El gobierno federal deberá asumir los costos de la crisis en Pemex, así lo afirma Jesús Reyes Heroles, ex director de la empresa estatal y hoy presidente ejecutivo de Structura, una firma que asesora a otras en el armado de proyectos energéticos y las pone en contacto con fondos de inversión.   Por lustros, Hacienda ha sustraído recursos de la petrolera y aún lo hace. Y eso está detrás de los resultados negativos de Pemex en el tercer trimestre de este año, del faltante para el pago de pensiones y de que la empresa no haya recibido inversiones para modernizarse, añade el también ex secretario de Energía y ex embajador en Estados Unidos en el gobierno de Ernesto Zedillo. “Yo reite­ro que la reforma energética tiene una deficiencia muy importante: dejaron a Pemex y a la Comisión Federal de Electricidad (CFE) dentro del presu­puesto federal”, remata. En el ámbito privado, Reyes Heroles fue miembro de los consejos de administración de Walmart México, Banamex Citigroup y OHL México —de este último salió en octubre pasado—, y actualmente es parte de ese órgano en banco Santander. El exfuncionario prepara el primer congre­so de energía en el país que no es organizado por Pemex ni por la CFE: el Energy México 2016, el cual tampoco hablará de la reforma energética, sino de la energía a escala global. El encuentro se llevará a cabo en enero y permitirá a empresas e inversionistas internacionales constatar avances y pendientes en la aplicación de la reforma.

reyers_herolesJesús Reyes Heroles. (Foto: Michelle Burgos).

Respecto del evento Energy México 2016, ¿qué falta por discutir sobre el sector energético? ¿Cuál es la esencia de ese encuentro? La reforma es tan profunda que ha cambiado las relaciones entre mu­chos actores del sector energía en el país; y eso también abarca las con­ferencias, reuniones de información y networking entre las empresas. Será el primer evento privado y una conferencia con una expo de pri­mer nivel sobre temas de energía en México —antes lo hacían Pemex y la CFE, y lo seguirán haciendo, pero no eran eventos privados—. El otro punto es que no se trata de una conferencia más para hablar sobre la Reforma Energética, sino de energía a escala global, y ahí encajará la problemática de México. Vamos a hablar de la perspectiva global en materia energética, de la geopolítica de, por ejemplo, el Medio Oriente y sus implica­ciones sobre los mer­cados internacionales. Vendrán gen­tes de primerísimo nivel, que son los que pueden explicar o plantear donde está la frontera de las tec­nologías que se están utilizando en energía, tanto en hidrocarbu­ros, energía eléctrica y de paso vamos a hablar de cómo entra México en ese panorama general y en cada uno de los asuntos.   La reforma energética está en proceso de implementación, ¿cuáles cree usted que son los puntos de interés sobre Mé­xico de quienes asistan al encuentro? Poder constatar de primera mano que la reforma ya tiene efectos en el sector energético mexicano y que ha abierto oportunidades de inversión a nacionales y a extran­jeros. Van a poder intercambiar experiencias in situ y escuchar de primera mano qué es lo que está faltando o cómo lo están percibien­do los empresarios, por un lado, y los reguladores por el otro. Faltan reglamentaciones y regulaciones (algunas están en discusión), algu­nas con puntos debatibles.   ¿Tiene México reglas claras y parejas en licitaciones? En áreas como transpor­te ha habido cuestionamientos y se percibe que los inversionistas no ven bien que participen en los concursos jugadores muy cercanos al gobierno, como sucedió en el caso del tren de Querétaro, que derivó en un incidente con China. En energía, la experiencia es mucho más afortunada. Las licitaciones de la Ronda Uno han trascurrido muy bien, la transparencia ha quedado patente y la participación de las empresas nacionales y extranjeras, por su peso, reputación y compromisos, las han validado y acreditado. Yo no tengo una duda en ese frente, como sí es el caso de proyectos de trans­porte y otros proce­sos que señalamos en su momento. Ahora, hay ciertos pendientes y no fáciles de resolver. Por ejemplo, en el funcionamiento del mercado de electricidad, cómo va a ser ese despacho (de electricidad generada por privados a la red pública), cómo será el contacto directamente entre generadores y consumidores, cómo se vinculará con las reglas del despacho del Cen­tro Nacional de Control de Energía (Cenace). En energías renovables, hay varios puntos todavía sujetos a defi­nición, y como cambiaron las reglas, algunos jugadores en materia de energía, tanto eólica como eléctrica, están esperando una versión más acabada de las nuevas reglas. La Cumbre será una oportu­nidad para escuchar cómo lo está haciendo el gobierno y de los inte­resados sus puntos de vista sobre cómo debería ser esa regulación. Algo parecido pasa con el tema del Cenagas, que está integrándose. El gobierno ya planteó el futuro, el que va más allá de la Ronda Uno, así que comienza a haber información valiosa pero ha recibido, en mi opinión, menos atención de la que merecería porque todo mundo está concentrado en la Ronda Uno, pero ésta terminará en el primer trimes­tre del año que entra.   La primera licitación de la Ronda Uno fue vista como un fracaso porque sólo se adjudicaron dos bloques y porque fue necesario hacer ajustes para la segunda convocatoria. Yo discrepo. Yo creo que fue muy exitosa, lo que pasa es que algunos resultados fueron intangibles. Claro, se asignaron solamente dos de 14 bloques, pero de lo que no se habla es que en esos dos bloques iba 38% de las reservas que estaban en licitación. Había bloques con mate­rialidad (con contenido de petrolíferos) y había bloques con casi nada de materiali­dad, y algunas veces las urnas se quedaban vacías, literal­mente, porque no tenían materialidad. En cuanto a la transpa­rencia, que era una preo­cupación enorme, quedó claramente superado, todo el mundo lo dijo. La transparencia en las urnas y la apertura de sobres causó un impacto muy positivo en los participantes. En segundo lugar, el que hayan participado las empresas mexicanas y extranjeras que quedaron como ganadoras o en segundo lugar, le dio acreditación internacional al proceso. Y tercero, la reacción en México fue muy interesante. Al día siguien­te (de la apertura de propuestas de la Ronda Uno) un senti­miento de preocupación hizo que los partidos po­líticos —no sólo el partido del gobierno— comenza­ran a decir ‘algo está mal, tenemos que hacer algo para que sea exitoso’. Y vino de inmediato una reacción del gobierno para cambiar una serie de disposiciones que resulta­ban incómodas para diver­sas empresas interesadas y que no eran esenciales para el desarrollo del proceso. Salió muy bien porque las cambiaron (las condi­ciones) y no enfrentaron ninguna resistencia ni crítica. Para muchos, el tema era que se iba a comenzar a regalar los recursos nacionales, pero eso no se confirmó. Se cambiaron las reglas, se atendieron las sugerencias de cambio, diría que en 85 o 90%. Curiosamente, muchos de esos puntos se los habían dado a conocer a la autoridad pre­viamente, pero ésta fue muy estricta, yo creo que excesivamente estricta, y eso estuvo bien, porque pensemos en el otro caso que hubiera comenzado con un régimen demasiado laxo y flexible. En ese caso sí habría habido preocupación y crítica de diversos sectores de la sociedad mexicana y un gobierno bajo sospecha.   ¿Hay entonces una diferencia en cómo se conducen las licitaciones para el sector energético con las de otros sec­tores, como el transporte, un compor­tamiento diferente de los reguladores y las autoridades? Hay aspectos del gobierno que están fluyendo mejor y eso también se vincula con el evento de Energy Mexico 2016, porque va a coincidir con el cierre de la primer etapa de este proceso de apertura.   Hay gran inquietud por los resulta­dos financieros de Pemex y CFE, con pérdidas netas y aumentos de gastos. Como exdirector de Pemex, ¿es enten­dible esto, después de que la reforma ofrecía un escenario muy positivo para estas compañías? Es perfectamente explicable, lo que no quiere decir que sea algo desea­ble. La reforma sacudió de fondo a estas dos empresas, a mí me tocó en algún momento como secretario de Energía presidir los consejos y des­pués dirigir Pemex, y soy en buena medida prueba viviente de que Pemex no se podía cambiar desde adentro. Se necesitaba un cambio en el entorno para que realmente se pusiera las pilas e hiciera una serie de cambios largamente pospuestos. De por sí, una empresa que pasa de ser un monopolio constitucional a no tener exclusividad en nada —porque están abiertos todos los eslabones de la cadena de hidrocar­buros— iba a requerir cambios de fondo, pero a eso se suma la coyun­tura internacional muy desfavorable de los bajos precios del petróleo. Es muy difícil distinguir qué parte de los resultados de Pemex deriva de la reforma y qué parte de la crisis del mercado petrolero. Yo reitero que la reforma tiene una deficiencia muy importante: dejaron a Pemex y a CFE dentro del presupuesto federal. Eso implica una serie de regulaciones propias del sector público que no deberían de aplicarse a las empresas produc­tivas del estado, aún cuando fueron aligeradas, pues en una situación como la actual hacen todavía más evidente el impacto de los precios petroleros sobre la empresa y las finanzas públicas. Todas las empresas petroleras se están ajustando y haciendo lo mismo que Pemex. Revisan qué proyectos van y cuáles no, otros los posponen o cancelan, hablan con sus proveedores para decirles que también carguen con parte del ajuste, revisan precios y hacen ajustes de estructura y de personal, de ejecutivos, simplifican. No es raro que Pemex lo esté haciendo. Lo que maximiza el impacto en Pemex es que en otros países el impacto sobre las finan­zas públicas es menor, porque no dependen tanto del petróleo como en México. Aquí todavía treinta y tantos por ciento de los ingresos del gobierno viene de Pemex, por eso la sensación de una crisis mucho mayor.   Usted dice que el cambio en Pemex no podía ser desde dentro, ¿por qué? Muchos atribuyen la crisis fi­nanciera de la empresa a los fondos de pensiones, ¿se le está cargando mucho la tinta a este tema para no hablar de otros problemas? Las pensiones son un factor, pero un factor del pasado y que no es de Pemex. Es un proble­ma del gobierno federal, de la Secretaría de Hacienda, porque Pemex generó los recursos en el pasado para cubrir sus pensiones y quién los sustrajo fue el erario público. Y de alguna manera, el problema no es para Pemex, es para el erario público, que es quien va a tener que aportar ese recurso de ahora en adelante. No se trata de cambiar sustan­cialmente los derechos adquiridos por los trabajadores de Pemex hasta ahora, pero sí tiene que cambiar las condiciones hacia delante. El otro es un tema entre Hacienda y el gobierno: ese dinero que usamos en el pasado para invertir y operar, en este momento le está haciendo falta a Pemex, tenemos que dar cuentas de eso. Hay otros factores. Le menciono sólo uno, las refinerías de Pemex son viejas y producen combusti­bles que no corresponden con la demanda que tenemos en México. Se sigue produciendo una cantidad de combustóleo enorme porque sistemáticamente se pospusieron las reconfiguraciones de las princi­pales refinerías. Se reconfiguró la de Madero en su oportunidad y Cadereyta, y luego se tardó mucho tiempo la reconfiguración de Minatitlán, y fue un desastre por los tiempos que se tardaron en concluirla. Y estaban pendientes Tula, porque ahí iba a haber una nueva refinería, y Salina Cruz todavía no está definida. Tiene Pemex una planta industrial que genera productos de bajo valor y de baja demanda y ese no es un tema que tenga que ver con los trabajadores, sino uno de fondo de su estruc­tura industrial. Y qué tiene que ver eso con esa relación Pemex-Hacienda. Porque no se hicieron esos proyectos en el pasado, porque Hacienda no le autorizaba los recursos a Pemex para hacerlo.   ¿Para qué entonces Pemex tiene un consejo de administración si no va a poder tomar cartas en una situación como la actual? Lo que ha sucedido desde finales del año pasado en relación con el gobierno y con Hacienda ha sido muy delicado y difícil de mane­jar para los nuevos consejeros. A finales del año pasado, el 29 de diciembre, Hacienda sustrajo 50,000 millones de pesos del presupuesto a Pemex que no estaban considerados originalmente ¿quién los aprobó? Ya estaban los consejeros ahí. Uno supone que debió de haber una defensa de Pemex por parte de los consejeros que, cuando menos públicamente, no se dio y no se oyó. Todavía hubo cambios impositivos adicionales hacia febrero o marzo de este año y se le han aplicado restricciones presupuestales muy fuertes. Yo me hago la misma pre­gunta: ¿y el consejo qué? Seguimos con la paradoja de que el secretario de Hacienda está sentado en el consejo de adminis­tración de Pemex. Es un problema, porque con qué cachucha juega. En Hacienda han tenido durante muchos lustros y tienen aún un billetoducto que viene de Pemex y que no ha cambiado; se redujo pero por otras razones, no por el régimen tributario.   Es esas condiciones y en ese estatus, ¿es viable Pemex como empresa? Porque los bajos precios petroleros podrían seguir por dos o tres años más. Sí. Yo creo en las empresas petro­leras integradas como modelo de negocio. Ahí está Shell, BP, Exxon Mobil, que van desde el pozo hasta las cadenas de distribución. Mi visión sería preservar a Pe­mex como una empresa petrolera nacional, integrada verticalmente, pero con mucho mayor flexibili­dad de operación que la que tiene ahorita.   ¿Podría no ser viable con las limitacio­nes y restricciones que aún tiene? Se pueden cambiar las cosas. La pregunta central es cuál es el monto de recursos que el Estado mexicano quiere continuar sustrayendo de Pemex. Eso lleva a otras cosas y sí, todos coincidimos en que hay que dismi­nuirlo para que pueda tener un programa de inversiones más amplio y modernizarse más rápidamente. Pero luego tenemos que ver cómo sustituye el erario esos recursos. La pregunta nos lleva a otras cosas. Si suponemos que el consejo de administración y el comité ejecuti­vo puede tomar decisiones y hacer una reingeniería con criterios de empresa, ¿dónde estarían los pun­tos rescatables y de cuáles se podría prescindir o posponer? Donde hay más margen y donde están los resultados más positi­vos de Pemex es en exploración y producción.   ¿Pese a los precios actuales? Sí. Los costos de producción de Pemex todavía fluctúan entre los 14 y 20 dólares por barril. Es un margen muy importante. Me preocupan los retrasos que ha habido en materia de producción de gas, porque no se hicieron las inversiones a tiempo en una serie de cosas. El hecho es que la produc­ción de gas natural de Pemex no sólo no ha aumentado, sino que ha disminuido. El cambio del entorno del gas en América del Norte le cambia las perspectivas al negocio de este energético; hay yacimien­tos como Lankahuasa y otros que incluso en mi época de director de Pemex eran rentables. Pemex produce volúmenes importantes de gas pero que viene mezclado con nitrógeno, y no se han hecho las inversiones a tiempo para poder prevenir o evitar que esto sucediera. Y regreso al co­mentario anterior: creo en una em­presa petrolera nacional integrada y que enfrente competencia en toda la cadena, ya estará en Pemex echarse para atrás en algunas co­sas y decir qué no le conviene por tener bajos márgenes. Pero mientras tanto, con cada asunto que abra (como, por ejem­plo, la importación por privados de gasolina en 2018) la pregunta será la misma: ¿tiene Pemex la libertad para responder a la coyuntura? Pemex enfrenta problemas para responder en muchas actividades. Lo del gas es una muestra clara, pero lo interesante es que con la reforma se liberó mucho potencial para que la CFE se vuelva un jugador mucho más importante en la comercializa­ción de gas, no sólo para uso propio en sus plantas termoeléctricas, sino para la venta a terceros. Lo que está haciendo la CFE en términos de ampliar la red de ductos a la velocidad que lo está haciendo, con la transparencia que lo está haciendo, es un gran logro y eso es una de las cosas que cuando termine esta administración va a ser evidente para todos los mexicanos. Para los empresarios que van a tener un suministro abun­dante, seguro, continuo de gas, y que van a tener los ductos, con sus ramales y áreas de distribución, eso es muy importante, así como para la competitividad de la economía mexicana. También lo es para el costo de la energía eléctrica.   Por lo que dice, parece inevitable la decisión de desvincular a Pemex de Hacienda, por la necesidad que tiene de invertir y por la coyuntura tan apretada. Es un punto central no sólo para el sector energético, sino para las finanzas públicas y para el crecimiento del país. Es un cambio que parece menor y, considerando la complejidad de la reforma ener­gética, hubiera sido relativamente fácil hacerlo, pues de hecho en la reforma de 2008, que nació muerta porque no había una reforma constitucional, yo como director de Pemex insistí en que un acuerdo fundamental era, cuando me­nos, sacar a Pemex del presu­puesto y darle flexibilidad. Por qué se pudo hacer lo difí­cil, la reforma, y no lo pequeño, que es esta disvinculación del presupuesto. Responde a una tradición de control del sector público y de desconfianza entre las institucio­nes… podríamos quedarnos toda la tarde platicando de ese tema.   En cuanto a áreas de inversión, se dice que es urgente reconfigurar Salina Cruz. ¿Dónde pueden estar los focos de atención para el sector privado, además de explotar y producir petróleo? Hay oportunidades en todo refinación. Todavía no me queda claro cuál es el modelo que está si­guiendo Pemex y si está abierto para que los particulares puedan par­ticipar. El tema es cómo lograr ir de la mano con los particulares, porque eso tiene implicaciones patrimoniales, de rentabilidad, laborales. Sé que en Pemex y en el gobierno han estado traba­jando en eso, porque es un tema muy importante que hay que resolver. Importamos más de 50% de los combustibles, pero se puede producir más aquí con las inversiones que ya hay.   ¿Cómo participan usted y su empre­sa Structura en todos esto? Promovemos proyectos de in­versión o apoyamos a empresas que requieren apoyo profesio­nal para el armado de proyectos. El equipo que tenemos, los socios de la empresa, son gente que ha hecho esto antes, en el sector público y en el privado, y en eso andamos ahorita.   ¿También reúnen fondos para los proyectos? En algunos proyectos podemos apoyar, poner en contacto con fondos interesados en invertir. No­sotros no operamos fondos, pero tenemos relaciones con fondos que nos buscan para ver qué proyectos traemos o en qué proyectos pue­den invertir. ¿Tienen contratos con Pemex? No, contratos con Pemex no tenemos.   ¿ Dentro de sus clientes hay empresarios mexicanos que están entrando al sector? Prefiero no decir ningún nom­bre, pero sí, son clientes. pemex_foto

 

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