Si bien las bolsas estadounidenses han estado subiendo lo están haciendo en dólares, una “unidad de cuenta basada en nada más que en la fe”.   Ayer el decano de los articulistas por suscripción de Wall Street, Richard Russell, publicó un texto en el blog de Eric King (kingworldnews.com) que vale la pena comentar, sobre todo por la gran experiencia que tiene de más de seis décadas. Con casi 90 años de edad, el autor sigue siendo exitoso sobre todo porque es de los muy pocos que pueden contar de primera mano, lo que vio y vivió en carne propia en la lejana época de la Gran Depresión, la Segunda Guerra Mundial, entre otros sucesos. Esas vivencias le permiten ofrecernos un enfoque crítico e interesante, pues la historia tiende a ser olvidada con mucha facilidad, y más aún, en los mercados financieros. Russell está en la misma línea que otros autores que hemos abordado en este espacio como Marc Faber y Jim Rogers, advirtiendo que los índices bursátiles están entrando en un terreno muy peligroso desde el cual podrían desplomarse. Dice que estamos “en los seis meses negativos del año –de mayo a octubre”, por lo que ha aconsejado a sus suscriptores que vendan sus posiciones y esperen, a pesar de que la tendencia primaria del mercado parezca “alcista” (bullish). Explica que al hacer un análisis de las valuaciones, es posible identificar tanto áreas de riesgo en estas condiciones como zonas de oportunidad en mercados bajistas (bearish). De acuerdo con sus viejos mentores –Charles Dow y George Schaefer, comenta, el retorno sobre la inversión es la clave para las valuaciones y por eso usaban la rentabilidad por dividendo como indicador de sus valoraciones. En este sentido, la rentabilidad actual por dividendo en el promedio industrial Dow Jones es de apenas 2.16%, y del índice S&P 500 de un “increíble y peligroso” 1.96%. Estos rendimientos tan bajos nos exhiben lo caro que están.  Russell dice que Charles Dow veía una rentabilidad por dividendo por debajo de 3.5% como una advertencia, y que él ni siquiera recuerda haber visto una tasa tan baja como 1.96% en uno de los mayores índices accionarios. Por eso, reitera, confía en que sus suscriptores se encuentren a salvo estando al margen. Este hombre que vio a Babe Ruth batear jonrones y volar al gran Graf Zeppelin sobre Nueva York, nos previene diciendo que si bien las bolsas estadounidenses han estado subiendo lo están haciendo en dólares, una “unidad de cuenta basada en nada más que en la fe y el crédito de una nación en bancarrota”. Por eso celebra que poco a poco se esté difundiendo más la verdad acerca de que el oro y la plata representan riqueza real, y al respecto recomienza acumularlos en físico. Por otra parte, apunta también que la deuda pública federal no ha dejado de expandirse y “pronto excederá el 90% del Producto Interno Bruto” estadounidense. Eso, asegura, haría sonar la alarma conocida como la “regla del 90 por ciento” que Reinhart y Rogoff publicaron en su libro “This Time Is Different: Eight Centuries of Financial Folly” (“Esta vez es diferente: Ocho siglos de locura financiera”), editado en 2011. Según los autores, cuando la deuda gubernamental excede el 90% del PIB la economía se contraerá a una tasa anual de 0.01%. La idea central es que elevados niveles de deuda obstaculizan la actividad económica y el crecimiento. Esto, nos dice Russell, es justo lo que está ocurriendo en Estados Unidos y Europa, pero que aquí añadimos es igual a lo que ocurre con México, aunque a menor escala (todavía). Del mismo modo, comenta que hace unos días recibió un folleto titulado “La Divisa Más Segura del Mundo”, y que al leerlo, descubrió con sorpresa que se refería al dólar australiano, básicamente, bajo el argumento de que Australia está “en buena forma” y con poca deuda. Sin embargo, Russell es categórico al asegurar que esto es un sinsentido, pues la moneda más segura de todas es el oro. Y es que el metal “no está respaldado o garantizado por ninguna nación, sino que es riqueza pura, y no necesita que ningún país garantice su valor”. Es por eso que tampoco es necesario que pague interés, algo que la aparta de las divisas de papel que entre menos seguras, tienen que pagar tasas más elevadas para ser atractivas. Por último, agrega que una gran ventaja que tienen el oro y la plata es que no pueden “degenerar en la nada” ni llegar a valer cero. En cambio, ninguna divisa fíat en la historia ha sobrevivido, pues tarde o temprano siempre terminan en el cementerio del dinero o el bote de la basura. Las enseñanzas de Russell sin duda son de gran valía y no deben ser ignoradas. El precio a pagar por hacerlo, puede ser demasiado alto. Bien lo dice el conocido refrán: más sabe el diablo por viejo…  

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