El análisis nos permite anticipar que el presidente estadounidense ya tomó una decisión, y que la duda ya es solo sobre cuándo iniciarán las operaciones.   Los acontecimientos de los últimos días, hacen prever que un ataque militar contra Siria es inminente. El frente Occidental estará encabezado por los dos aliados más poderosos, Estados Unidos y Reino Unido, que irán de la mano de uno menos visible, pero igual de importante, que trabajará tras bambalinas: Israel. Aunque es fácil irse con la inercia y pensar que la acción depende de si se comprueba o no que la semana pasada hubo una agresión con armas químicas por parte del régimen de Assad, como acusa la oposición, la realidad va más allá. En los hechos, la “certeza” de la responsabilidad del gobierno sirio ocurrirá por decreto. Las declaraciones ayer del secretario de Estado norteamericano, John Kerry, así lo confirman. Barack Obama ha decidido lanzar una ofensiva bélica y así, las “pruebas” del ataque y su difusión en el “mainstream media” aparecerán como por arte de magia. El gobierno de Damasco es culpable y pagará las consecuencias de sus presuntos actos sin demora, punto. Poco importarían las evidencias en sentido contrario. Una copia calcada de las acusaciones que en su momento se vertieron en contra de Irak por la supuesta posesión de “armas de destrucción masiva”, que concluyó con el derrocamiento de Saddam Hussein. El análisis nos permite anticipar que el presidente estadounidense ya tomó una decisión, y que la duda ya es solo sobre cuándo iniciarán las operaciones. Fuentes gubernamentales revelaron al diario británico The Telegraph, que de las conversaciones el fin de semana entre líderes como el primer ministro Cameron; el presidente francés, François Hollande; la canciller alemana, Angela Merkel y el propio Obama, se concluyó en la necesidad de una “respuesta seria” que desencadenaría una acción militar tan pronto como esta misma semana. Debido a que se considera que las defensas antiaéreas sirias son lo suficientemente fuertes como para causar bajas en las aeronaves aliadas, la vía de entrada será la utilización de misiles “Tomahawk”. Para ello, Washington anunció el viernes que cuatro de sus destructores localizados en el Mediterráneo, se aproximarían a costas sirias. Cada uno, armado con más de 90 misiles. De igual manera, The Telegraph reporta que un submarino nuclear y barcos de guerra británicos estarían ya en la región. Visto así, lo condenable es por supuesto el uso mismo de este tipo de armas, con independencia del bando interno sirio que las haya utilizado, pero además, que Estados Unidos y sus aliados utilicen este incidente como mero pretexto para intervenir a su conveniencia. Y es que de entrada, se desprenden serias dudas sobre la veracidad de la versión de los rebeldes. Primero, porque los investigadores de la ONU ya se encontraban en el país; y segundo, porque desde el año pasado Obama dejó muy en claro que la “línea roja” que marcaría el involucramiento americano, sería el uso de este tipo de armamento. Parece difícil que Assad se aventurara a cruzar ese límite a sabiendas de que podría significar el comienzo de su fin. Rusia a través del portavoz de la cancillería, ha señalado que sería un “error trágico” adelantar conclusiones sobre la responsabilidad de los ataques, advirtiendo que “las acusaciones contra las tropas gubernamentales aparecieron varias horas antes del presunto ataque”. En este sentido, aunque Damasco ya autorizó la entrada de los inspectores de la ONU, para el secretario de Exteriores de Gran Bretaña, William Hague y el propio Kerry, “ya es demasiado tarde”. Según su parecer, las evidencias podrían haber sido borradas por el continuo bombardeo que ha sufrido la zona. Esto confirma que para Occidente, el que Assad sea o no el verdadero responsable es tema secundario, pues las simples sospechas les bastan para justificar un bombardeo. Fuentes de ABCNews, han dicho que las operaciones no tendrían la intención de remover al presidente sirio, sino “desalentar o prevenir” el uso de más armas químicas. Desde luego, eso es falso. La intención última de Occidente sí es derrocar a Assad, con todas las consecuencias insospechadas que ello implica. De acuerdo al periódico francés Le Figaro, en su nota titulada “Siria: la operación anti Assad ha comenzado”, el 17 y 19 de agosto, días antes del supuesto ataque químico del día 21, habrían entrado a territorio sirio los dos primeros contingentes rebeldes entrenados por Estados Unidos en tácticas de guerrilla. Los grupos, de 300 hombres cada uno, habrían tenido el respaldo “de comandos israelíes y jordanos, así como de agentes de la CIA” para adentrarse en el país. Aunque el diario plantea el hecho como posible causa del uso de armas químicas por parte de Assad, a manera de respuesta, lo cierto es que también demuestra el interés de Estados Unidos por la cabeza del presidente sirio es tal, que esta vez, no se detendrá hasta verla caer. Por desgracia, el mundo parece encaminado a un nuevo conflicto bélico cuyo objetivo final, es reafirmar la hegemonía mundial estadounidense. Una a una han ido cayendo las fichas opositoras, y el siguiente en el calendario es Siria. Mañana, será Irán. China y Rusia lo saben pero poco es lo que pueden hacer para evitarlo. Entre ello, seguir acumulando más y más oro occidental. El desafío de estos países no podrá llegar por el lado de las armas, pero sí por el del sistema monetario global, que tiene en el dólar, sus cimientos de papel.   *Las opiniones expresadas son sólo responsabilidad de sus autores y son completamente independientes de la postura y la línea editorial de Forbes México. Contacto: Twitter: @memobarba Facebook: facebook.com/memobarba email: [email protected] Blog: http://inteligenciafinancieraglobal.blogspot.mx

 

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