Diez calles aledañas al zócalo capitalino restringen la entrada de quienes buscaban llegar al primer cuadro para la ceremonia del Grito de Independencia, el segundo del gobierno de Andrés Manuel López Obrador, sin público. 

Para muchos, la extrema seguridad que giró entorno a este día resulta sorpresiva, como la que había con el presidente Enrique Peña Nieto. 

“Pues no que todo iba a ser diferente, la cercanía al pueblo, pura farsa este señor”, comentó Sebastián quien traía el rostro pintando con esperanza de entrar al zócalo. 

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En todos los accesos hacia la plancha de la Constitución elementos vestidos de negro y con un pin con los logos del Ejército, la Armada y la Fuerza Aérea registraban a los curiosos que se quieren acercar. 

“Que calle buscas; ve y pregunta a los elementos del Estado Mayor Presidencial”, referían los policías capitalinos que asistían en las labores de seguridad. 

Carmen Alponte, quien viajó desde Chihuahua no cree que el presidente López Obrador haya desplegado un operativo de esta magnitud. 

“¿Pues no que mucho amor al pueblo? Yo quería gritar con él, pero es un desmadre poder acercarse”, refirió ataviada con un reboso que compró en un puesto ambulante de artículos patrios en la Calle de La Palma y Madero.

El zócalo capitalino era un búnker, impenetrable.

Jesús Hernández apostó a que la vendimia de artículos patrios le traería mejores ganancias si se ubicaba en el paseo peatonal de Madero y La Palma. Este era el último punto donde los capitalinos podían acercarse a, de menos, escuchar, el Grito.

La gente se acercaba a comprar penachos con luces led y coronas de flores verdes, blancas y rojas. De 35 pesos la más chica hasta los 70 pesos la que traía focos led con los colores nacionales. 

“La venta está 70% más abajo que el año pasado, a esta hora tendría 3 mil pesos en la bolsa, ahora sólo llevo mil 500”, lamentó mientras enseñaba una máscara tricolor.

“La verdad es que estuvo mejor el año pese a la pandemia”, atajó. 

En contraste, el primer cuadro todo es silencio que sólo se interrumpe para que los militares den indicaciones al Coro del Ejército Mexicano que cantaron el Himno nacional y corearon los 20 vivas de López Obrador.

Muros de tres vallas más la custodia de los elementos del “estado mayor presidencial” vigilaban. 

A diferencia de Correo Mayor, Cinco de Mayo, Pino Suárez, 20 de Noviembre y 16 de Septiembre que desembocan en el zócalo, en los alrededores rumbo al Eje Central todo es fiesta. 

“Viva México, cabrón”, es la arenga más escuchada, naciones y extranjeros se unen lo que desencadena el júbilo de los asistentes. 

Al interior, justo en las faldas del primer cuadro capitalino todo es un control.

La expectativa y la monotonía sólo se vieron interrumpidas por dos ensayos de la cantante oaxaqueña Lila Downs. La sorpresa para los atribulados capitalinos por la pandemia de COVID-19 se transformó en Latinoamérica que escribió Calle 13, uno de los grupos favoritos del presidente. 

Fiel a su estilo de gobernar, el tabasqueño salió sólo al palco presidencial. Con la bandera nacional tocó la campaña traída de Dolores Hidalgo.

“¡Viva la Independencia! ¡Viva Miguel Hidalgo y Costilla! ¡Viva José María Morelos y Pavón! ¡Viva Josefa Ortiz de Domínguez! ¡Viva Ignacio Allende!¡Viva Leona Vicario! ¡Viva Vicente Guerrero! ¡Vivan los héroes anónimos!¡Viva la libertad! ¡Viva la justicia ¡Viva la igualdad! ¡Viva la democracia! ¡Viva la honestidad! ¡Viva nuestra soberanía! ¡Viva la fraternidad universal! ¡Viva el amor al prójimo! ¡Vivan las culturas del México prehispánico! ¡Viva México!”.

-¿Qué le pareció el Grito?

-Aburrido, mejor me hubiera quedado en casa, la gente quería festejar y nada, no hubiéramos venido al zócalo”, dijo Ana García.

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