Pese a la pasión y la esperanza, tanto escoceses como catalanes afrontan una vía complicada, ya que cuentan con la oposición de obstinados gobiernos centrales, de las autoridades de la Unión Europea y de la banca y los empresarios.   Reuters Los movimientos independentistas en Cataluña y Escocia, los dos más fuertes en Europa, están entrando en una nueva fase, y de ambas experiencias se pueden extraer ya lecciones. Los separatistas obtuvieron el domingo una clara mayoría de escaños en el Parlamento catalán, lo que profundizará la confrontación con el Gobierno de Madrid. Pese a la pasión y la esperanza, tanto escoceses como catalanes afrontan una vía complicada, ya que cuentan con la oposición de obstinados gobiernos centrales, de las autoridades de la Unión Europea y de la banca y los empresarios. Y ninguna de las partes tiene el apoyo abrumador de su población. Pero, como poco, seguirán siendo una espina para los políticos de Reino Unido y España en los próximos años. “Cualquiera que esté viendo los acontecimientos en Cataluña ahora estará experimentando una fuerte sensación de ‘deja vu'”, dijo el analista escocés David Torrance en el Glasgow Herald del domingo. “Una coalición de independentistas prometiendo la secesión en 18 meses, alarmismo sobre la UE y las pensiones, argumentos sobre el federalismo como posible compromiso. Es tentador decir que estuvimos ahí y que hicimos tal cosa”, añadió. El presidente en funciones de Cataluña, Artur Mas, dijo el domingo a sus seguidores en Barcelona que el movimiento independentista obtuvo el mandato para seguir adelante. Pero la Constitución española no permite la escisión de una región y el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, se opone a cualquier intento de celebrar un referéndum sobre la secesión. El impulso independentista escocés, liderado por el Partido Nacional Escocés (SNP), perdió un referéndum hace un año. Pero luego obtuvo una aplastante victoria en las elecciones británicas de mayo, logrando 56 de los 59 escaños del Parlamento que corresponden a Escocia y asegurando que en algún momento del futuro Escocia deberá celebrar un segundo referéndum. Michael Keating, profesor de política europea en la Universidad de Aberdeen, dijo que la experiencia catalana sólo tendrá un impacto pequeño en Escocia, si bien la escocesa sí que pesará sobre los catalanes. “Los partidarios del ‘sí’ dirán ahora en Cataluña que tiene el mandato para seguir la vía escocesa, porque al igual que los nacionalistas escoceses tienen mayoría”, dijo a Reuters.   Muchas diferencias Hay muchas diferencias entre ambos casos, por ejemplo en la economía. Cataluña es el motor de España, representando casi el 19 por ciento del PIB total. No obstante, la duda sobre si una Escocia independiente sería económicamente viable, con o sin el petróleo del Mar del Norte, fue objeto de debate durante el referéndum. “El hecho de que seamos una economía grande en España nos ayudará”, dijo Erola Pairo, de 33 años, presidenta del Centro Catalán de Escocia en Edimburgo y proindependentista. Narcisco Michavila, sociólogo y asesor del gobernante Partido Popular en España, dijo que la mitad de la población que quiere separarse es, por lo general, más rica y está mejor formada que quienes desean quedarse en España. “En Escocia, es precisamente lo contrario, en Escocia los desempleados votaron independencia hace un año con el criterio ‘Lo estoy pasando tan mal que si cambio de bandera mi vida mejorará'”, comentó. Keating dijo que si Escocia hubiera votado abandonar Reino Unido el año pasado, habría sido aceptado por Westminster. Pero España no se lo pondrá tan fácil a Cataluña. “Existe un sentimiento de que Cataluña es lo que hace España, sin Cataluña no hay España. Perder a Cataluña realmente sería bastante malo, mientras que Escocia es vista en Inglaterra como finalmente prescindible”, afirmó.

 

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