EFE.- Desarrollar la consciencia, abrirse a la coherencia, impulsar el pensamiento crítico y creativo, promocionar la sencillez como expresión de inteligencia, fomentar la integridad para desinstalar los conflictos, respetar la diversidad, tener en cuenta valores, educación, innovación, infancia, planeta, salud…

Estos son principios que parecen más próximos a la espiritualidad, la filosofía y la psicología, que a la economía, pero que “habrá que aplicarlos para reequilibrar la dinámica económica global y transformar el capitalismo, mejorándolo y reconduciendo los excesos alentados por una ficción de progreso en beneficio del ser humano”, según la economista ‘consciente’ María Lladró.

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Estos principios son algunos de los pilares del ‘valuismo’, un nuevo enfoque económico, basado en la generación de valor, tanto material como no material “con consciencia”, más que en la mera acumulación de capital, y que Lladró propone en un libro como una deseable y más humanizada evolución del capitalismo.

“El término ‘valuismo’ proviene del diseño industrial, donde se refiere a que, debido al proceso de selección natural, sobrevivirán en el mercado los artículos y empresas que aporten mayor valor con sus productos y servicios, al usuario y al entorno, teniendo en cuenta las prestaciones, los recursos usados, la reparabilidad, la interacción con el medio ambiente y la seguridad”, explica. “En el ámbito económico global, el ‘valuismo es una propuesta para una nueva economía basada en el concepto de valor, que no es comunismo ni capitalismo, ni un término medio o mezcla de ambos sistemas, sino otra cosa”, señala Lladró.

Economista ‘consciente’

Lladró es una economista impulsora de la transformación positiva, facilitadora de la cohesión y la prosperidad en familias empresarias, y miembro de la Comunidad Global CTT integrada por consultores que emplean un ‘modelo de siete niveles de consciencia’ para equipos y organizaciones de alto rendimiento.

Esta experta hace hincapié en llenar la economía de consciencia, “un concepto vital y humano, que implica la capacidad para ver, escuchar, sentir, comprender, confrontar…en definitiva para estar atentos a nosotros mismos y al entorno”, asegura.

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“Todo empieza por la consciencia. Quien no siente que algo falla o no detecta las incoherencias y las injusticias, no puede comenzar el proceso de transformación. Quien no empatiza con las necesidades de otros no puede satisfacerla”, recalca.

“La consciencia es un despertar: es abrir los ojos del corazón y de la razón, para percibir realidades que antes no discerníamos. La consciencia nos permite ver donde otros no ven o lo que otros no ven, es decir aquello de lo que son inconscientes”, añade.

“El consumo exagerado, la concentración de poder, el cortoplacismo y el deterioro del planeta son algunas inconsciencias o trampas económicas que seguimos sin ver en esta sociedad, que se considera a sí misma avanzada, pero a la que le falta equilibrio, justicia y compasión”, según Lladró.

“Aumentar la consciencia es ver la vida desde más niveles (la calle, el nivel medio y desde arriba), entender el hoy y atender al mañana, abarcar al ser humano en general sea cual sea su género, e incorporar la diversidad de talentos y culturas, en vez de pensar solo en nosotros mismos y pasarnos la vida atesorando lo que no podremos llevarnos”, reflexiona.

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Fomentar el valor en vez de acumular dinero

Respecto del ‘valuismo´, explica que es una nueva filosofía económica y social basada en la generación de valor sostenible, que implica crear riqueza sin destruir las fuentes de esa riqueza, sin basarse en la búsqueda exclusiva del beneficio, sin considerar a las personas como meros seres que consumen, trabajan y pagan impuestos, y sin imponer una visión cuantitativa del mundo.

“En esta filosofía el beneficio a corto plazo es superado por el concepto de valor, con una mirada a largo plazo, y generar valor es crear riqueza con principios, respetando la dignidad humana porque no todo puede regirse por el enriquecimiento económico y la acumulación de capital”, señala.

“Un oxígeno y aguas limpios, así como los bosques o los océanos, son elementos tangibles y de riqueza que nos pertenecen a todos sin que tengamos que pagarlos, al igual que elementos intangibles, como la libertad, la creatividad o la justicia”, apunta.

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“Si perdiéramos estos valores que no tienen precio nos daríamos cuenta de su excepcional importancia. A través de la consciencia, podemos aprender a valorar estas riquezas sin perderlas”, indica.

Buscar soluciones creativas para mejorar nuestro mundo es una expresión de consciencia pero, según Lladró, para humanizar el capitalismo y transformarlo hacia el ‘valuismo, no basta con añadirle adjetivos como consciente, humanista, inclusivo o responsable, sino que hay que “dar un paso decidido para cambiar el eje del sistema económico, del capital a la generación de valor”, incide.

Según esta experta, también requerirá defender la economía real y no especulativa, reducir la concentración de poder, impulsar una justicia independiente y en tiempo, implantar la gobernanza global en lo que no pueda compartimentarse, luchar contra las prácticas violentas y engañosas, impulsar una vigilancia efectiva, y cuidar a las personas dependientes.

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“El ‘valuismo’ encuentra en la propiedad e iniciativa privadas un gran aliado para crear riqueza, pero cuando ésta actúa sin límites, destruye valor medioambiental, de libertad, de colaboración y de justicia.Ahí entra la necesaria transformación del obsoleto y rezagado ámbito público, nacional e internacional”, apunta.

¿Hacia dónde debemos evolucionar para aportar valor en todas las facetas de nuestra sociedad? Debemos ir a un entorno que está por construir, basado en lo que hay y ya funciona y eliminando lo que destruye valor, según afirma.

“El ‘valuismo no pretender ser perfecto, ni trabaja en favor de una utopía sino de un cambio posible. Puede llegar a ser la mejor alternativa posible al capitalismo actual, siendo el siguiente mejor paso en la buena dirección”, asevera con rotundidad.

“Reinventar el sistema económico es reinventar el modelo de sociedad. Todos los grandes cambios se ven primero como absurdos e inviables, hasta que una nueva consciencia les abre paso. La crisis provocada por la pandemia del coronavirus ofrece un buen momento para esta reflexión económica”, concluye.

 

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