En 2024, México podría hacer historia al elegir por primera vez a una mujer como Presidente de la República. Dos mujeres se perfilan como las principales contendientes para ocupar el cargo más alto del país: Xóchitl Gálvez, por el Frente Amplio por México (FAM), y Claudia Sheinbaum, por el Movimiento Regeneración Nacional (Morena).

Ambas candidatas tienen una amplia trayectoria política y profesional, así como un fuerte apoyo popular. Xóchitl Gálvez es ingeniera en computación, empresaria y activista social. Ha sido senadora, delegada en Miguel Hidalgo y coordinadora de la campaña presidencial de Ricardo Anaya en 2018. Claudia Sheinbaum es física, investigadora y ambientalista. Ha sido secretaria de Medio Ambiente del Distrito Federal, delegada en Tlalpan y jefa de Gobierno de la Ciudad de México.

Sin embargo, también enfrentan diversos retos y obstáculos para llegar a la presidencia. Uno de ellos es el machismo y la discriminación que aún persisten en la sociedad mexicana, y que se reflejan en la violencia política, los ataques mediáticos, los estereotipos y los prejuicios que sufren las mujeres que aspiran a cargos públicos. Otro es la competencia y la polarización que se vive entre los partidos políticos, especialmente entre el FAM y Morena, que representan visiones distintas y contrapuestas del país.

¿Qué tan factible es que una mujer sea presidente en 2024? ¿Qué factores podrían influir en el resultado? ¿Qué implicaciones tendría para México tener una mujer al frente del Ejecutivo? Estas son algunas de las preguntas que se plantean los analistas, los medios y los ciudadanos ante el escenario electoral que se avecina.

Para responder a estas preguntas, es necesario hacer un breve repaso histórico de la participación política de las mujeres en México. Aunque las mujeres obtuvieron el derecho al voto en 1953, su presencia en los puestos de elección popular ha sido escasa y desigual. Según datos del Instituto Nacional Electoral (INE), hasta 2018 sólo el 18.4% de las presidencias municipales, el 25.6% de las diputaciones federales y el 32.1% de las senadurías eran ocupadas por mujeres.

En cuanto a la Presidencia de la República, México es uno de los pocos países de América Latina que nunca ha tenido una mujer presidenta, sólo seis mujeres han sido candidatas desde 1982: Rosario Ibarra de Piedra (1982 y 1988), Cecilia Soto (1994), Patricia Mercado (2006), Josefina Vázquez Mota (2012) y Margarita Zavala (2018). Ninguna de ellas logró obtener más del 25% de los votos. La más votada fue Vázquez Mota, con el 25.41%, seguida por Zavala, con el 12.18%. Las demás obtuvieron menos del 5%. En cambio, otros países de la región han elegido a mujeres como presidentas en varias ocasiones, como Argentina, Brasil, Chile y Costa Rica.

A pesar de que México tiene una de las legislaciones más avanzadas en materia de paridad de género en el ámbito político. Desde 2014, se estableció la obligación de que los partidos postulen al menos el 50% de candidatas mujeres a todos los cargos de elección popular. Esto ha permitido que las mujeres ocupen el 48.2% de las diputaciones federales y el 49.2% de las senadurías en la actual legislatura. Sin embargo, otros países de la región tienen una menor representación femenina en el Congreso, como Guatemala (14.4%), Paraguay (15%) y Brasil (15.1%).

Estos datos muestran que las mujeres han tenido pocas oportunidades y apoyos para competir por la Presidencia, así como poca aceptación y reconocimiento por parte del electorado. Sin embargo, también muestran que ha habido un avance gradual y significativo en la representación política de las mujeres, impulsado por las reformas legales, las cuotas de género, los movimientos sociales y las propias mujeres que han luchado por sus derechos.

México tiene una alta tasa de violencia política contra las mujeres, que afecta su participación y su desempeño en los cargos públicos. Según el Observatorio de Violencia Política contra las Mujeres en México, entre septiembre de 2018 y junio de 2021 se registraron 3,092 casos de agresiones contra mujeres políticas, que incluyen amenazas, intimidaciones, difamaciones, ataques físicos y asesinatos. Otros países de la región también enfrentan este problema, como Bolivia, Colombia y Perú.

En este contexto, las candidaturas de Xóchitl Gálvez y Claudia Sheinbaum representan un hito histórico y una oportunidad única para romper el techo de cristal que ha impedido a las mujeres llegar a la presidencia. Ambas candidatas cuentan con el respaldo de sus respectivas coaliciones políticas, que agrupan a varios partidos e instituciones. El FAM está conformado por el Partido Acción Nacional (PAN), el Partido Revolucionario Institucional (PRI), el Partido de la Revolución Democrática (PRD). Morena está integrado por el Partido del Trabajo (PT), el Partido Verde Ecologista de México (PVEM.

Además, ambas candidatas tienen una amplia base social y una buena imagen pública, que se basa en su trayectoria política y profesional, así como en su cercanía con la ciudadanía. Según los expertos, Xóchitl Gálvez y Claudia Sheinbaum tienen posibilidades similares de ganar la presidencia, esto significa que hay un empate técnico entre las dos aspirantes, y que la elección se definirá por un margen muy estrecho.

Sin embargo, también hay factores que podrían favorecer o perjudicar a cada una de las candidatas. Por ejemplo, los orígenes y las trayectorias de ambas son muy diferentes y podrían influir en la percepción y la identificación de los votantes. Xóchitl Gálvez es originaria de Hidalgo, de ascendencia otomí, y ha sido una defensora de los derechos indígenas y de las minorías. Claudia Sheinbaum es originaria de la Ciudad de México, de ascendencia judía, y ha sido una impulsora de la ciencia y el medio ambiente.

Xóchitl Gálvez se presenta como una candidata independiente, moderada y plural, que busca el diálogo y el consenso entre las fuerzas políticas y sociales. Claudia Sheinbaum se presenta como una candidata leal, progresista y transformadora, que busca continuar con el proyecto de la Cuarta Transformación iniciado por Andrés Manuel López Obrador.

Hoy México tiene condiciones favorables para que una mujer llegue a la presidencia en 2024. Por un lado, cuenta con una legislación que garantiza la paridad de género en las candidaturas y con una amplia base social que apoya a las mujeres políticas. Sin embargo, también enfrenta un contexto de machismo, discriminación y violencia que dificulta el acceso y el ejercicio del poder por parte de las mujeres.

Finalmente, las circunstancias y los acontecimientos que ocurran durante la campaña electoral por iniciar se sumaran a la situación económica, sanitaria y social del país, el desempeño del gobierno federal y los gobiernos locales, los escándalos de corrupción o violencia, las alianzas o rupturas entre los partidos políticos, los debates entre los candidatos, las movilizaciones o protestas de la ciudadanía.

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En conclusión, la posibilidad de que en 2024 México tenga una mujer llegue al más alto cargo es real y viable, pero también incierta y compleja. Dependerá de varios factores, así como de la voluntad y la decisión de los electores. Lo que es seguro es que se trata de una elección histórica e inédita, que podría marcar un antes y un después en la vida política del país.

Este es  el momento de las mujeres, ¿Estamos listos?

* Zaira Zepeda es una de las empresarias más reconocidas por su liderazgo. CEO fundadora de Local Trendy, Studio Creativo y  la quinta arrendadora más importante en la industria de eventos en México.   En su búsqueda por impulsar y desarrollar a emprendedores a nivel nacional ha sido invitada en los foros más importantes de México; es vicepresidenta de la Asociación Mexicana de Mujeres Jefas de Empresas AC.

Las opiniones expresadas son sólo responsabilidad de sus autores y son completamente independientes de la postura y la línea editorial de Forbes México.

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