Así es: el avión presidencial, sí fue una ‘mala compra’
El avión presidencial fue adquirido por Felipe Calderón por 218 millones de dólares y su usuario principal fue su sucesor Enrique Peña Nieto.
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A finales de julio de 2012, el presidente Felipe Calderón anunció la compra de un nuevo avión presidencial. Esto, luego de asegurar que el Boeing 757 que había servido 19 años como el vehículo principal de los mandatarios mexicanos, había cumplido su ciclo.
El gobierno adquirió un avión Boeing 787–8, mejor conocido como Dreamliner, avión por el cual se desembolsaron 218 millones de dólares (mdd) y que, finalmente, aterrizó en México cuatro años después, en 2016.
El avión fue recibido por Enrique Peña Nieto, mandatario que lo utilizó apenas dos años, tiempo en el cual se completaron en la aeronave 214 vuelos.
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Si no se usó más tiempo fue porque el presidente entrante, Andrés Manuel López Obrador, desde su campaña electoral, anunció que uno de sus compromisos era venderlo, argumentando una necesaria austeridad y señalando que el precio que se pagó por el mismo había sido estratosférico.
La realidad es que sí lo fue. Así lo asegura Rodrigo Soto Morales, académico de la Universidad Panamericana y experto en seguridad y aeronáutica, quien cree que fue una mala compra la que se efectuó en el caso de este avión.
“Lo que se hizo fue una compra excesiva, desproporcionada; pensada, en su momento, para transportar, más que nada, al Estado Mayor Presidencial, que se encargaba de la logística de los viajes del mandatario. Claramente, pudieron elegir mejores opciones en el mercado”, explica el especialista.
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