El conjunto de actividades lucrativas que se realizan fuera de la legalidad se ha popularizado como “economía sumergida” o “economía oscura”, y en ella convergen desde el comercio informal hasta prácticas que atentan contra la dignidad humana, como el tráfico y la Trata de Personas.

De acuerdo con la Oficina de Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC), esta “economía”, en particular la operada por el crimen organizado, llega a generar beneficios anuales estimados en 2 billones de dólares, equivalente a un 3.6 por ciento de todo lo que se produce y consume al año a nivel mundial.

Entre las más lucrativas están el tráfico de drogas, con ganancias de alrededor de 320 mil millones de dólares, y la Trata de Personas en su modalidad de prostitución ajena y explotación sexual, con utilidades de 110 mil millones. Las cifras, dada la opacidad de las actividades criminales, son un estimado, pero podrían ser mayores.

Aunque a una distancia considerable, UNODC coloca al tráfico de personas, que llega a generar ganancias por 31 mil 600 millones de dólares. El que se realiza de América Latina hacia Estados Unidos, en una estimación conservadora del Consejo Ciudadano, podría significar 8 mil 500 millones de dólares, al considerar que en promedio cada uno de los 1.7 millones de migrantes detenidos pagó en promedio 5 mil dólares.

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Las personas dedicadas a este negocio ilícito cobran desde 5 mil hasta 20 mil dólares, de acuerdo con el lugar de origen del migrante. Por supuesto, el costo es mayor cuanto más lejos está.

Si el indocumentado necesita papeles que le brinde una “identidad”, los “polleros” o “coyotes” le pueden conseguir CURP, credencial de elector, acta de nacimiento y hasta pasaporte o visa, por otros 10 mil dólares.

Un negocio criminal redondo, sin lugar a duda, y que, además, no ofrece garantía de llevar sanas a las personas hasta su destino. La tragedia de la semana pasada en Texas, donde murieron más de 50 atrapados en la caja de un tráiler, es un lamentable ejemplo.

Los migrantes están en total indefensión. A expensas de los traficantes que no siempre cumplen con el “servicio” ofrecido, realizan los traslados en condiciones degradantes e inhumanas o los dejan abandonados, expuestos al abuso, explotación o a las condiciones climáticas extremas de zonas fronterizas.

Paradójicamente, desde un punto de vista jurídico, las primeras víctimas de esta actividad criminal no son ellas ni ellos, sino el estado que ve vulneradas sus fronteras. Son víctimas cuando se llegan a producir abusos en el contexto del tráfico, una “economía oscura” en la que los beneficiados son los traficantes.

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Contacto:

Salvador Guerrero Chiprés es Presidente del Consejo Ciudadano para la Seguridad y Justicia de la Ciudad de México.

TW: @guerrerochipres

www.consejociudadanomx.org

Twitter: @elconsejomx

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