Por Christian León

El 2023 ya está en marcha y así como los retailers tienen nuevas estrategias de venta para los próximos 12 meses, los defraudadores están construyendo y reforzando sus tácticas de fraude para este año, ya sea que se trate de fraude amistoso, robo de identidad o ataques más sofisticados por medio de bots y machine learning. Todo ello facilitado por el fuerte retorno de la omnicanalidad: los comercios siguen la tendencia de ofrecer más oportunidades de compra, lo que implica un reto importante para los equipos antifraude.

Durante 2022, mientras la industria del retail seguía experimentando un crecimiento acelerado en el comercio electrónico, el abanico de opciones de pago, entrega y recolección se amplió significativamente – una noticia bien recibida por el 77% de los consumidores en México que adquirió productos y servicios combinando canales físicos y digitales durante Buen Fin 2022 (AMVO).

Sin embargo, conforme se ampliaron las oportunidades para comprar, aumentó también el atractivo para cometer fraude en contra de los comercios en línea, tanto por parte de cibercriminales expertos que utilizan ingeniería social y técnicas de phishing para engañar a los clientes legítimos y robar su identidad, como por los compradores comunes que aprovechan la gran variedad de canales para adquirir productos y, en algunos casos, se valen de la políticas comerciales de los negocios y los bancos para levantar reclamaciones falsas, quedarse con la compra y conseguir que les regresen su dinero.  

Es ahí donde los retailers se ven fuertemente afectados. Solo en los primeros 9 meses de 2022, los comercios en México recibieron más de 3 mil millones de pesos en contracargos en compras autorizadas (Condusef); y en 2023, es poco probable que los números sean menores. 

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Con el auge de la omnicanalidad, por ejemplo, los defraudadores podrían utilizar los quioscos ubicados dentro de las tiendas para hacer pequeñas transacciones que les permitan poner a prueba las tarjetas robadas sin temor a que los equipos antifraude señalen el dispositivo desde el que el usuario realizó la compra – una de las variables más importantes para la detección de fraudes. De lograr hacer la adquisición inicial, llevarán los ataques a transacciones más grandes que afecten al cliente y al comercio. 

O quizás, al hablar del esquema de compra en línea y recoge en tiendas (BOPIS), los defraudadores pueden hacer una compra ilegítima en línea, ir por el producto al comercio físico y así, sin tener que esperar ninguna entrega a domicilio ni agregar información rastreable de entrega, hacerse de un producto costoso mientras que el dueño real del método de pago terminará reclamando el cargo y el retailer pagará los platos rotos de dicha transacción. 

Queda claro que, ante el cambiante terreno del e-commerce, los negocios deben prestar especial atención a los clientes y adaptarse a su preferencias y motivaciones. Si una de las grandes expectativas detrás de la omnicanalidad es la conveniencia, esta no podrá verse perjudicada por un riesgo de fraude que afecte la experiencia del cliente. El comercio electrónico debe, entonces, aumentar su capacidad de analizar el comportamiento de los consumidores en los distintos canales para identificar si quien intenta hacer la transacción se trata de un cliente legítimo y, de ser así, facilitarle cada paso del proceso de compra. 

Estudiar a profundidad  los distintos canales que ofrece su negocio y armarse con herramientas avanzadas para protegerse será la mejor forma en la que los negocios evitarán ser estafados y, al mismo tiempo, obtendrán los grandes beneficios de la omnicanalidad durante 2023. 

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Contacto:

Christian León, Director de Signifyd en Latinoamérica

Las opiniones expresadas son sólo responsabilidad de sus autores y son completamente independientes de la postura y la línea editorial de Forbes México

 

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