Por Bruce Rogers Es probable que no hayas oído hablar de Dyn, pero esta empresa de gestión de rendimiento de internet basada en la nube ayuda a compañías como Twitter, Pandora, CNBC y UPS a monitorear, controlar y optimizar su infraestructura en línea. En resumen, mantiene a internet corriendo y optimizado, algo esencial para sus más de un millón de clientes alrededor del mundo. Con sede en Manchester, New Hampshire, la empresa de rápido crecimiento fue cofundada por su actual CEO, Jeremy Hitchcock, en 2001, cuando éste aún estaba en la universidad. En la actualidad, la firma cuenta con más de 400 empleados y ha aumentado sus ingresos en más de 70% en los últimos dos años. Durante buena parte de su historia, Dyn (abreviatura de Dynamic Network Services) fue completamente financiada por sus clientes. Su crecimiento les permitió financiar su expansión y proporcionar los fondos para 11 adquisiciones. La compañía levantó su primera ronda de financiamiento en 2012, con una Serie A por 38 millones de dólares (mdd), liderada por North Bridge Growth Equity Partners. El tipo de fondeo de la empresa de Hitchcock es tan atípico para una proveedor de servicios de alta tecnología como su actual sede, una ciudad construida a horcajadas sobre el río Merrimack, que vio sus días de gloria durante la revolución industrial del siglo XVIII. Dyn es ahora una de las empresas tecnológicas que han sido fundamentales en el renacimiento de la ciudad. “Yo era estudiante en el Worcester Polytechnic Institute en 2001, y ellos acababan de desplegar todas las nuevas redes en el campus, y los equipos de laboratorio y las impresoras no estaban configuradas para hablar unos con otras. Estábamos en esta sala de laboratorio y tratábamos de imprimir en la impresora que teníamos al lado. Esto es Nueva Inglaterra, así que obviamente las cosas pueden ponerse muy frías y la impresora que estaba configurada estaba en un laboratorio cinco pisos más abajo. Así que escribí un programa para hacer que la computadora use una impresora que esté literalmente justo al lado de ella, y conectada en el mismo interruptor”, dice Hitchcock. Ese ejercicio de resolución de problemas se convirtió en los humildes comienzos de un negocio. “Desarrollamos un proyecto de código abierto que ayudó a que las personas conectaran a internet sus dispositivos”, dice Hitchcock. El servicio, que en ese entonces era en buena parte un hobby, se extendió por el de boca en boca. “Pronto no era sólo el campus, sino también otros lugares.” En pocos meses tenían 25,000 usuarios. “Éramos un grupo de universitarios, y el clima empezó a mejorar y realmente no pensamos mucho en esto en ese entonces.” “Entonces no creímos que podríamos simplemente abandonar esto; ahí fue cuando empezamos a pensar en nosotros como organización. Todavía no era una entidad comercial, pero sentimos que de alguna manera teníamos la obligación de continuar con el servicio porque la gente había confiado en nosotros. Al dinero que nos dieron los usuarios en esos primeros días les llamamos donaciones, no cuotas de suscripción. No había ningún software como servicio muy bien definido durante lo que fue la primera parte de la fundación de la empresa. La compañía consistía básicamente en un dormitorio de la universidad en Worcester, Massachusetts”, dice Hitchcock sobre su viaje fortuito para convertirse en empresario de tecnología. Los siguientes cinco años de vida de la empresa se enfocaron en los consumidores y la solución de problemas de accesibilidad doméstica, esencialmente un precursor del Internet de las Cosas. “Después, en el ’07 y ’08, empezamos a notar que una gran cantidad de nuestros clientes eran estas empresas que, básicamente, nacieron en la nube, así que usaban sólo activos que no poseían, de forma que estarían hospedados en los servidores de un lugar como Rackspace, y nos usarían para amalgamar todas sus cosas juntas, como lo haría alguien en su casa para conectar una cámara web aquí y luego una impresora allá. Era básicamente el mismo tipo de tecnología base, pero usada de forma completamente diferente, y eso fue muy revelador para nosotros.” Al principio comenzaron a atender a clientes como Anadarko Petroleum, Subway y Twitter, y todos eran felices al usar su tecnología. Así, Dyn comenzó a enfocar la empresa en las necesidades de los grandes corporativos y a crear una organización para apoyar esos esfuerzos. “Hace un par de años vimos la complejidad con la que las empresas estaban construyendo aplicaciones en múltiples redes de entrega de contenidos, múltiples nubes, múltiples todo, no eran sólo el negocio tradicional, las empresas de consumo. Hay toda esta evolución que tiene lugar en los centros de datos que se mueven en un entorno de nube más distribuida; y por ello nosotros también estamos reorganizándonos, así podremos atender a esas organizaciones más tradicionales que están diciendo, ‘90% de mis cosas están dentro de mi compañía. Quizá externalizo un CRM con Salesforce o una app de recursos humanos con Workday, pero ya empiezo a mover a mis aplicaciones de negocio a la nube’”, dice Hitchcock. Aunque la compañía tiene 15 años de edad, su CEO fundador tiene solamente 34. Construir y ampliar una empresa de tecnología de alto crecimiento no fue algo que este químico haya estudiado. En 2012, su cofundador restante dejó la compañía justo en el momento en que ésta alcanzó la marca de los 100 empleados, lo que hizo de dirigir el negocio fuera un reto mucho mayor. En ese momento, Hitchcock sabía que tenía que construir un tipo diferente de estructura para el negocio y se enfocó en el desarrollo de una junta directiva exterior de clase mundial para ayudarse. Todos los miembros del consejo exterior son o fueron CEOs. ¿Qué hay del futuro de Dyn? “Basándonos en los clientes que tenemos, y viendo la cantidad que han alcanzado, nos sentimos muy bien con el hecho de que los problemas se vuelvan más complejos, el negocio se hará más global, y seremos capaces de abordar cada vez más los problemas con diferentes tipos de productos y servicios que ofrecemos. Estamos posicionados para ofrecer a los clientes una plataforma de administración del rendimiento de Internet por la que estamos ofreciendo más valor que nunca antes.” El internet global es una entidad viva, plagada de desafíos en torno a la velocidad, eficiencia, protocolos regionales y locales, y las cuestiones de soberanía de datos. Las empresas también necesitarán ayuda para administrar ese proceso. “La nuestra es una oportunidad de 7,200 millones de dólares”, ésa es la forma en que Hitchcock lo ve. Tal vez, al igual que el río Merrimack sirvió una vez como el motor de crecimiento de la revolución industrial, la creciente ola de internet podría servir a fin de revitalizar aún más la economía de New Hampshire para convertirla en un centro de innovación dirigido por empresas como Dyn.

 

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