“La vida es como montar en bicicleta: para mantener el equilibrio debes seguir moviéndote.”

(Albert Einstein) 

Antes que nada, la primera pregunta sería si realmente existe un equilibrio entre el orden y el caos. Si en verdad pueden subsistir el uno sin el otro, y qué acciones tendríamos que realizar para llegar ahí. Si lo consideramos, esto es algo que puede aplicarse casi en cualquier aspecto; es decir, tanto en la vida personal como en la empresarial, aunque es esta última la que hoy nos atañe.

Definamos primero qué es el orden y qué es el caos. De acuerdo con la Real Academia de la Lengua, el orden es la colocación de las cosas en el lugar que les corresponde, una buena disposición de las cosas entre sí, o, la regla o modo que se observa para hacer las cosas. Por otro lado, se considera caos al desorden y la confusión. Desde esta óptica, podemos notar que es algo que se contrapone.

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Sin embargo, las organizaciones de cualquier tamaño viven entre orden y caos todo el tiempo. El cómo enfrentamos esa ambivalencia o la hacemos parte de nuestra compañía, es realmente la clave para encontrar ese equilibrio entre uno y otro. Podría pensarse que, en un lugar con orden, hay una total estructuración y una forma muy definida de hacer las cosas. Pero, ¿dónde queda entonces la innovación? Por increíble que parezca, ésta llega de la mano del caos y el desorden.

Tener un control absoluto de los procesos y una forma inamovible, incluso pactada en modelos de negocios, nos refiere a que todo lleva un orden específico, donde queda poco espacio para el cambio, porque éste implicaría incluso transformar varios procesos y esto generaría incertidumbre, lo cual puede estresar a algunas personas. Por otro lado, el caos da paso a tener la libertad de reinventarse cada día, a cada momento; lo importante es justamente encontrar el modo de hacerlo correctamente.

La teoría del caos en las organizaciones

Investigadores de diversas ramas de estudio han diseñado una forma diferente de entender el crecimiento de la complejidad que ha tenido el mundo. Desde hace décadas explican que el caos puede ayudar a encontrar patrones y orden, incluso en aquellos que podrían parecer comportamientos erráticos, como una expansión muy rápida que no permite medir, por ejemplo, la tasa de crecimiento y, por ende, no pueden tener expectativas de su desarrollo y expansión a futuro.

Parte de lo que se ha aprendido con estas teorías, específicamente con “La teoría del caos” es que un sistema complejo tiene reglas naturales que influyen en su actuar y al mismo tiempo tienen reglas complejas que coadyuvan en su funcionamiento en ambientes inusuales. Y, analizando un poco el panorama mundial, en realidad todas las organizaciones estamos viviendo en este último, porque ya nada es igual, y nos toca adaptarnos a las exigencias de un nuevo mundo.

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Acá lo importante es cómo deciden actuar los líderes de las organizaciones… deben decidir si quedarse en un ambiente ordenado, estructurado, sin riesgos aparentes, o bien, entender que estamos ante un caos relativamente conocido, al cual hay que tomar con inteligencia, con innovación, siendo disruptivos y adaptándonos a las nuevas necesidades de las personas, de las sociedades e, incluso, de la misma empresa.

La forma en que trabajan las empresas “tradicionales” está muy enfocada en el control, el orden y la habilidad de prever el mayor número de aspectos (como ventas, crecimiento, etc.). Por consiguiente, todo lo que represente desorden o incertidumbre es visto como algo adverso para la compañía. Están acostumbradas al “deber ser”, a lo habitual. Su capacidad de reacción inmediata es muy limitada; pero, si algo nos ha mostrado la pandemia, es que no podemos mantenernos rígidos en un mundo que cambia a la velocidad de la luz.          .

Nonaka, uno de estos tantos investigadores, aseguraba que el caos y el desorden son algo intrínseco de las organizaciones y deben verse como oportunidades de creación. ¿Por qué? Porque el caos y las perturbaciones a las que sí le hacen frente ciertas organizaciones les permiten estar en un estado de revolución permanente, y pondrá a prueba sus capacidades y fortalezas para sacar lo mejor de sí e idear cosas nuevas, innovadoras, que rompan los esquemas de lo conocido, porque será lo que más se ajuste al caos en el que estamos viviendo.

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Ser disruptivo y vivir en el caos, ¡se puede!

Hacer lo que todos hacen es fácil, sencillo, precisamente porque solo hay que seguir patrones. Pero ¿eso es lo que quieres? Recuerdo bien lo que decía Seth Godin en su libro de La vaca púrpura, quien afirmaba que no hay escasez de ideas extraordinarias y que, incluso, las empresas tienen posibilidad de llevarlas a cabo, lo que falta es la voluntad para realizarlas. Y me atrevería a agregar, que quizá hay miedo.

El mismo autor explica que no basta tan solo con ser innovadores, hay que romper esquemas. Hay que hacer lo que nadie está haciendo, resaltar de los demás. Porque de lo común la gente ya está cansada, acostumbrada y aburrida. Necesitan algo diferente, con lo que se identifiquen, algo que rompa lo tradicional. Ser una vaca púrpura en medio de un ciento de vacas que son iguales, porque así no solo te verá tu público objetivo, también lo harán los demás. Hay empresas que han representado esa necesidad de cambio muy bien. 

Y es que, cuando como empresario comprendes que debes crear algo diferente para la gente que también es diferente, y que además tienes la capacidad de hacerlo, no hay otra opción más que crear. Precisamente Seth Godin decía que todo aquello que resuelve los principales problemas de la gente ya fue creado; así que ahora no queda más que mirar dentro del caos y atender aquello que ayudará a los que como tú han decidido adaptarse al nuevo desorden.

Al igual que otras empresas de tecnología, hemos asumido nuestro papel en el mundo que nos tocó vivir, donde las personas buscan la resolución de sus problemas con tan solo dar un click en su dispositivo móvil, sea tableta, computadora portátil o un Smartphone. Ya no están interesados en lo tradicional, porque ellos mismos ya no lo son. 

Startups: revolución dentro del caos

El mundo startup tecnológico  ha encontrado en las manifestaciones de desorden y caos, las señales idóneas para replantear a través de la innovación y generación de nuevos productos y servicios, aquellos que resuelvan la insatisfacción añeja de clientes y consumidores. Gracias a toda la tecnología existente, hoy se puede conocer más y mejor a cada persona, qué cosas tiene resueltas y cuáles no, cómo vive en este caos y qué es lo que está provocando su infelicidad. 

Ser disruptivos no significa de ninguna manera ir en contra de un sistema solo porque sí, o que no haya un orden dentro de tu organización; se trata  de dejar de hacer las cosas como siempre se han hecho y empezar a crear nuevas maneras de hacerlo. Todos tenemos la capacidad de innovar, pero quizá no todos los modelos para hacerlo, por miedo a dejar de ser lo que siempre han sido. Lo ideal es plantear una misión y luego crear caos para cumplirla.      

Estoy convencido que una vez que encuentras tu vaca púrpura, debes buscar permanentemente cómo mantenerla en la atención de la gente, y eso lo vas a lograr innovando, agregándole nuevos elementos, nuevas soluciones, con base en lo que tus mismos clientes te dicen, te demandan. Nunca terminar de crear.      

Sí, los emprendimientos tecnológicos hemos cambiado mucho la forma de hacer las cosas; creando un mundo que está transformando no solo a la banca, sino también la forma de hacer los negocios, las formas de invertir, las compras y ventas en línea, y, en general, la vida de las personas. Nacimos en un mundo que ya vivía en caos, y nos hemos acoplado para hacerles ver a los demás que, hoy, el orden y lo forzosamente establecido ya no lo son todo. 

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Contacto:

Emilio González, director General de Nu México*

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