Foto: Mario Hernández.
¡Tortillas negras! En la Secretaría de Agricultura, Ganadería, Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación (Sagarpa), el responsable de la orquestación de estos apoyos es el titular de la Dirección General de Productividad y Desarrollo Tecnológico, Belisario Domínguez. El funcionario debe enfrentar una realidad, el país es autosuficiente en maíz blanco (para consumo como grano), pero deficitario de amarillo (utilizado como forraje y en alimentos procesados). Se importan 10 millones de toneladas al año, un tercio de las necesidades totales. Platicamos con él. “Tenemos un programa, Pimaf, que a pesar de que los productores a veces no están acostumbrados a cambiar semillas, a cambiar la tecnología, sólo en Guerrero hemos aumentado, con maíces nativos, mejorados e híbridos, de un millón de toneladas en 2012 a millón y medio en 2013, y dos millones en 2014. No condicionamos a los productores a usar semilla híbrida. Eso es lo que está cambiado la situación de los productores de maíz. Hoy están enloquecidos, están contentos, están felices, porque, además, tratamos ahora de no darles dinero, les damos insumos”. El objetivo, nos explica Domínguez, es eliminar las importaciones y solamente hacen falta semillas. —Pero el Estado vendió la empresa de semillas (y las de fertilizantes y comercialización)—, le recordamos. Bueno, no una empresa nacional. Era la Pronase, que no sé hace cuántos años desapareció, pero bueno, hoy las condiciones que encontramos son esas, no tenemos una Pronase, entonces hay que organizar al sector semillero, 56 empresas entre nacionales y transnacionales, además de la innovación y la investigación. Este año tendremos para 200,000 o 250,000 hectáreas. Quisiéramos llegar a millón y medio. No sé cuánto podamos tener de semilla este año ni los siguientes, podríamos llegar a 500,000 o 750,000 hectáreas; no sé, no lo puedo saber porque los primeros frutos apenas los vamos a ver. En este sentido, las importaciones de maíz suman 40,000 millones de pesos (mdp), recursos que podrían quedan en manos de producciones locales, asegura Manuel Bravo, presidente y director general para Latinoamérica Norte de Monsanto. “Si hoy fuéramos capaces de reemplazar las importaciones, la derrama al campo sería de cerca de 75,000 millones de pesos, suficientes para sacar de la pobreza a nueve millones de mexicanos. Empezamos a trabajar hace un par de años. Hoy estamos trabajando con Cimmyt y Sagarpa para ver otros pilotos en otras zonas; es una de las patas para lograr la autosuficiencia. La segunda pata es la biotecnología. Estamos en un impasse legal, esperemos que en algún tiempo razonable el agricultor, que es quien más lo pide, sea capaz de tener esa opción”. Y respecto a la comercialización, la recomendación de Belisario Domínguez es organizarse con otros 200 o 300 agricultores que tengan cinco hectáreas cada uno. “En todos los programas se les solicita y pide que preferentemente estén asociados entre ellos, integrados en polos de desarrollo de 1,000, 1,500 hectáreas. Es cierto, ¿dónde vendo 20 toneladas? Bueno, tienes que asociarte. Es muy difícil que Octavio Cárdenas tenga un silo para él, pero entre todos pueden tener la secadora, el silo, tres o cuatro maquinitas y una trilladora; la vamos hacer en grande”. Su discurso sube de tono y eleva al maíz al lujo, al menos el criollo, responsable de unos 700 diferentes platillos, del pozole a los uchepos. “Lo que queremos a corto plazo, incluso ya viendo los trámites, es determinar denominaciones de origen de maíces nativos y no nativos de alta productividad. Imagínate tener maíces negros que pueden ser un commodity, un producto de especialidad, tener una denominación de origen y otro precio. Tratamos de preservar los nichos y toda la genética para que en algún momento lo podamos hacer. Creo que lo vamos a lograr. Esa es la instrucción que tenemos, para que cuando te comas unas tortillas negras sea casi un lujo y tenga un valor agregado que repercuta en los propios productores, que es a los que menos les llega un recurso adicional”. Riego Otra iniciativa gubernamental es Modernización Sustentable de la Agricultura Tradicional (Masagro), propuesto por el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (Cimmyt) a la administración de Felipe Calderón. Masagro es un programa a 10 años que tiene como objetivos mejorar la adaptación de semillas, la transferencia tecnológica y aumentar 82% la producción de maíz y 10% la de trigo, a cambio de 138 mdd del erario. En las bases para este programa destaca la condición de haber tenido contacto previo o ser aprobado por Masagro Científico para recibir hasta 30,000 pesos que sólo podrán ser utilizados en la adquisición y el uso de nuevas semillas de la red del Cimmyt; maquinaria, equipo, herramienta, insumos o servicios previstos en la propuesta de Masagro o infraestructura de almacenamiento y manejo postcosecha. —¿Se evaluará hasta 2020?—, le pregunto a Belisario Domínguez. Fue concebido para el 2020, (pero por) los recursos asignados, por la cantidad de lo que ha necesitado el Cimmyt para continuar con sus investigaciones, yo creo en 2017 tendrá su finiquito. —El Instituto Nacional de Investigaciones Forestales, Agrícolas y Pecuarias (INIFAP) tiene estudios que cuestionan la pertinencia de Masagro, dicen que no es el camino correcto. Si alguien tiene la vocería del INIFAP, porque a final de cuentas depende de nosotros y cae conmigo, soy yo. Si alguien tiene la vocería de Masagro, aunque lo tenga el Cimmyt, soy yo. Lo que vas a escuchar de mí es lo que cuenta, porque es la voz autorizada. No me atrevería a decir, hasta que no tenga los números en la mano, que Masagro no funciona. Tampoco me atrevería a decir lo contrario. Fertilización Contrario a la recomendación de Belisario Domínguez, el INIFAP ha difundido al menos tres estudios en su publicación oficial, la Revista Mexicana de Ciencias Agrícolas. El Análisis de la estrategia MasAgro-maíz concluye que no logrará sus objetivos y es inadecuado sustituir maíces nativos y variedades acriolladas. Otro, Los procesos de extensión rural en México, señala que el modelo de hub aplicado con MasAgro carece de definición de parámetros de medición iniciales o de línea base, sean estos productivos, económicos o tecnológicos. Y el estudio Ley de semillas y ley federal de variedades vegetales y transgénicos de maíz en México revela que existe el marco jurídico para fortalecer el crecimiento económico y el posicionamiento comercial de las transnacionales que promueven los transgénicos. También da lugar a la instrumentación de acciones punitivas contra productores locales y empresas de semilla en baja escala, a través del acta UPOV 91. Respecto a Masagro, acusa que “favorece la reducción de la biodiversidad de maíz: disminución del reservorio genético de la especie al promover la infiltración en grandes extensiones de cruzas simples para que se combinen con los maíces nativos”. Por eso fuimos a Texcoco, al Cimmyt. Nos recibió Bram Govaerts, responsable del programa. “Tenemos constantemente que criticar lo que estamos haciendo. Quiero agradecer a estos investigadores, pero el mismo productor es más rápido que cualquier científico. Si vemos estos temas que critican en 2014, ya el mismo productor nos los empiezan a reclamar en 2012”. Govaerts presume logros como el impacto en un millón de hectáreas que cosecharán este año y otros números. “No es una historia de dos extremos. Hemos encontrado zonas donde el uso de híbridos ya está presente y reemplazamos con mejores híbridos. Hay zonas donde utilizan criollos y hay oportunidad para híbridos, y zonas donde estimulamos el uso de criollos. Si tenemos estas zonas donde sólo hay criollos y no hay mercado, van a desaparecer. Tenemos que fortalecer a estos productores de criollos conectándolos con mercados y hay una historia interesante ahí, de conectarlos con restaurantes en Estados Unidos. La gente en Nueva York está muriendo por tortillas azules y la entiendo. Estamos haciendo una conexión entre mercados, pero también trabajando con productores. Están perdiendo el arte de diversificar sus criollos, entonces tenemos un programa de mejoramiento participativo, como generar biodiversidad a partir de las semillas que tienen”. También conversamos con Thomas Lumpkin, director general del Cimmyt, quien tiene una visión distinta: el aumento de la población mundial, cambios en la dieta de todo el mundo, el cambio climático y la imposibilidad de generar el alimento suficiente al finalizar este siglo. Para él, la solución está en los organismos genéticamente modificados (ogm). “Los recibimos gratuitamente de algunas grandes empresas, pero no creamos organismos modificados genéticamente en este momento. Podemos incorporarlos en variedades y proporcionárselos a los agricultores, y lo estamos haciendo en África, pero no aquí. Los mexicanos no están preparados para eso y eso lo respetamos”. Cosecha Preparados o no, entre 2009 y 2012 se autorizaron 188 cultivos –experimentales o piloto–, de maíz transgénico. Uno fue de un instituto de investigación nacional, del Instituto Politécnico Nacional (IPN). Según la normatividad, la fase experimental es la primera de tres que concluyen con la siembra comercial, pese a que desde 2009 señalaron que no era viable su liberación, tanto el Instituto Nacional de Ecología (INE) como las comisiones nacionales para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad y de Áreas Naturales Protegidas. Semarnat emite dictámenes favorables para que Sagarpa expida los permisos experimentales, y luego pilotos, como consta en el oficio 1778/11. En 2013 se presentaron 61 solicitudes de siembra comercial para 5,220,000 hectáreas de maíz transgénico. También se presentaron 53 personas y 20 asociaciones civiles en el Juzgado Décimo Segundo de Distrito en Materia Civil del DF para promover una demanda colectiva y solicitar la suspensión de los permisos como medida precautoria; les fue concedida. En respuesta, Sagarpa, Semarnat y semilleras interpusieron más de 70 recursos, impugnaciones y juicios de amparo. José Sarukhán es el comisionado nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad. Él firmó el documento que concluye como no viable la siembra de transgénicos de 2009. —¿México apuesta por los transgénicos?—, le preguntamos. Eso es lo que el país hace y creo que equivocadamente. Conabio ha tenido la responsabilidad de hacer análisis de riesgo. Cualquiera que ha hecho investigación sabe que si no conoce el fenómeno que está estudiando, no hay manera de moverse, pero la idea era hacer una investigación realmente regida por el país. En ninguno de los experimentos que se han hecho por las compañías los resultados son conocidos. Dijeron cuánto producen, pero eso ya lo sabíamos, no producen más. Lo que queríamos saber es qué tanta portabilidad hay del pólen, pero no hay ningún experimento, nada, cero. Además, los resultados los guardan como secretos industriales, ha sido un timo. El país no tiene capacidad de normar estas tecnologías—, advierte Sarukhán. Comercialización Con siembra o sin ella, desde 1996 el gobierno mexicano ha autorizado 135 eventos genéticamente modificados. Es decir, el maíz transgénico ya está en la mesa de los mexicanos, como reconoce Sol Ortiz García, secretaria ejecutiva de Comisión Intersecretarial de Bioseguridad de los Organismos Genéticamente Modificados (Cibiogem). “Todo lo que se autoriza es aprobado para consumo humano, animal o procesamiento. Importamos maíz amarillo para alimento animal y procesamiento, sí lo llegamos a comer. El esfuerzo es encaminar las importaciones para que se use en procesamiento y evitar que lleguen al campo”, explica la funcionaria. —Pero no se indica en las etiquetas—, le indicamos. Estás obligado al etiquetado siempre y cuando no exista una equivalencia sustancial. Hasta ahora todos los cultivos que se han evaluado son equivalentes al convencional. —Y mi derecho a la información. Uno tiene que saber leer las etiquetas. Si le pone “transgénico”, con muchas de las campañas que se han hecho, la gente va a decir no. Va a ser una decisión basada en desinformación. La opción sí existe, los productos orgánicos no pueden usar transgénicos. —¿México ha realizado estudios para garantizar la inocuidad de los OGM aprobados? Lo que hay es un protocolo que te establece lo que debes solicitar para determinar si es seguro. —¿Entonces son seguros? Los que se han aprobado, sí. Nosotros hemos hecho una inversión importante sobre aspectos de bioseguridad y biotecnología, pero otros países han hecho inversiones mayores para determinar la seguridad de los organismos genéticamente modificados. Siempre está la idea de que la Unión Europea no los acepta. Este es el reporte de 2010. La funcionaria comienza a leer: “la conclusión más importante que se puede derivar de los esfuerzos de más de 130 proyectos de investigación, cubriendo un periodo de más de 25 años de investigación, involucrando más de 500 grupos de investigación independientes, es que la biotecnología, y en particular los organismos genéticamente modificados, no son per se más riesgosos que, por ejemplo, el mejoramiento con técnicas convencionales”. Esto podría cambiar, o no. El año pasado, la Cámara de Diputados formó la Comisión Especial de la Alimentación, presidida por Ricardo Cantú Garza, del Partido del Trabajo. Han presentado dos iniciativas, una para etiquetar productos que contengan OGM y otra para agregar la leyenda “de origen natural sin modificaciones genéticas”. —¿Qué pasará con estás iniciativas, avanzarán en este periodo de sesiones?—, inquirimos. Sería el objetivo. En la última reunión de la comisión aprobamos plantear un exhorto a la Comisión de Puntos Constitucionales para que resuelva y dictamine. No estoy muy optimista—, dice Cantú Garza.Foto: Mario Hernández.