El día Internacional del Turismo tras el sismo en México

Han pasado sólo ocho días después del sismo de las 13:18 horas que cimbró nuestro país, nuestra alma, nuestras mentes, nuestro sentido más profundo de identidad y solidaridad. A lo largo de estos ocho días, hemos visto de todo: la solidaridad, el exacerbado nacionalismo, la angustia, el miedo, la frustración, la alegría de un rescate, los rostros de cansancio y desolación. Muchos de nosotros nos volvimos rescatistas, voluntarios, enfermeros, donadores, cocineros, meseros, viviendo junto a las víctimas de esta gran tragedia nacional el dolor de esto que nos pasó a todos. El recuento de los daños es incalculable, así como incalculable es la suma de esfuerzos, la respuesta y solidaridad internacional, las muestras de cariño hacia nuestro país y la respuesta de la sociedad civil ante el estado de emergencia que se ha vivido. Escuelas, edificios, hospitales, calles enteras necesitan rehabilitación y reconstrucción; también lo necesita nuestra mente y nuestro corazón. Es imposible no cambiar después de una tragedia como la que nuestros ojos han visto, es imposible no ser diferente después de ver los ojos de mujeres y hombres que lo han perdido todo. De familias que, al mirar el patrimonio de años, ahora sólo ven escombros y desolación. La vida me llevó a Tlayacapan, Morelos. Hermoso pueblo mágico que cada año en febrero se viste de carnaval y fiesta para recibir a miles de turistas que disfrutan de sus pintorescas fachadas, de las múltiples artesanías y de las construcciones antiguas del primer cuadro. En Tlayacapan vi muchas historias, mucho dolor, mucha angustia acerca del futuro, invariablemente los habitantes ven lejana la posibilidad de que el próximo febrero haya carnaval. No ven cómo pueda llevarse a cabo con tanto que hay que levantar, reconstruir, reiniciar. Allá también conocí al Profesor José Martin, líder del grupo táctico de rescate especialista en rescate vertical. Platicamos de la gran labor que él y su equipo realizan en diversos puntos del país; pero en Tlayacapan particularmente, habrían de rescatar al Cristo de 4 toneladas que resiste en el ex Convento Agustino de San Juan Bautista, una joya del Siglo XVI cuya primera piedra de construcción se colocó en 1534. El Templo fue terminado 40 años después y su interior ostentaba una hermosa colección de pinturas originales de arte sacro con un valor patrimonial y cultural universal. Recientemente, la UNESCO declaró este inmueble y los bienes muebles de su interior Patrimonio Cultural de la Humanidad; y de él hoy sólo se podrá rescatar el Cristo que fue puesto ahí en 1574 por Fray Diego Rodriguez de Ventanillo. Pareciera no haber relación entre el daño causado por el pasado 19 de septiembre con el turismo, pero en lugares como Tlayacapan los daños materiales, también en cuestiones patrimoniales culturales, no sólo son incalculables, son irreparables. Lo mexicano se ha construido a partir del sincretismo cultural que hemos heredado y cuya memoria veíamos plasmada en la arquitectura de nuestros pueblos mágicos. La conmemoración de días internacionales, como el del Turismo el día de hoy, tienen como objetivo despertar la conciencia de los gobiernos y la sensibilidad de sus ciudadanos acerca de temas coyunturales en la agenda internacional. El valor económico y cultural del turismo para México merece la consolidación de una política de estado que permita también de manera permanente el cuidado, preservación y restauración de bienes muebles e inmuebles al interior de nuestro país, considerando las eventualidades geológicas, climatológicas y de desarrollo sustentable. Hoy, #MéxicoEstáDePie, y seguramente como en muchos otros momentos en nuestra historia nos limpiaremos las lágrimas del rostro para poder mirar nuestro porvenir.   Contacto: Correo: [email protected] Twitter: @ArleneRU Linkedin: Arlene Ramírez-Uresti Google+: Arlene Ramírez Las opiniones expresadas son sólo responsabilidad de sus autores y son completamente independientes de la postura y la línea editorial de Forbes México.