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Estas son las 30 promesas de los negocios 2024
¿Por qué seguir llegando a todo en segundo lugar? Oportunidades de desarrollo no faltan, dado que contamos con el potencial para innovar e incluso definir el mercado. Aquí 6 ejemplos.   Los países emergentes, entre ellos México y parte de Latinoamérica, enfrentan una situación difícil debido, en gran medida, al efecto dominó provocado por China. Por primera vez desde 1990, la economía de China creció a su tasa más baja, de 7.4%. Las repercusiones se han sentido de forma estrepitosa porque durante más de una década demandó una cantidad enorme de materias primas (como acero, petróleo y algodón), y quienes se aprovecharon de esta demanda fueron los países emergentes. Esta bonanza ha terminado. Fue un problema de dos partes. En cuanto a materias primas, el perfecto ejemplo es Brasil, que por años floreció vendiéndole a China. Hoy, el país sudamericano se encuentra en recesión, lidiando, además, con problemas políticos y de corrupción. Indonesia enfrenta problemas similares con la industria minera, y en México un gran obstáculo ha consistido en el desplome del precio del petróleo, que además coincidió con el tan esperado comienzo de las licitaciones para que empresas privadas produzcan el energético, provocando resultados menores a los pensados. Por otro lado, después de casi una década con tasas de interés cercanas a cero, la Reserva Federal de Estados Unidos ha señalado que aumentará las tasas antes que termine 2015. Durante todo el año, esto ha provocado que inversionistas saquen su capital de países emergentes, que serán menos atractivos cuando países más ricos ofrezcan mayores tasas de interés. A pesar de la inestabilidad económica actual, lo cierto es que China seguirá siendo el gran gigante influenciador de tendencias económicas con una voraz demanda de materias primas, pero lejos está de ser como en antaño. Ahora más que nunca necesitamos de un liderazgo político con una visión económica capaz de llevar a México a través de este punto de inflexión. Es tiempo de dejar atrás nuestro deseo de convertirnos en un país desarrollado siguiendo el mismo proceso de industrialización por el que atravesaron Europa, Estados Unidos y –notablemente– China. Como mencioné en una columna anterior, el modelo económico actual es insostenible debido, en gran medida, a los cada vez mayores retos que nos impondrá el cambio climático. China está tratando de cambiar su estructura económica, enfocándola en servicios y el uso de conocimiento especializado. India, con 700 millones de personas que viven por debajo de la nueva línea de pobreza, está trabajando por convertirse en una economía basada en tecnologías de la información, y para lograrlo ha puesto en marcha reformas gubernamentales clave. ¿Por qué México no puede seguir este ejemplo? Gozamos de una situación geográfica envidiable, que facilita transferencia de conocimientos y tecnología, y en cuestiones como migración no tenemos los problemas que enfrenta Europa con Medio Oriente, y Malasia con Myanmar o Bangladesh. Además, la productividad, estancada por años en México, sería uno de los primeros beneficiados de este cambio, impactando inmediatamente a la población. El sudeste de Asia, que vive situaciones similares a la nuestra, tendrá que acoplar su modelo económico a lo que China dicte, sobre todo dada la constante inversión que hace en el área, tratando de forjar una zona comercial y económica poderosa. ¿Cuál tiene que ser el incentivo en México para seguir el paso de todas estas naciones? Lo que no queremos es continuar especializándonos en manufacturas. Es cierto que han favorecido enormemente al país al permitir la especialización en actividades de mayor nivel, pero existe un límite en nuestra paciencia colectiva de seguir llegando en segundo lugar a todo. Aprovechar este punto crítico podría ser uno de los grandes aciertos de esta generación en nuestro país y en la región. Oportunidades no faltan, dado que contamos con el potencial para lograr este salto. Algunos ejemplos de innovaciones en que podemos entrar e incluso definir el mercado son:
  1. La digitalización de servicios públicos y privados.
  2. Sharing economy, el modelo que siguen Uber y Airbnb, y que puede ser trasladado a muchos otros
  3. Biotecnología, que cada día penetra en más y muy diversos ámbitos.
  4. Gestión e innovación en servicios y productos de salud.
  5. Expansión de modelos de aprendizaje autónomos y de mejor calidad.
  6. Agricultura de precisión.
México, y ciertamente otros países de Latinoamérica, tienen la capacidad para lograr esta transformación, pero necesitaremos de reformas que permitan que esto suceda; por ejemplo, para facilitar la entrada de inversión que sustente nuevos productos, o aumentar la conectividad de la población. Nadie disfruta de prolongar una situación limitada o hasta mediocre. En la inmensidad de historias de esfuerzo y lucha de las personas que son parte de la vida diaria de nuestro país –y de la región– siempre hemos confiado en la posibilidad de mejorar nuestra economía y nuestra calidad de vida. ¿Por qué habríamos de detenernos ahora?
Referencias – The World Bank News. (2015, Octubre 4). World Bank Forecasts Global Poverty to Fall Below 10% for First Time; Major Hurdles Remain in Goal to End Poverty by 2030. The World Bank. – Erheriene, E. & Mukherji, B. (2015, Agosto 25). China Remains a Key Commodities Player, Despite Waning Appetites. The Wall Street Journal. – The World Bank. (2015). Crecimiento del PIB: China. Accesado el 1 de octubre, 2015.
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