“La emoción debe estar en lo que debemos hacer”

Tenemos el año 2021 encima, y ya es hora de prepararnos. Supongo que, después de los esfuerzos realizados para la proyección de 2020, hay suficientes dudas sobre la utilidad de establecer nuevos planes. 

Para consolarse, muchos pensarán que, al menos, el año que viene no puede ser peor que este que está por terminar. Y si yo les dijera que 2020 no es sino el trailer de lo que nos traerá 2021, ¿qué harían? 

Sabemos que el año próximo tampoco será completamente normal y que, de todos modos, debemos disponernos para él. En efecto, el que estemos en momentos excepcionales aumenta la necesidad de hacerlo. Nunca había sido tan fundamental asegurarnos de que la estrategia genere emoción, de que podamos convertirla en algo más que un pensamiento mecánico, presupuestario o cerebral. 

Cuando un esquema de planificación no es capaz de incentivarnos, no hace falta una pandemia para que todo se venga abajo. La primera pregunta que debemos hacernos para confirmar si abordamos el año que viene de forma correcta es si la estrategia que seguimos inspira a nuestros equipos de trabajo y si también lo hace con nosotros mismos. 

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Luego de lo que hemos vivido en 2020, hablar de una “estrategia inspiradora” puede hacerle fruncir la frente a más de uno. No es un secreto que existe resistencia contra las definiciones de visión y misión organizacional, algo que muchos consideran una pérdida de tiempo o la causa de interminables e inútiles reuniones para contar con unas palabras bonitas en la sala de espera, pero es precisamente en coyunturas críticas cuando hace más falta una proposición que sea lo más estimulante y sólida posible.

A quienes sientan que este enfoque es una propuesta de simple motivación, les invito a reflexionar sobre la opinión de Henry Mintzberg, uno de los académicos más respetados de la ciencia gerencial: “Una estrategia que no inspira, en ningún modo es una estrategia”. Mintzberg es uno de los pensadores más importantes en el mundo del comportamiento empresarial; la planificación ha sido un tema crucial en sus investigaciones. Si continúan leyendo su cita, encontrarán que la frase es aun más contundente. 

Millones de personas quedaron en números rojos en 2020, pero aquellos que perdieron apostando a algo que les llenaba, iban por buen lugar. Las cifras negativas no siempre son señal de alerta; la crisis está anunciada cuando se siguen patrones y tendencias que no dejan rastro. Los que enfrenten al nuevo año con la capacidad intacta de imaginar, de crear y de elegir se llevarán la mejor parte.

Sigue en esta sección el avance contra la pandemia en México y el mundo 

Espero que nadie se confunda: la planificación estratégica no tiene que ser exclusivamente un proceso emocional; establecer si nos prepararemos para una recuperación económica en forma de “U” o “V” (es decir, si será paulatina o atropellada), o si determinamos que no habrá recuperación alguna en los mercados en los que competimos, es algo que debemos hacer con los más sofisticados instrumentos de gestión a nuestro alcance. La emoción debe estar en lo que debemos hacer. Disponer las tropas en un campo de batalla está precedido por un marco científico, pero lo que hace a los soldados saltar a la guerra debe romperles el alma. 

Hace un par de décadas, Mintzberg dijo que “las empresas más interesantes y exitosas no son aburridas”. Esta declaración, en vez de perder vigencia, cada día se hace más evidente. 

Aunque 2021 sea la secuela de este primer episodio (y recordemos que las segundas partes suelen ser peores), la primera tarea que tenemos es la de asegurarnos de que saldremos con una estrategia por la que valga la pena doblarle las rodillas a un virus letal.

Contacto:

Escritor y fundador de #INQUEBRANTABLES

Twitter: @danielhabif

Las opiniones expresadas son sólo responsabilidad de sus autores y son completamente independientes de la postura y la línea editorial de Forbes México.

 

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