Un emprendimiento quiere cambiar el consumo de unicel a través de recipientes a base de almidón y otros derivados vegetales. Un recipiente de unicel tarda 1,500 años en biodegradarse.   240 días contra 1,500 años. Eso tarda en biodegradarse un recipiente hecho a base de maíz frente a otro de unicel. También es el motivo por el que Carlos Camacho emprendió un negocio de platos, vasos y otros utensilios de origen vegetal que, promete, acabarán con los de plástico. “Usamos desechos de almidón, bagazo de caña, y otras fibras como bambú y fibra de trigo”, dice Camacho, fundador de Ecoshell. La idea nació en 2011 como una tarea para su clase de desarrollo sustentable en la Universidad Anáhuac, donde estudió ingeniería industrial. Durante ese lapso se dio cuenta que en México “prácticamente” no existía una tendencia al reciclaje y la sustentabilidad en recipientes desechables. El panorama del reciclaje no da signos de buena salud: en México se generan 3.8 millones de toneladas de basura plástica. La producción anual de unicel es de 350,000 toneladas, de las cuales se recicla menos de 1%. El resto se traslada a rellenos sanitarios, donde ocupa 15% del volumen total de basura. En su intento por entender a los consumidores, Carlos realizó algunas pruebas para conocer el interés de los consumidores en productos ecológicos, con ayuda de Google y una página sobre productos ecológicos. Al sitio volvieron 2,000 personas. Ahí comenzó a cobrar forma Ecoshell.   Recipientes para consumidores conscientes Platos, cubiertos, charolas, bolsas y hasta empaques personalizados aglomeran la apuesta de Camacho para atraer a consumidores en busca de productos con un impacto positivo en el medio ambiente. “Estamos buscando un segmento (socioeconómico)  B a A, que están más concientizados en productos ecológicos.” Pero no son el único target intersado en Ecoshell. Por ejemplo, ha visto tiendas de Chedraui en zonas remotas que son top sellers. Pero antes de vender sus productos hubo una inversión de ocho millones de pesos. El emprendedor diseñó dos maneras de comercializarlos. La primera fue colocarse en tiendas de autoservicios. Pero el reto de suplir recipientes ecológicos a una empresa como Walmart, que hasta marzo de 2015 manejó 251 tiendas en México y 93 de Superama, no fue sencillo: tuvo que generar 100 toneladas por mes, que representan ventas de cinco millones de piezas mensuales. El costo de productos oscila entre 10 y 30 pesos, desde cucharas hasta platos grandes. Entre los platos que más comercializan fuera del retail están las charolas usadas por Grupo Bimbo para su cadena de pastelerías El Globo. Sin embargo, Carlos recordó que uno de los momentos más difíciles ocurrió durante el proceso de consolidación en tiendas minoristas, luego que uno de sus principales clientes de retail dejó de comprarle producto durante seis meses, por un proceso de reestructuración. Por ello, Ecoshell también apuesta por la comercialización de productos para clientes fuera de los autoservicios. Para este segmento personaliza productos de empaques enfocados a los alimentos, pero también para empresas de ropa como Liz Minelli y OGGI Jeans. Su meta es desarrollar el empaque ideal acorde a las necesidades de los clientes.   Platos ‘verdes’ en otras latitudes Aunque han superado retos logísticos y de producción, para Ecoshell el precio ha sido uno de los obstáculos más difíciles de vencer, pues aunque los productos no rebasan el peso de diferencia con los de unicel, el cliente todavía guarda distancia: “a veces nos objetan el precio”. Sin embargo, para el final de 2015 Camacho espera consolidar la operación en México, así como iniciar las exportaciones a Estados Unidos, Canadá, Europa y Centroamérica. Ante el panorama de transición en el consumo de productos sustentables, el principal reto que enfrenta el emprendimiento de Camacho es la educación colectiva en materia ecológica, pues de ella depende que permee la idea de un beneficio, no sólo en la industria y los consumidores, sino para la naturaleza. “Es una inversión a largo plazo para el medio ambiente.”

 

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