Con la inercia del Coronavirus muy presente en el espectro político en México, Mónica Maccise, titular del Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación (Conapred), solicitó su renuncia a seguir liderando un organismo que, precisamente, fue duramente atacado por Andrés Manuel López Obrador durante estos meses atrás. Las tensiones que está generando el Coronavirus, así como los malos resultados económicos que ya desde el ejercicio pasado presentaba el país, provocan tensiones en un Gobierno que, a la luz de los datos, actúa en base a una improvisación desmesurada y que genera el desconcierto de la población en el país.

Muy al margen de la situación sanitaria que presenta el país, el presidente pretendía, con sus declaraciones, señalar y acabar con un organismo que, en aras de recortar el gasto público del país -en una coyuntura en la que se espera un intenso deterioro de las cuentas públicas- estaba comprometiendo una parte del presupuesto público federal; muy limitado en escenarios como el actual, donde la crisis se está cebando con la economía nacional. De esta forma, la titular Mónica Maccise solicitó su renuncia tras los señalamientos, siendo esta rápidamente aceptada por el el mandatario, que no ha dudado ni un segundo en pronunciarse sobre la necesidad de acabar con dicho organismo, ya que, en palabras de AMLO, “era un organismo que costaba mucho mantener”.

Sin embargo, pese a estas declaraciones, resulta curioso ver tanta contradicción por parte del gobierno, pues sus posteriores declaraciones sembraron la duda en aquellos que, habiendo seguido sus declaraciones, fueron testigos de las razones que el mismo presidente aportó, como justificación para suprimir el organismo. En este sentido, hemos sido testigos de cómo AMLO señaló dicho organismo, haciendo referencia a la necesidad de acabar con el para poner fin a esa cuantía que, de forma interanual, debía ser cubierta por un presupuesto federal que en una situación como la actual, se muestra claramente deteriorado. Sin embargo, resulta también curioso el hecho de que, tras la renuncia y su posterior aceptación pública, las declaraciones emitidas por el presidente hayan ido en la línea de una sucesión en el cargo que, a priori, ocupaba Maccise; en este sentido, comunicando que, ante la renuncia, será ocupado por una titular indígena.

Producto de una improvisación, como citábamos al inicio, AMLO vuelve a ocupar titulares con situaciones que únicamente generan el desconcierto social, así como una mayor incertidumbre en la población. Aunque si bien es cierto, dicho organismo podría ser prescindible, hablamos de un presidente que, precisamente, dijo ser defensor del pueblo indígena tras la victoria en las urnas, así como su posterior proclamación; razón por la que no se entendía esa decisión. Sin embargo, tras las declaraciones en las que comunicaba su intención de poner al frente del organismo a otra persona, tras un comunicado anterior en el que justificaba su cierre haciendo alusión a los costes operativos y de funcionamiento que suponía dicho organismo, la situación ha dejado un escenario de confusión que, ante la contradicción emitida, nos hace ver el tipo de gestión que se está llevando a cabo, así como la presencia de tensiones que florecen en el equipo de gobierno.

En resumen, estamos ante una situación en la que, dejando atrás el factor meramente anecdótico que supone la renuncia, así como el suprimir dicho organismo, podemos vislumbrar una actuación del Gobierno que, analizada en detalle, muestra una preocupación entre líneas, reflejada, dicho sea de paso, por un virus y una situación que mantiene ocupado, tanto al presidente como a su equipo. En este sentido, una crisis que se le está quedando grande al gobierno que, al más puro estilo del mandatario norteamericano Donald Trump, se encuentra en un momento en el que la improvisación y la excusa, priman sobre el resto de elementos.

Una situación que preocupa. Pues, siendo conscientes de la situación que se muestra en el planeta, los países precisan, más que nunca, gobernantes que traten de gestionar las situaciones con un rigor y una disciplina a la altura, como poco, de las mejores empresas en el país. Sin embargo, ante el estancamiento económico, así como todos los sucesos que, como lo ocurrido en Culiacán con el cártel de Sinaloa, han ido salpicando la imagen del presidente, así como mostrando su improvisada gestión en escenarios en los que se deben gestionar conflictos y crisis, el gobierno de México sigue mostrando cierta debilidad para controlar la situación, así como aportar esa fortalece institucional; tan necesaria, por cierto, para salir del atolladero en el que ahora se encuentra.

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