Por: Alfonso Ávila Robinson

Pensemos en cómo vivimos el día a día en nuestras organizaciones, cómo nos miden y nos recompensan actualmente. Una encuesta rápida entre nuestras alumnas y alumnos del MBA confirma que la mayoría del tiempo lo dedicamos a escuchar a los clientes, a mejorar nuestros productos, servicios y procesos para generar mayores ganancias y a seguir el paso a nuestros competidores. Si consideramos la forma en la que nuestras mentes están conectadas para funcionar, estos puntos tienen mucho sentido. Las concepciones organizacionales actuales nos condicionan a ocuparnos y cuidar el core de nuestro negocio en el corto plazo. Estas ideas se han fomentado durante décadas en las escuelas de negocios, pero son erróneas.

Los tiempos han cambiado y con ello los paradigmas que rigen nuestra forma de actuar y pensar sobre los negocios. Ante las condiciones actuales de volatilidad, incertidumbre, complejidad y ambigüedad—a las que nos referimos como VICA—, continuar explotando el terreno conocido no nos llevará muy lejos. Generar crecimiento e innovación requiere que nos ocupemos de explorar nuevas ideas fuera de nuestra zona de confort, en la zona del pensamiento de los insurgentes, los contrarians y los sobrevivientes seriales de las disrupciones. 

El mundo que viene se encuentra regido por los no productos, los no clientes y la no competencia. Las fuentes de valor futuras de nuestra organización dependerán de nuestra transformación, es decir, de los productos que no tenemos ahora, de los clientes con los no contamos actualmente y de los competidores que nos estarán acechando en el futuro. 

Pero, ¿estamos listos para transformar las fórmulas exitosas en las que se han basado nuestras organizaciones en la última década? Dejar de hacer lo que nos ha funcionado por años es complicado debido a hábitos, egos e inercias que tienden a ramificarse y solidificarse en todo tipo de organización. Por supuesto, este cambio requiere que desarrollemos nuevos productos, servicios, y modelos de negocio con impacto. Lo anterior será fútil si no cambiamos a la par nuestra forma de pensar; es decir, los modelos mentales o mindset que rigen nuestra relación con el cambio y la innovación. 

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Aquí es donde entran los beneficios del pensamiento moonshot propuesto por Ivan Bofarull, Chief Innovation Officer en la escuela de negocios ESADE de Barcelona, en su libro Pensamiento Moonshot: Transforma la Innovación Disruptiva en una Oportunidad. Los proyectos moonshot—cuyo nombre deriva de la meta nacional establecida por el presidente J.F. Kennedy en 1962 y que culminó con la conquista de la Luna ocho años después—típicamente se enfocan en la solución de grandes problemas haciendo uso de soluciones radicales y tecnologías exponenciales. 

Siguiendo esta esencia, fábricas de moonshots se han establecido en diversas compañías, siendo un arquetipo la unidad X de Alphabet (Google), desarrolladora de proyectos famosos como Waymo, Loon y Verily, entre otros. El pensamiento moonshot va más allá de la tecnología e involucra un nuevo mindset que prioriza mejoras de magnitud del 10x en lugar de mejoras del 10%. Como comenta Ivan Bofarull, en el corazón de este pensamiento encontramos la innovación moonshot, un modelo sistemático de autorreflexión y transformación que trastoca la forma y fondo de nuestra organización. En este punto hay tres preguntas esenciales:

¿Qué aspectos de nuestro modelo de negocio tendrán que modificarse al repensar la forma en la que nuestra empresa soluciona problemas en el mercado?

¿Qué es aquello en donde nuestra empresa tiene una ventaja asimétrica y que podría llevar a la formación de un monopolio creativo, es decir, a la dominación del mercado a través de la innovación?

¿Qué tenemos que hacer hoy para anticiparnos a cualquier disrupción que pueda impactar la viabilidad de nuestro modelo de negocio?

Estas preguntas son estratégicamente relevantes y normalmente ignoradas o relegadas a un segundo plano debido a nuestra obsesión por lo cotidiano y el corto plazo. Lo que el pensamiento moonshot ofrece es una metodología que permite llevar a cualquier tipo de organización a un nivel superior de innovación, en camino a su transformación, a través del fortalecimiento de las capacidades de anticipación a la disrupción, escape de la competencia y la creación de una cultura de innovación sistémica. 

La adaptabilidad al cambio ha sido y será una competencia básica para la supervivencia de toda organización. El “Club de los 100”—aquellas compañías con más de 100 años desde su fundación—son arquetipos de sobrevivientes de disrupciones. Analizando la receta mágica detrás de estas organizaciones, John Bessant, profesor emérito de la Universidad de Exeter en el Reino Unido, encontró, entre otros aspectos, la capacidad de estas organizaciones de replantear, rediseñar y transformar su modelo de negocio e innovación subyacente a través del tiempo. Estos meta-innovadores son expertos en explotar su core business, pero al mismo tiempo han desarrollado competencias para anticipar el cambio antes que nadie más. Esa es la esencia de la práctica del pensamiento moonshot como hábito de transformación personal y profesional.

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Contacto:

Alfonso Ávila Robinson, líder académico del programa EGADE U Week y profesor investigador de EGADE Business School

Las opiniones expresadas son sólo responsabilidad de sus autores y son completamente independientes de la postura y la línea editorial de Forbes México.

 

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