Axtel enfrenta el reto de ser rentable y mantener sus finanzas sanas
La nueva etapa de Axtel, sin clientes residenciales, promete una estructura financiera más sana, pero enfrenta a su ceo al reto de la rentabilidad, hasta ahora muy magra
Evaluar la gestión de Rolando Zubirán al frente de la dirección general de Axtel es calificar también su fusión con Alestra, porque el directivo asumió las riendas de la nueva entidad exactamente en el momento de hacerse efectiva la operación, el 15 de febrero de 2016.
La rentabilidad del capital invertido en Axtel (ROIC, por sus siglas en inglés, un indicador usado en esta sección como termómetro de la capacidad de los ceo para conducir las empresas mexicanas), fue de 1.6% en el promedio de los cuatro años transcurridos en la administración de la empresa fusionada, similar al promedio de los anteriores 13, cuando los números registraron un 1.8%.
La tasa luce muy pobre y, quizá, en efecto, lo sea. Sin embargo, para formular conclusiones, la sola cifra no es suficiente; es necesario agregar el análisis de otras mediciones y datos de contexto que condicionan el resultado.
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En primer lugar, está la comparación con los líderes mundiales y también con el sector en su conjunto, cuyo saldo es desfavorable. Las 10 compañías más grandes de las telecomunicaciones tienen una rentabilidad promedio cuatro veces mayor a la de Axtel: 6.6% en el mismo cuatrienio, en tanto que en toda la industria ese ratio es de 5.5%, promediando 420 compañías a escala global, según cálculos elaborados con datos de la agencia financiera S&P Capital IQ.
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Individualmente, cada uno de los integrantes del top ten goza de una tasa mayor, desde la más baja, 1.9% en la británica Vodafone, hasta las más alta, 12.4% en la estadounidense Verizon. En AT&T, la empresa de telecomunicaciones más grande del mundo por ingresos, la tasa ROIC fue de 5.5% en el promedio de los últimos cuatro años; en Telefónica, la séptima más grande, fue de 4.3%, y, en América Móvil, que ocupa el octavo lugar, 7.8%.
Desde luego, los modelos de negocio de los gigantes son diferentes al de Axtel. La combinación de nichos de mercado es distinta y, además, operan a una escala muy superior, porque venden entre 47,000 millones de dólares (mdd) y 182,000 mdd al año, mientras la empresa mexicana sólo factura 651 mdd. Con todo y esas diferencias, son un punto de referencia obligado para la industria.
Fruto de la fusión de 2016, el conglomerado regiomontano Alfa (la matriz de Alestra) se convirtió en el socio mayoritario, con 51% de la nueva Axtel, y el anterior accionista principal, Tomás Milmo Santos, se quedó con una porción menor, hoy 5.1%, pero compartiendo las decisiones con el director general de Alfa, Álvaro Fernández Garza, ambos como copresidentes del consejo de Axtel.
Rolando Zubirán sustituyó en la dirección general a Tomás Milmo, quien conducía la empresa desde su fundación, en 1994, de modo que tenía más de 20 años de experiencia. Eran unos zapatos grandes para llenar, pero Zubirán Shetler también tenía lo suyo, porque era el ceo de Alestra desde 1999, una experiencia de 17 años en la industria, en ese momento.
Si bien ambas empresas operaban servicios de telecomunicaciones y tecnologías de la información, la diferencia era que Milmo Santos (en Axtel) se repartía entre el mercado residencial, el empresarial y el de gobierno, mientras Zubirán (en Alestra) se enfocaba en el segmento empresarial.
Zubirán había ocupado cargos de dirección en el proveedor de equipo Ericsson, en los años 90 (Argentina, Brasil y México), pero el negocio del mercado residencial, como lo intentaba desarrollar Axtel entonces, era un reto para él.
Menos de dos años después de la fusión, en diciembre de 2018, Axtel tiró la toalla (si no es que estaba decidido desde antes), puso en marcha un plan para abandonar su negocio
de fibra óptica para clientes residenciales y microempresas y vendió la mayor parte a Televisa, un plan que finiquitó en mayo de 2019, al vender el resto a Megacable.
El cálculo de la ROIC excluye el nicho residencial y de microempresas desde 2017 (mercado masivo), de manera que refleja la rentabilidad de la estructura actual; es decir, en los últimos tres años, considera solamente los segmentos empresarial y de gobierno.