La incorporación de la experiencia de los mayores a la empresa tiene un impacto positivo directo en la rentabilidad de cualquier organización. ¿Cómo hacerlo?     Quien ve a su empresa nacer y crecer, quien lucha y comparte sus sueños con quienes la conforman, naturalmente desea y espera que sus hijos o sus hermanos aprovechen la experiencia que ha ganado con los años. Sin embargo, muchas veces la transmisión de dicha sabiduría se enfrenta con el también esperable deseo de innovación de los nuevos líderes. Cuando este conflicto se presenta, es importante recordar que la empresa puede vivir el ímpetu y la creatividad de la juventud en conjunto y positivo balance con la experiencia y la capacidad de discernir que dan los años. Esto se debe a que las empresas son legado y trascendencia de sus creadores y líderes, y no le rinden cuentas ni a las ciencias naturales ni a la tragedia griega: pueden ser innovadoras y conservadoras, subsecuente o simultáneamente, y cambiar esa postura tantas veces como su permanencia y crecimiento lo demanden. Ahora bien, debe tenerse en cuenta que el éxito de este equilibrio entre innovación y experiencia depende de que a éste se lo enmarque en una estrategia consensuada, es decir, de que no se lo deje en manos del azar, de la simple convivencia ni de la ascendencia que tengan algunos sobre otros. No se trata pues de “vamos a darle el gusto al muchacho” ni de “la última vez lo hicimos según tu criterio, ahora me toca a mí”, ni mucho menos de “si nunca van a hacer las cosas a mi modo, mejor me voy”. Así, con base en esta era del conocimiento y de la economía, además de la saturación informativa en la que nos encontramos, constatamos que los negocios multimillonarios se construyen en torno al saber y a la capacidad de transmitir esa sabiduría. En este contexto, aprovechar cabalmente el conocimiento de los mayores los aleja mucho de “permitirles” tener una oficina en las instalaciones corporativas y condescender a escucharlos. Es más, resulta increíble que en la mayoría de las empresas se piensa, como si fuésemos la más primitiva de las tribus, que sacarle provecho a la experiencia de los mayores significa transmitir relatos o anécdotas del fundador a sus sucesores, para que luego estos sean retransmitidos a otros. Incluso en las grandes empresas, saturadas de políticas, procedimientos, manuales operativos, verificaciones y estudios, muy pocos líderes han considerado la conveniencia de registrar, documentar y transmitir eficientemente la experiencia de sus antecesores. No se trata de documentar “todo” como legado del fundador, se trata de aprovechar aquello que hoy o en el futuro, en detenida consideración y dentro de una planeación estratégica adecuada, pudiere llegar a consolidar la misión, la visión, los valores, la estrategia, la asistencia o la mejora en algún aspecto de la entidad. Al hablar de la sabiduría de los mayores no nos referimos únicamente a la experiencia técnica de estos en cualquier área, sino a su conocimiento del negocio, del entorno, de la competencia, de los clientes y de cualquier otro factor que afecte a la empresa. La incorporación de la experiencia de los mayores a la empresa, en orden y con una congruencia manifiesta con la visión empresarial tiene un impacto positivo directo en la rentabilidad de cualquier organización. En la firma de la cual soy socio, Juan Salles (Q.E.P.D.), Manuel Sainz y Héctor Pérez, socios fundadores de Salles, Sainz-Grant Thornton, S.C., continúan transmitiendo su experiencia y representando las bases sobre las que se construye nuestra filosofía. Nuestro plan de acción y la forma en la que agregamos valor a nuestros servicios tienen su causa absoluta y directa en este conocimiento transmitido. Compañías de toda naturaleza gastan fortunas en cursos de capacitación para ventas, y nunca consiguen un vendedor tan capaz como el que formó la empresa, el que comenzó con ella o la hizo crecer. Una cosa no tiene por qué excluir la otra. ¿No valdría la pena contar con el curso de capacitación que tuviera en cuenta la experiencia documentada y registrada de los buenos vendedores de la compañía? Pero eso no es todo, resulta indispensable para la continuidad del camino que el nuevo ejecutivo o el sucesor, comprenda cabalmente lo que la empresa es y su rumbo, que sea capaz de absorber y aplicar la sabiduría que le es transmitida, pero no es menos imprescindible que quien “sabe” esté en decisión y capacidad de transmitirlo. Los iniciadores o fundadores de una empresa deben darse cuenta, a su vez, del momento de decir adiós al manejo cotidiano de la empresa. El tiempo es un insensible enemigo común y no perdonará a nadie. Cuando llegue el momento, mejor antes que después, ya debería haberse escogido a conciencia a aquél o aquellos que continuarán la tarea. La elección de ese momento sería mucho más apropiada si recayera precisamente en el transmisor de las ideas originales de la empresa, para lo cual será substancial hacerle saber que su partida no significa la negación de su persona ni de su dignidad, sino la valoración de su privilegio del proyecto sobre la vanidad o la vocación de poder.       *Las opiniones expresadas son sólo responsabilidad de sus autores y son completamente independientes de la postura y la línea editorial de Forbes México.

 

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