Se dice una y otra vez que el municipio es el orden de gobierno más cercano a la gente. Ecatepec de Morelos en el Estado de México es, si buscamos, el mejor ejemplo que rompe esa concepción. Es difícil encontrar algún caso fuera de México donde a las estructuras de gobierno pensadas para gobernar localidades de cientos de habitantes se les exija gobernar a millones. ¿Cuántos costos para la población han resultado de esperar que una estructura de gobierno municipal sea capaz de gobernar territorios con problemas equiparables al orden estatal?
Y es que, al paso del tiempo, algunos municipios mexicanos han registrado no sólo un crecimiento acelerado de su población, sino una exacerbada incapacidad administrativa y financiera para proveer de manera eficaz alumbrado público, drenaje, agua potable, vialidades, seguridad pública y otros servicios que son competencia de los municipios.
Para 2016, INEGI calculaba una población de 1.6 millones de habitantes en Ecatepec, pero se estima que esa cifra ha superado ya los dos millones de habitantes, lo que la ubica por encima de 10 estados del país. Adicionalmente hay indicadores que hacen pensar que es un municipio que ha dejado de ser administrable. Según información del INEGI, Ecatepec es la ciudad con mayor percepción de inseguridad: mientras que la media nacional para este indicador fue de 73.4 por ciento para marzo de 2020, en este municipio fue del 94.4 por ciento. El que 9 de cada 10 personas se sientan inseguros de vivir en Ecatepec debería ser argumento suficiente para que fuera un tema de primer orden en la agenda de legisladores y gobernantes.
Hace algunos días, un grupo de legisladores federales y estatales en voz del Senador por Morena, Higinio Martínez, presentaron una propuesta de reforma para crear un nuevo municipio mexiquense, el número 126 y que se llamaría Ciudad Azteca, a partir de la división de Ecatepec. Y aunque en principio el tema parecería de interés local, las cuestiones que abre esta propuesta son en realidad transversales a otras ciudades del país que, más que municipios, presentan problemas tan profundos y complejos comparables a otras entidades federativas y, por qué no, a otras naciones.
Ecatepec muestra con triste nitidez los límites de un diseño de gobierno municipal pensado para realidades menos desafiantes como las que desde hace tiempo viven millones de mexicanos. Lejos estamos del ideal de “municipio libre” de los constituyentes de 1917, aquél de tener municipios con libertad política y autonomía económica suficiente para atender las necesidades de la población.
Con sus 1.2 millones de electores, la propuesta de dividir Ecatepec de manera inevitable ha tenido una reacción en términos político- electorales. Sin embargo, aún mirando la propuesta legislativa desde esa óptica, resulta interesante considerar que este proyecto podría representar una oportunidad para romper viejas sinergias: para que Ecatepec sea pensado menos como botín electoral entre grupos de poder y más como un tema de fortalecimiento institucional para atender las necesidades de la gente.
Si alguna lección nos deja el último proceso de municipalización en México, el de la creación de San Quintín en el estado de Baja California aprobado por el congreso estatal en febrero de 2020, luego de más de veinte años de haber iniciado los primeros trabajos, es que un proceso de tal calado requiere un amplio consenso no solo político sino también, y quizá principalmente, de orden social.
La propuesta de creación de un nuevo municipio mexiquense amerita ser discutida entre autoridades, expertos y, principalmente, los habitantes de Ecatepec. Y como se puede percibir en medios y redes sociales, es un tema que le interesa a la gente y esa es una buena noticia.
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Maestra en Políticas Públicas por la Universidad de Oxford y Licenciada en Ciencia Políticas y Relaciones Internacionales, por el Centro de Investigación y Docencia Económicas (CIDE).
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