Por Pierre-Claude Blaise* Cuando escuchamos el término economía colaborativa (sharing economy) pensamos de inmediato en plataformas de movilidad urbana o de hospedaje, que han facilitado a los consumidores participar en la economía digital, mediante un modelo de negocios que aprovecha la conveniencia y cierto sentido de comunidad debido a que el intercambio es entre individuos. Algunos también lo conocen como la economía del compartir, porque su principio es que los individuos obtengan un valor monetario de un bien que tienen infrautilizado y que, mediante una plataforma tecnológica, puedan compartir y obtener provecho. Pero este modelo ha ayudado a impulsar al comercio en línea por varias razones. La primera es por la tecnología de carácter disruptivo que emplean para comercializar, la cual favorece que los usuarios accedan al servicio mediante aplicaciones móviles, algo importante si tomamos en cuenta que en México contamos con una de las tasas de penetración de smartphones más altas del mundo. Por otra parte, si bien contamos con un ecosistema de comercio en línea en una etapa incipiente, en el último año hemos notado un aumento en la frecuencia de compra de los usuarios, sobre todo por la compra de servicios, donde destaca el de movilidad urbana, que puede llegar a usarse más de una vez al día. Así, tenemos que mientras en 2017 solo 7 % aseguraba comprar en línea de manera semanal, en 2018 esa cifra se elevó al 38%. Este importante salto tiene que ver con una conjunción de factores, entre ellos los negocios de la economía colaborativa, y para cualquier comercio en línea esto debe ser objeto de estudio. Quizás uno de los factores principales que han permitido la evolución de los negocios de la economía colaborativa ha sido el acceso a la información, como destaca un estudio del Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO). “En la economía tradicional no siempre se registraban los datos de cada transacción, al menos no con la finalidad de analizarlos y de obtener información sobre comportamientos de mercado. Hoy en día, existe una conciencia cada vez mayor sobre el valor y las oportunidades que pueden derivarse del procesamiento adecuado de la información”, cita el documento del instituto. La información que almacenan las plataformas de la economía colaborativa les permite crear y mejorar algoritmos para adaptar el negocio a las necesidades cambiantes de los consumidores; también representa una clara ventaja frente a los comercios tradicionales. El modelo también ha propiciado una diversificación de negocios que antes parecía imposible, lo que, a su vez, ha despertado el interés de todo tipo de consumidores en plataformas tecnológicas. Actualmente, existen tres variantes principales de la economía colaborativa:
  • Sistemas de servicio-producto: sirven para empatar la capacidad o bienes de sobra con la demanda. Aquí se insertan servicios como Uber y Airbnb.
  • Consumo colaborativo: cuando los consumidores unen recursos para ‘compartir’ un producto. En esta categoría entran plataformas como Kickstarter.
  • Servicios de renta y suscripción: Favorecen un acceso temporal en lugar de la propiedad del producto. Aquí tienen cabida plataformas como Spotify o Netflix.
Quizás uno de los factores más singulares de este tipo de negocios es la capacidad de generar confianza en consumidores, una de las principales barreras con las que tiene que lidiar el comercio en línea de manera general. Según el estudio Ciudades, economía colaborativa y lo que viene (Cities, The Sharing Economy and What’s Next), en Estados Unidos el 89% está de acuerdo en que el concepto de economía colaborativa parte de la confianza entre proveedores y usuarios. En tanto, el 86% de las personas están de acuerdo en que resulta en una vida más accesible. Todos estos elementos se prestan a análisis para todos los jugadores involucrados en el e-commerce, pues no solo estamos ante un modelo disruptivo que ha modificado los hábitos de los consumidores, se trata de una industria cuyo valor podría alcanzar los 335 mil millones de dólares en 2025 en Estados Unidos —una tendencia que también se podrá apreciar en México—, y que impactará en cualquier comercio en línea de una forma u otra. *Director de la Asociación Mexicana de Venta Online.  
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