Con el hashtag #MeTooEscritoresMexicanos, mujeres han denunciado en redes sociales actos de acoso y abuso sexual en el gremio literario mexicano. De manera similar al movimiento #MeToo surgido en Estados Unidos, éste invita a publicar el nombre del agresor, directamente o a través de una cuenta creada para tal fin en Twitter. Para entender lo que estamos viendo con esta campaña en la que han resultado denunciados algunos connotados personajes del ámbito literario y periodístico de México, hay que remontarnos a octubre de 2017, cuando fue lanzada desde Hollywood la campaña global #MeToo, por parte de mujeres que denunciaban agresiones o acoso sexual por parte de sus compañeros de trabajo o sus jefes, respectivamente. En el núcleo de estas manifestaciones está el tema de la violencia de género en sus distintas formas. Una conducta que, hasta hace poco, era considerada parte de la vida privada de las personas. ¿Qué hace qué #MeToo sea considerado por no pocas personas como una verdadera revolución? Hay varias particularidades de este movimiento, la más evidente, la resonancia mundial que ganó en poco tiempo, gracias a las redes sociales, la cual logró provocar discusiones en torno a este problema según las particularidades del fenómeno en cada país. Una segunda característica es que sean “famosas” quienes estén exhibiendo el acoso, la violencia sexual, incluso el bullying que han sufrido en una amplia gama de profesiones, desde el mundo de la moda, el cine, la política, el deporte, hasta el ámbito científico y religioso. El tercer rasgo es la invitación a no quedarse callada sino a denunciar: cientos de mujeres se han atrevido a exhibir públicamente a sus agresores no en abstracto sino con nombres y apellidos, lo que elevado el costo para quien está siendo señalado. Y un último aspecto tiene que ver con que ha habido consecuencias a estas denuncias, desde disculpas públicas, suspensiones o despidos e, incluso, implicaciones legales, como ocurrió con Harvey Weinstein, productor de cine, o Larry Nassar, quien fuera médico en el equipo nacional de gimnasia de Estados Unidos. Todos estos elementos han hecho que este movimiento haya sido apropiado por miles de mujeres y también de hombres, que se sienten identificados con estos casos. Por estas razones y otras, lejos de concluir, el movimiento #MeToo se muta hacia otras expresiones como las que han ganado plaza pública recientemente en México con las acusaciones a intelectuales, periodistas y escritores, y que a nadie sorprenda si éstas se mueven hacia otras profesiones y campos del conocimiento, como el tecnológico, tal como lo ha hecho recientemente el #MeToo sueco. A su vez, este movimiento está incorporando otras piezas del debate en torno a la igualdad de hombres y mujeres, como es el reparto de tareas domésticas y el tema del consentimiento sexual. Desde su surgimiento en Hollywood, este movimiento ha despertado aireadas críticas como son la justicia expedita y el linchamiento mediático que genera y viraliza en redes sociales, que solo las denuncias de las famosas tengan alguna consecuencia al agresor, o que en el fondo promueve la victimización eterna de las mujeres. Es prematuro decir qué tanto la escalada del movimiento feminista está minando de manera efectiva el machismo y la violencia de género, sin embargo, es difícil dudar que son pasos a favor de una cultura de tolerancia cero ante el acoso, al derecho a no callar y, quizá lo más importante y esperanzador, que hay una suerte de “desnormalización” de ciertas conductas o actitudes que, sin ser criminales ni mucho menos, son inapropiadas o inaceptables en la interacción cotidiana entre hombre y mujeres, en lo privado y en lo público.   Contacto: Twitter: @palmiratapia Las opiniones expresadas son sólo responsabilidad de sus autores y son completamente independientes de la postura y la línea editorial de Forbes México.

 

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