Por Chloe Sorvino Uno de los fuegos más grandes en el área de la Sierra Nevada, en California, fue el Incendio Rim, que atravesó 104,000 hectáreas en el límite del Parque Nacional Yosemite, en 2013. No mucho tiempo después de que los bomberos apagaran las llamas, llegó una flota de excavadoras y camiones, enviados por el multimillonario Archie Aldis “Red” Emmerson. Los trabajadores comenzaron a arrancar los árboles, incluso mientras la maleza seguía ardiendo a su alrededor. “[Siempre] estaremos allí antes de que el humo se extinga”, se jacta Emmerson en una rara entrevista de tres horas desde su sala de juntas cubierta por paneles de abeto de Douglas en el pequeño Anderson, California, entre los bosques nacionales de Shasta-Trinity y Lassen, dos horas al norte de Sacramento. Emmerson recuerda el incendio Fountain, de 1992, en el Condado Shasta, 80 kilómetros al noreste de Anderson, en el que se quemaron 26,000 hectáreas y 272 casas: “Nuestros camiones recorrieron la carretera con llamas en sus cajas de carga”. A los 89 años, camina lentamente pero no tiene problemas para manejar su camioneta Dodge plata para comenzar a trabajar antes de las 8 a.m., seis días a la semana. Su hijo Mark, quien es CFO de la empresa, agrega: “Nosotros entramos (y somos muy agresivos) después de un incendio”. Apodado “Red” cuando era adolescente por el color de su cabello, Emmerson recuerda felizmente los incendios con los que Sierra Pacific Industries se ha beneficiado. Con pantalones sostenidos por un cinturón cuya hebilla tiene la misma insignia con la que marca a su ganado, el magnate, que dirige el negocio junto con sus dos hijos, George de 61 años, y Mark, de 58, hace más dinero por talar árboles después de incendios forestales que cualquier otra persona en Estados Unidos. Cuando el gobierno vende los contratos para talar en bosques nacionales después de un incendio (una práctica controvertida, conocida como tala de salvamento post-incendio), Emmerson consigue un gran descuento, a menudo pagando desde la mitad a un cuarto del precio de la madera tradicional. Luego, Sierra Pacific convierte la madera utilizable (alrededor del 90%) en paneles y otros productos de madera para vender a los constructores de viviendas y los minoristas de madera como Home Depot, Menards y Lowe’s. Sierra Pacific tiene poca competencia, gracias a una ley de 1990 que prohíbe las ofertas de cualquier empresa maderera que registre exportación. Eso elimina rivales que cotizan en bolsa, como Weyerhaeuser y Rayonier, así como a las grandes firmas canadienses. Aunque Emmerson se negó a comentar sobre las finanzas de su compañía, Forbes estima que Sierra Pacific (cuyos únicos dueños son Emmerson y sus dos hijos e hija) tiene ganancias operativas (antes de agregar depreciación y amortización) de aproximadamente 375 millones de dólares (mdd) anuales en ventas de 1,500 mdd. La madera rescatada, que a veces se compra por centavos de dólar, hace una contribución importante. Con base en un análisis de los registros obtenidos en una solicitud de información pública, Forbes estima que el margen de beneficio operativo de Sierra Pacific para productos fabricados a partir de ese tipo de madera puede llegar a 40% y contribuyó con hasta 100 mdd en su punto máximo en 2015. El rescate de madera es sólo un ejemplo extremo del modo en que Emmerson ha construido su negocio de madera en casi siete décadas. Desde comprar repuestos para sus aserraderos en subastas de bancarrota, hasta adquirir agresivamente tierras en California cuando otras empresas madereras estaban vendiendo, Emmerson ha tenido éxito forjando su fortuna al aprovechar la oportunidad y ser ahorrativo. Eso le ha permitido convertirse en el hombre más rico de la industria en Estados Unidos (con una fortuna de 4,000 mdd) y, en tiempos de mayor escrutinio y globalización, en el último gran barón maderero. Durante décadas, Emmerson acumuló más madera en California que ningún otro. Él es el tercer terrateniente más grande del país, detrás de los conservacionistas multimillonarios John Malone y Ted Turner, según The Land Report. En general, Sierra Pacific es el cuarto mayor productor de madera en Estados Unidos. La compañía obtiene alrededor del 70% de sus ingresos anuales de la venta de madera. En California, aproximadamente la mitad proviene de troncos talados en su territorio y el 16% de bosques nacionales, mucha de la cual es madera recuperada. Sierra Pacific también opera una división de carpintería que hace marcos de puertas y molduras, y una fabricante de ventanas personalizadas de alta calidad. En conjunto, las dos divisiones aportan aproximadamente 400 mdd en ventas. Mientras que la recursividad de Emmerson lo ha ayudado a escalar a la cima de las listas de los más ricos del mundo, los críticos dicen que estas riquezas han llegado a expensas del medio ambiente y los contribuyentes. Más de 250 científicos firmaron una carta solicitando al Congreso proteger los bosques de la tala post-incendio, arguyendo que puede retrasar el proceso de renovación forestal por décadas. Eso es porque quita los nutrientes de la tierra, lo que evita su regeneración. El suelo no sólo deja de absorber el carbono almacenado en los troncos de árboles carbonizados, sino que, aun peor, éste se libera a la atmósfera en forma de gas de efecto invernadero. “Es un paisaje degradado”, dice Chad Hanson, un científico que estudia la tala post-incendio y cuya organización sin fines de lucro, Proyecto John Muir, ha ganado interdictos contra cuatro contratos post-incendio de Sierra Pacific. Te puede interesar: ¿Por qué Europa quema los bosques de Estados Unidos?

Sierra Pacific recuperó muchos árboles en el Bosque Nacional Stanislaus y las tierras vecinas, después del incendio Rim. La tala postincendio es una práctica muy cuestionada. Foto: Justin Sullivan/Getty Images.

Sierra Pacific rechaza el análisis de los científicos, argumentando que el proceso puede acelerar la recuperación. “Se trata de sacar algo positivo de un situación negativa”, dice una portavoz de la empresa. A pesar de ello, la tala en los bosques nacionales es costosa para los contribuyentes, dice Hanson, quien estima que desembolsan 1,000 mdd al año, de los cuales al menos 500 mdd están directamente relacionados con el rescate post-incendio. Ése es el monto que paga el gobierno para construir carreteras en áreas remotas destruidas por incendios y por los herbicidas que el servicio forestal rocía antes de iniciar una sesión de tala para facilitar el desbroce, entre otros costos. Mientras tanto, el gobierno federal recauda alrededor de 150 mdd anuales de la venta de madera en los bosques nacionales, de los cuales una cuarta parte proviene de la tala post-incendio. “Es un mal negocio para los contribuyentes, pero es excelente para las fábricas”, dice el economista Ernie Niemi, quien ha estudiado el impacto del manejo forestal desde la década de 1970. Nacido en 1929, en las cercanías de Willamette Valley, Oregón, Emmerson creció siendo el único hijo de un padre bebedor, apodado “Curly”. Fue enviado a un estricto internado para hombres en Spangle, Washington, en 1945. La escuela adventista del séptimo día no servía carne, así que Emmerson freía hamburguesas en su dormitorio y se las vendía a sus amigos. Fue expulsado un mes antes de graduarse de la preparatoria por obligar a un amigo a poner un condón en el pizarrón de anuncios. Su padre se mudó a California; su madre, a Alaska. Entonces, un amigo de la familia lo recibió y se graduó de una escuela pública en Washington. En 1948, Emmerson compró un convertible amarillo y condujo a California, donde su padre tenía un aserradero portátil que iba itinerantemente a través de los bosques. En 1951, su padre y él construyeron un aserradero en Arcata, una ciudad no muy lejos del Parque Nacional Redwood. Al año siguiente, Emmerson fue reclutado para ir a la Guerra de Corea. Mientras estaba fuera, el aserradero estuvo en peligro de clausura por los hábitos de “Curly” con la bebida. Cuando Emmerson regresó, se hizo cargo y le dio la vuelta; invirtió en mejores equipos y agregó un segundo turno de producción. La década de 1960 trajo una asociación de corta duración con otra empresa de padre e hijo, Mike y John Crook. En 1969, su empresa conjunta tenía 38 mdd en ventas (263 mdd en la actualidad) y la hicieron pública; en ese momento, Emmerson era el presidente; John Crook, el vicepresidente ejecutivo, y cada uno poseía el 40%. Cinco años después, la asociación se disolvió. Crook quería que Sierra Pacific se convirtiera en un minorista de constructores autodidactas, y vetó la compra de más tierras. Emmerson volvió privada la compañía, comprando a Crook y a los otros accionistas por 38 mdd. Libre de restricciones, Emmerson pronto amasó alrededor de 67,000 hectáreas, aunque la mayor parte de la madera de Sierra Pacific aún proviene de los bosques nacionales. En ese momento, la presión pública de los grupos ambientalistas para reducir las ventas de los bosques nacionales estaba aumentando. Preocupados por el endurecimiento de las regulaciones, las empresas madereras como la suya apostaron frenéticamente por la madera gubernamental mientras pudieron, elevando los precios y desequilibrando a la economía. En 1980, en medio del frenesí de compras, Sierra Pacific compró el 73% de su madera al gobierno y perdió 13 mdd. Pero hubo un lado positivo. Los altos costos de la madera sacaron a sus rivales de la altamente regulada California. En 1988, Santa Fe Southern Pacific Corp vendió 211,000 hectáreas de tierras de primera categoría a Sierra Pacific por 460 mdd. “El Bank of America nos dio crédito por 500 millones de dólares”, recuerda Emmerson. “Hoy, esa tierra vale, creo, tres veces más de lo que pagamos por ella”. Durante la siguiente década, Sierra Pacific compró 323,000 hectáreas más de Georgia-Pacific, entre otros. Ahora tiene 650,000 hectáreas en California y 117,000 en el estado de Washington. Incluso con sus enormes propiedades, Sierra Pacific depende de los bosques nacionales para complementar la madera de sus propias tierras, en un momento en que el gobierno federal vende menos de la cuarta parte de lo que vendía hace cuatro décadas. En los últimos siete años, alrededor del 16% de la madera de California de Sierra Pacific proviene de tierras del Servicio Forestal de Estados Unidos. Ésa es una de las razones por las cuales Emmerson recurrió a la tala post-incendio o después de infestaciones de insectos. En 2015, en el pico de la sequía de California, la compañía adquirió el 58% de sus troncos de origen federal a través de la tala de salvamento post-incendio. En 2017, sólo fue el 19%. Sierra Pacific también ha jugado las cartas a su favor mediante la construcción de una dominante red de aserraderos en el norte de California. Ahora tiene 10 fábricas allí, en ocho lugares, y todas están cerca de bosques federales. Nadie más posee más de tres. Incluso si los rivales más pequeños ganan contratos post-incendio, a menudo terminan revendiendo a Sierra Pacific, que obtiene alrededor del 31% de su madera de California indirectamente. Para Emmerson, la tala post-incendio es una expresión más de su legendaria cacería de gangas. A pesar de que su negocio creció, volaba en clase turista, se quedaba en los moteles más baratos y comía la comida preparada por su esposa, Ida, en el camino. Las “limusinas” guardadas en los aeropuertos para los empleados se convirtieron en una broma: uno de los autos tenía un hongo creciendo en el asiento trasero, otro tenía un enorme agujero en el piso. Las limusinas rutinariamente carecían de dirección asistida, frenos modernos y aire acondicionado. Te puede interesar: Las empresas más verdes de Centroamérica y el Caribe

La tala de salvamento es un mal negocio para los contribuyentes: “Red” Emmerson.

La compañía aún conserva un aire de tacañería. Sierra Pacific a menudo compra paneles enteros de acero usado y repuestos, como motores, baterías de automóviles y herramientas agrícolas, en subastas de quiebra o en eBay, para reutilizar en su propia fábrica. Los muchachos de TI compran partes viejas de computadoras en línea. En vista de que recurre tanto a las subastas o quiebras, Sierra Pacific ha creado una tienda en eBay para vender las piezas que no utiliza. “Compramos un avión que estuvo guardado en Rusia durante dos años. Lo compramos por las piezas”, dice Mark, quien se unió a la compañía en 1985. Agrega su hermano mayor, George, quien es presidente: “Muchos de nuestros competidores no hacen ese tipo de cosas”. Ser ahorrativo y agresivo ha ayudado a construir el negocio, pero también ha creado muchos desafíos, incluyendo docenas de demandas. El más grande hasta ahora tuvo como resultado un acuerdo récord de 122.5 mdd. El Departamento de Justicia alegó, en 2009, que la negligencia de Sierra Pacific ayudó a Moonlight Fire, que quemó 18,615 hectáreas en los bosques Lassen y Plumas National dos años antes. En el verano de 2007, Sierra Pacific contrató a una pequeña firma conformada por una sola persona, llamada Howell’s Forest Harvesting, para ingresar al área. Una excavadora traída y operada por Howell supuestamente golpeó una roca y provocó una chispa. Los leñadores se fueron sin revisar el sitio en busca de llamas o humo, a pesar de que era un día de “bandera roja”, que significa alto potencial de fuego, de acuerdo con el informe del gobierno. Un indicador más alarmante, argumentó el Departamento de Justicia, era que el equipo de Howell ya había propiciado otros tres incendios ese verano. Sierra Pacific estaba supuestamente al tanto de al menos uno, lo cual dejó dudas sobre por qué Sierra Pacific estaba trabajando con la firma. La demanda del Departamento de Justicia por negligencia contra Sierra Pacific, Howell y otros partidos mucho más pequeños alcanzó un monto cercano a 800 mdd. En 2012, Sierra Pacific y otros firmaron un acuerdo voluntario, en el que accedieron a pagar 55 mdd y ceder 9,105 hectáreas al gobierno federal, pero sin admitir fechoría alguna. La fracción de Emmerson: 47 mdd y toda la tierra. “Teníamos un arma apuntando a nuestra cabeza”, dice Mark, que pasa una cuarta parte de su tiempo en Washington, D.C., y cree que la empresa fue blanco de una represalia por ser tan rica y exitosa. Sierra Pacific está apelando al Tribunal Supremo. Cree que tiene una oportunidad porque un tribunal de California falló a su favor en 2013, en un caso relacionado, y ordenó al Departamento de Silvicultura y Protección contra Incendios del Estado que pagara a los demandados alrededor de 30 mdd. El juez dictaminó que la investigación estaba “corrupta y contaminada” y que la fiscalía “destruyó pruebas críticas… y se involucró en una campaña sistemática de distracción con el propósito de recuperar dinero de los acusados”. Ese caso está en curso. “Es patético. Casos como éste son, simplemente, desmoralizantes y están mal”, dice “Red” Emmerson. “Pero estoy harto de eso. Vamos a dirigir un negocio”. Los problemas no ocurren sólo con los contratistas. Un empleado por hora que trabajó para Sierra Pacific por más de una década fue declarado culpable de iniciar cinco incendios en un bosque nacional el verano pasado. Se declaró culpable y fue sentenciado, en noviembre, a 20 años o cadena perpetua y se le ordenó pagar una multa de 25.2 mdd. Sierra Pacific no estuvo implicado en el caso. El culpable no dio ninguna razón para sus acciones, pero la condena pone de manifiesto un secreto sucio de la industria: los trabajadores de aserraderos, que a menudo dependen de las horas extra, pueden beneficiarse financieramente de los incendios forestales. El otro secreto sucio es que los funcionarios del servicio forestal local, que deciden si la madera recuperada se vende o no, también se benefician. Los ingresos de estas ventas generalmente van a las oficinas regionales. Una vez que se liquidan las deudas vinculadas con la tala de recuperación, estas oficinas pueden usar lo que queda para cubrir sus presupuestos. No son sólo los incendios forestales los que han puesto en aprietos a Sierra Pacific. Ha sido demandada al menos 19 veces por sus prácticas de tala, pero dice que no ha perdido ni un caso. La defensa de aserraderos no ha sido tan afortunada. En 2007, Sierra Pacific pagó 13 mdd para resolver una demanda que involucró a cuatro de sus plantas con el regulador de calidad del aire de California. La agencia afirma que operó sin equipos de control de contaminación del aire y falsificó informes para ocultar las violaciones. (Sierra Pacific dice que ellos mismos reportaron el problema). En 2016, la firma resolvió otras dos demandas relacionadas con violaciones a la Ley de Agua Limpia, debido a la escorrentía ilegal de algunos aserraderos. “Hay regulaciones de cosecha, Ley de Aire Limpio, Ley de Agua Limpia”, dice Emmerson, cuya nuera trabajó en la Agencia de Protección Ambiental en tiempos de George W. Bush y ahora forma parte de un grupo de interés para otra empresa maderera. “Todas tienen buenos propósitos, pero la comunidad ambiental las usa como tácticas obstruccionistas para evitar que sucedan cosas”. Pero los aires políticos están cambiando, con el clima cada vez más favorable de Washington. Donald Trump ha revertido las protecciones en tierras federales y recientemente aprobó un plan de reforestación de 28 mdd, que incluirá la tala de más árboles en las tierras quemadas en el Incendio de Rim. Aun así, Sierra Pacific está buscando llegar más allá de California a lugares donde no tenga que pasar tanto tiempo luchando contra ambientalistas y burócratas. En 2017, intentó adquirir seis aserraderos en Georgia y Florida, pero perdió frente a una empresa canadiense que cotiza en bolsa. Ha tenido más éxito expandiéndose en el estado de Washington, donde Sierra Pacific ha invertido más de 1,000 mdd, principalmente en tierra forestal y cuatro aserraderos. A fines de 2016, Sierra Pacific abrió una fábrica de 100 mdd en Shelton, a sólo 150 kilómetros al suroeste de Seattle. (A pesar de su inversión récord, la frugalidad de “Red” es evidente: casi todas las escaleras se reciclan de un viejo aserradero). La firma dice que es más fácil y rápido talar en Washington que en California. Sierra Pacific es ahora el mayor productor de madera en el estado, que ha sido el hogar del gigante de la madera Weyerhaeuser, que cotiza en bolsa desde hace 118 años. Sierra Pacific es capaz de talar en el patio trasero de Weyerhaeuser debido, en parte, a las regulaciones que prohíben a las empresas exportadoras comprar troncos de bosques estatales o federales Emmerson, quien todavía está muy involucrado en la dirección estratégica de la compañía, pasa gran parte de su tiempo buscando adquisiciones de bosques e inversiones en infraestructura. Los proyectos recientes incluyen la apertura de una nueva planta de fabricación en Red Bluff, California, y la reconstrucción de un aserradero de 60 mdd en Burney, California. Emmerson puede ser viejo, pero no está listo para retirarse. “‘Red’ no trabaja tanto como antes. A veces no está aquí el domingo. Ésa es la verdad”, dice Mark. Emmerson responde con una sonrisa: “[Mis hijos] están mejor educados, mejor organizados que yo. Son más inteligentes. Pero creo que aún hay algunas cosas que puedo hacer bastante bien… Soy muy optimista sobre el futuro”.

 

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