El mundo enfrenta uno de los peores escenarios inflacionarios desde hace casi medio siglo, como resultado de múltiples factores. Ante este importante desafío, los bancos centrales han tenido que reaccionar de manera importante –aunque algunos de ellos de manera muy tardía–, utilizando los instrumentos de política monetaria que tienen a su alcance para palear un incremento desmedido en precios observado desde el año pasado. Sin embargo, a pesar de estos esfuerzos, no han logrado incidir todavía en el comportamiento de la inflación. Esto ha traído consigo un debate en torno al enigma que enfrenta la política monetaria global actualmente.

El mundo encara una elevada inflación que no termina de ceder

La difícil coyuntura de inflación es multifactorial. Los choques más destacados son aquellos de oferta, ocasionados por la pandemia del Coronavirus desde 2020, a los cuales se le han unido también los efectos adversos del conflicto entre Ucrania y Rusia este año. Esto ha afectado a un sinnúmero de materias primas, bienes intermedios y artículos finales. Asimismo, a lo largo de los últimos meses se han incrementado efectos climáticos adversos en varias regiones, destacando importantes sequías en Estados Unidos, India y Brasil, afectando diversos cultivos.

Por si fuera poco, también hemos experimentado afectaciones por el lado de la demanda, especialmente con el estímulo fiscal y monetario sin precedentes observado en el mundo durante la fase inicial de la pandemia. Desafortunadamente, la persistencia de las presiones inflacionarias también ha derivado en un ajuste de precios relativos y una contaminación de las expectativas. Eso ha traído consigo un escenario de desasosiego para los banqueros centrales.

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La política monetaria se tornará más restrictiva que en ciclos previos

El 2020 fue un año de estímulo de política económica, el 2021 del inicio de la normalización –especialmente con bancos centrales en economías emergentes– y el 2022 estará caracterizado por una importante restricción de condiciones monetarias. Desafortunadamente hay un mayor rezago del previsto entre las acciones de política monetaria y sus efectos sobre la inflación, lo que ha puesto en una situación apremiante a varios países.

Un claro ejemplo de ello lo hemos visto en días recientes. El Fed en EE.UU. subió en 50 puntos base su tasa de interés este 4 de mayo, después de iniciar el ciclo de alza de tasas con una magnitud de 25 puntos base en marzo. Es indudable que el Fed está rezagado (o detrás de la curva), lo que ha ocasionado una señal de una restricción más acelerada en los próximos meses, con una tasa que podría alcanzar niveles cercanos a 3% a finales de este año y un nivel de 4% o un poco más en 2023. Este último nivel es mucho mayor al ciclo de restricción previo cuya tasa terminal fue de 2.375%. En otras regiones, India y Chile sorprendieron con incrementos mayores a los previstos, y Brasil e Inglaterra con decisiones en línea con las expectativas, pero mensajes más hawkish. En este tenor, Banxico muy probablemente subirá en 50pb su tasa de referencia el próximo 12 de mayo, y posteriormente tendrá que ir de la mano con el Fed, pudiendo terminar con una tasa por arriba de 9% en este ciclo, mayor a los niveles máximos de los dos ciclos previos de 8.25%.

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El enigma asociado a la compensación (trade-off) entre inflación y crecimiento

¿Cómo atacar de manera eficiente a la inflación sin perjudicar el crecimiento? Esta pregunta no es trivial para quienes diseñan e implementan la política monetaria en el mundo. La inflación de hoy es un costo que los bancos centrales y gobiernos estuvieron dispuestos a incurrir durante el momento más apremiante de la pandemia, cuando la actividad económica cayó a niveles no observados en un siglo. La difícil coyuntura del 2020 tuvo que ser enfrentada a través de estímulos fiscales y monetarios sin precedentes. Sin embargo, hoy en día el escenario es contrario, generando una fuerte disyuntiva. Los bancos centrales han tenido que valorar en este 2022 que tanto están dispuestos a afectar a la recuperación económica con el fin de contener un exorbitante incremento en los precios que enfrentan consumidores y empresas, y con ello evitar una crisis mayor más adelante.

En la siguiente entrega “El enigma que enfrenta la política monetaria (Parte II)” analizaré como el escenario actual es mucho más complejo respecto a lo que la economía había experimentado en décadas previas, lo que ha incrementado el debate en torno a los regímenes de objetivos de inflación que adopta hoy en día una gran cantidad de bancos centrales (25 países en 2010 de acuerdo con el FMI, pero en la actualidad cerca de 39 países lo han adoptado de manera explícita, siendo el primero Nueva Zelanda en 1990). Asimismo, hablaré sobre los enfoques que deberían de implementar los bancos centrales, entre aquellas estrategias direccionales o un encuadre basado en reglas. Por lo pronto, este artículo trató de abonar al análisis sobre el fuerte enigma al que se enfrentan hoy en día los bancos centrales, el menor margen de maniobra que tiene la política monetaria y el riesgo de errores en su implementación que pudiera tener otros efectos no deseados. Ante todo esto, la coyuntura actual apunta hacia un escenario de una mayor restricción monetaria en el mundo, lo cual significaría vientos en contra para la recuperación.

Contacto:

*Alejandro Padilla es Director General Adjunto de Análisis Económico y Financiero de Grupo Financiero Banorte. Las opiniones expresadas en este documento son de exclusiva responsabilidad del autor y no representan la opinión de Grupo Financiero Banorte ni sus subsidiarias o filiales.

Cuenta de Twitter: @alexpadillasan

Las opiniones expresadas son sólo responsabilidad de sus autores y son completamente independientes de la postura y la línea editorial de Forbes México.

 

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