a un modelo donde la economía se detenga, y la sanidad mental se mantenga; siempre teniendo claro que estas decisiones costarán vidas, en unas semanas donde se necesita que la enfermedad no se salga de control. 

Las opiniones expresadas son sólo responsabilidad de sus autores y son completamente independientes de la postura y la línea editorial de Forbes México.

 

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