El sonido de esta agrupación podrá parecer frío por fuera, pero —te lo aseguro es altamente caliente por dentro. Un volcán que entra en erupción cada noche de concierto.   Advierto: estos señores nada contagian del frío nórdico. Son de Islandia. Son de Reikiavik. Su nombre es GusGus. ¡Ah!, y crean música electrónica. Corrijo: de la más sofisticada (exquisita) (excelsa) (llamativa) (volcánica) música electrónica. Conste: sus 20 años en carretera, y los nueve discos en su haber, lo corroboran. Y lo mejor: de pronto parece que GusGus le encontró cariño a nuestro país. Tras su visita del año pasado, el supercombo regresa para continuar la gira de su más reciente álbum —intitulado justamente Mexico, y editado a mediados de 2014—, y se presenta en concierto el viernes 17 de abril en el Plaza Condesa. Se trata de una nueva oportunidad de escuchar, y ver, a este poderoso ensamble, que a lo largo de los años ha ido consolidándose en sus diferentes etapas y con sus diversas formaciones. Aquí aclaro: por GusGus ha pasado un amplio número de integrantes, cada uno agregando elementos sonoros a su paso; incluso de otro orden también, como visuales y de perfomance. Pongámoslo así: GusGus no empezó como el producto que es en la actualidad. En realidad, nació como un proyecto multidisciplinario, que abarcaba danza, cine y música, oficios que ejercían la mayoría de sus diez integrantes iniciales. Así que aquello parecía más una comuna que una banda convencional, que congregaba a todo tipo de criaturas, entre artistas multimedia, músicos y djs, cineastas, poetas, escritores, bailarines. GusGus-Mexico contraportadaLa idea no era del todo descabellada: pretendían combinar todo tipo de talentos y medios para crear una mezcla particular de imagen y sonido, con la música como estandarte y las secuencias bailables como una tentación para el oyente. Para sorpresa, la cosa funcionó. Mucho tuvo que ver el contexto: era 1995, y en el mundo musical —y en las pistas de baile—, la electrónica más comercial y vulgar había cedido el paso a propuestas más audaces y llamativas, provenientes varias de éstas del underground británico y francés. Para darnos una idea, habían hecho su aparición en escena proyectos tan sorprendentes (y sexys) como Orbital o The Chemical Brothers; también estaban Massive Attack o The Prodigy, o Daft Punk y Portishead. En Islandia, la escena caminaba a su propio ritmo, con The Sugarcubes como su representante más visible, y de donde saldría la multifacética Björk. Así, bajo este paraguas, nacía GusGus. Desde su fantástico debut homónimo ya daban sus señas de identidad: música electrónica inteligente, de buena hechura, y sus diversos satélites que la conforman. De hecho, este álbum debut, y después Polydistortion —que sirvió para internacionalizarse y que, por ende, retomaba un par de temas de aquel primer disco—, bastó para que Islandia rematara su fama de zona vanguardista, y para que la agrupación ganara devotos, fieles 20 años de aquel inicio. Eso sí: dos décadas después de empezar esa aventura, las cosas han cambiado un montón para GusGus. Comenzando por su alineación. Hoy, Birgir Thorarinsson, Daniel Agust, Hogni Egilsson y Stephan Stephensen son quienes conforman, por el momento, el cuarteto. (O, por lo menos, son los participantes del más reciente disco.) Musicalmente, de aquella electrónica-downtempo y trip hop muy marcado de sus inicios con el sello 4AD Records, las texturas han cambiado, el abanico sonoro se ha multiplicado, y su “paleta de colores” se ha diversificado. Dicho de otra manera: la banda de Reikiavik ha sabido reinventarse álbum tras álbum, ya que tocan palos tan dispares y cercanos como tech house, el minimal techno, cositas de deep house, o el electrosoul negroide muy en boga ahora. Eso sí, todo sazonado con gotitas de pop fino. La música de GusGus ha mutado lo mismo hacia piezas de un minimalismo tan estilizado como rudo, como piezas sumamente bailables y volcánicas y excitantes —que difícilmente pueden dejar a alguien sentado—, sobre todo estas últimas, a partir del ingreso a su actual sello: el alemán Kompakt, en 2009. Ahí están discos tan marcadamente bailables como 24/7 (2009) y Arabian horse (2011), convirtiéndose, con ello, en una de las aventuras musicales más sólidas de la música islandesa. Abro paréntesis: con Arabian horse, GusGus demostraría hasta donde se puede hacer electrónica sofisticada y vanguardista; además, dominando con maestría la línea delgada entre lo comercial y lo underground, haciendo equilibrio de pesos en las diez poderosas canciones que contiene. Cerremos paréntesis. Hace un par de años, en una entrevista para un canal español, Biggi Veira (o sea, Birgir Thorarinsson) lo explicaba mejor: “Nuestra música no es completamente house o de tal o equis estilo; siempre es una mezcla de las cosas que amamos. Sí: intentamos reflejar en nuestro sonido los extremos o las personalidades de cada uno para encontrar nuestro estilo.” Tiene razón. GusGus ha sabido evolucionar y adaptarse a las nuevas tendencias sin perder su personalidad, y eso se puede apreciar en el disco Mexico. Y aunque no es tan vibrante y explosivo como 24/7, ni tan sofisticado y bello como Arabian horse, se defiende muy bien. Tiene todas las señas de identidad: melodías electrónicas con un increíble ritmo, y toques de excelente pop. Además, la belleza y pasión que desprenden las letras en los labios de sus dos vocalistas, lo hacen un disco sumamente sugerente. Lo dicho: el sonido de GusGus podrá parecer frío por fuera, pero —se lo aseguro— es altamente caliente por dentro. Un volcán que entra en erupción cada noche de concierto… GusGus_-_Mexico Nota bene: En 2010, GusGus publicó 15 ára, un precioso compilado para celebrar sus 15 primeros años. Es un excelente disco que funciona como espejo retrovisor, y que corrobora que su propuesta es más única que nunca: atemporal y potente y decididamente original.   Contacto: Correo: [email protected]   Las opiniones expresadas son sólo responsabilidad de sus autores y son completamente independientes de la postura y la línea editorial de Forbes México.

 

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